CUENTO DRAMATICO
Enviado por John0099 • 24 de Febrero de 2018 • 975 Palabras (4 Páginas) • 593 Visitas
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Daniel murió de repente y por pura hazaña del destino, como si conspirara en contra de aquellos que amo todo el tiempo, fue victima de una bala perdida de un campo de tiro en las afueras de la ciudad, el venia en su camionta de casa de su tia, fue a dejarle un viejo perro que era de ella, cuando de la nada la bala atravesó el techo de la camioneta y con el, el hombro de Daniel, esa estúpida bala hizo que perdiera el control y se estrellara contra el muro de la autopista, Daniel quedo con quemaduras de tercer grado, los doctores dijeron en su versión oficial que era imposible que sobreviviera después de la bala, perdió mucha sangre y que ya estaba muerto cuando venia en la ambulancia.
me entere hasta después de salir de la escuela, ese dia habíamos quedado de ir a mi casa y el hiba a pasar por mi, pero nunca lo hizo, tuve que caminar hasta la casa, enojada por que pensé que se le había olvidado, y en cuanto entre, encontré a mi padre sentado el mesa junto a la madre de Daniel, ambos lloraban, yo no entendia que pasaba, cuando me explicaron, no lo crei, Sali corriendo hacia mi cuarto para marcale pero entraba a buzon directo, llore hasta quedarme dormida.
No fui a su funeral, no lo hubiese soportado, decidi seguir llorando, llore como si es fuera a revivirlo, pero como dije antes eso no funciona, no sali de mi casa hasta el mes y fue para ver a una psicóloga, mi padre dijo que era urgente que la viera. Algo muy interesante de los psicólogos es que si realmente no quieres su ayuda no funcionan, y yo sinceramente ya no quería vivir, mucho menos quería su ayuda.
Así es como llegamos hasta este día cuando tengo el revolver de mi padre en la mano y estoy en un campo al que solía venir con mi madre, cuando tenia 8 años.
para que vivir si las personas que amas siempre están destinadas a morir, si siempre estaré sola, yo no puedo soportar esto, realmente no soy fuerte, soy muy cobarde, no soy fuerte como mi madre o como Dani.
-¡perdónenme!
-Perdón, no soy tan fuerte como ustedes –dije con voz quebradiza mientras las lagrimas caían de mi quijada y colocaba el arma en mi cien.
Lo único que escucharon los vecinos fue un estallido lejano y el trino de los pájaros que huían del estruendo.
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