La lectura, la escritura y el pensamiento. Función epistémica
Enviado por Luis Mogollón • 27 de Agosto de 2021 • Ensayo • 2.328 Palabras (10 Páginas) • 555 Visitas
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República Bolivariana de Venezuela
Ministerio del Poder Popular Para la Educación
Universidad Bicentenaria de Aragua
Facultad de Ciencias Políticas y Jurídicas
Escuela de Derecho
ANÁLISIS
UNIDAD III: Clasificación Jerárquica
Facilitador. Participante:
Prof. Domitila Peña Karla Angelillo C.I 28.024.101
Procesos Básicos del Pensamiento – Intensivo
San Joaquín de Turmero, agosto, 2021
“La lectura, la escritura y el pensamiento. Función epistémica”
En el Informe a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura sobre la enseñanza para el Siglo XXI se sostiene que: Más que nunca la funcionalidad importante de la enseñanza es conceder a todos los seres vivos la independencia de pensamiento, de juicio, de sentimientos y de imaginación que requieren para que sus talentos alcancen la plenitud, a saber, la ejecución del individuo que, toda ella, aprende a ser, para continuar siendo artífice de su destino.
A partir del punto de vista esbozado por Olson, leer y redactar se conforman en verdaderas herramientas intelectuales, que poseen intensa predominación en la persona en funcionalidad de las prácticas en las que él participa y del uso que hace de ellas como aparatos para pensar y comunicarse.
Evaluación y cambio, estudio y construcción son parte integral de un proceso más extenso, que a partir del punto de vista de Lipman correspondería al pensamiento de orden preeminente y que él nombra "Pensamiento complejo", que se caracteriza por ser "Rico conceptualmente, coherentemente organizado y persistentemente exploratorio".
En este sentido, la perspectiva sobre el papel de la lectura y la escritura para el raciocinio se hace más nítida al entender que por medio de la lectura y la escritura se puede entrar a nuevos métodos de conocer, simultáneamente que se accede a novedosas maneras de pensar, desde las representaciones que se van creando y que se organizan en categorías y construcciones.
Proponer la estrecha interacción existente entre la lectura, la escritura y el raciocinio convoca de manera directa a hacer alusión a la potencialidad de los dos aparatos para reestructurar y dar cuerpo al pensamiento, lo cual Wells nombró la funcionalidad epistémica del lenguaje escrito.
La funcionalidad epistémica atribuida a las prácticas de lectura y de escritura, una vez que el individuo que las ejecuta pone en juego una actividad cognitiva diversa y compleja, se traduce en ocupaciones que desempeñan un papel importante en la estructuración del pensamiento.
De allí que la lectura y la escritura, como prácticas cognitivas y sociales, se transforman en herramientas epistémicas, o sea, en objetos semióticos, como la lectura, la escritura y el raciocinio.
Esta singularidad de la escritura provoca que las representaciones se representen en el rasgo primordial del pensamiento letrado, que es explicado por Olson al mantener que: Todo pensamiento entraña percepción, expectativas, inferencias, generalización, explicación y juicio.
En impacto, la autora destaca la representación como una condición importante del pensamiento letrado, del pensamiento que deviene de la obra cognitiva de enunciados en el proceso de leer y de redactar.
Esta potencialidad de la lectura como herramienta de estructuración del pensamiento se plantea por medio de diversos indicadores que caracterizan cómo el lector se relaciona e interactúa con el escrito: Antes que nada, el potencial epistémico está referente con las operaciones cognitivas que el lector pone en juego para tomar conciencia y control sobre las ocupaciones que ejecuta para interpretar, edificar significados y aprender.
Al leer se activan esquemas de entendimiento adecuados que el lector aporta y que los integra con las claves que realizan inteligible el escrito para atribuirle sentido, como discurso estructurado y conectado con un género discursivo, una tipología textual y con un modelo cultural.
La funcionalidad epistémica de la lectura se nutre además de las múltiples posturas que se adoptan al leer: leer con mirada crítica, leer para documentarse, leer para detectar la tesis del creador, leer enfocando la atención en la información que puede sustraer; leer centrando atención en las experiencias, las emociones y las intuiciones que afloran.
Expresa la creadora que en dicha transacción que es la lectura, en la que lector y escrito se condicionan recíprocamente, acceden a conformar parte las motivaciones, las emociones, las huellas de la vivencia pasada, sus precedentes culturales y sociales, y sus procesos de pensamiento, de los que la atención selectiva escoge ciertos recursos públicos.
Esta mezcla crea anticipaciones, conexiones e influye sobre sus elecciones para el sentido, desde la adopción por parte del lector de lo cual Rosenblatt llamó una "Postura eferente o estética", que guía la actividad selectiva en el constante fluir de la conciencia frente al escrito.
Es de esta forma que la postura que adopta el lector, en este complejo proceso que llamamos lectura, necesita de la activación de procesos de pensamiento para llegar a la obra y construcción de nuevos significados.
En este proceso el lector moviliza operaciones mentales que determinan la obra de significados en el tamaño en que activa muchas diferentes líneas de pensamiento: su cultura, el caso y el objetivo que lo llevaron a aquel escrito especial en aquel instante especial, sus propios supuestos y preocupaciones individuales, sus concepciones, operaciones y tácticas cognitivas que influirán en lo cual él como lector realice con el escrito.
El modelo transaccional, a partir de nuestra visión, indudablemente destaca además la funcionalidad epistémica que cumple la lectura, al resaltar, paralelamente, la iniciativa de unicidad e integridad en cada situación de lectura en la que lector y el escrito interactúan.
En primera instancia, las normas que rigen las producciones escritas son más precisas que en lo oral, lo cual expone más grande rigor y exactitud a grado de su sentido y a grado ortográfico, así como más grande rigor en la organización del escrito en los niveles de enunciación y estructura, conforme el género y en atención a ciertas convenciones del discurso, lo cual necesita exigentes niveles de procesamiento y de selección y organización de las ideas que determinan altos procesos de pensamiento.
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