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Comprensión y Producción de Lenguaje 2

Enviado por   •  2 de Abril de 2018  •  5.710 Palabras (23 Páginas)  •  263 Visitas

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Otras cinematografías que vivieron los impactos de la política predominante en estos últimos años, fueron la cubana, que debió reducirse a coproducciones con otros países o prestación de servicios a empresas extranjeras; la peruana, golpeada fuertemente por la no aplicación de la Ley de Cine y los recortes presupuestarios a CONACINE, su organismo cinematográfico; la boliviana y la venezolana, víctimas de las crisis económicas y políticas que desde fines de los 90 envolvieron a esos países.

En el caso de Ecuador, su producción de largometrajes es casi insignificante, aunque los escasos filmes realizados en ese país, particularmente los de Camilo Luzuriaga, han logrado un significativo interés por parte del público local. Recién en 2006, con la sanción de una ley de cine, podría comenzar a desarrollarse una actividad productiva de carácter más sostenible.

Otros países, como Chile y Colombia, e incluso Uruguay, tomaron cierto impulso en los primeros años de este nuevo siglo, debido a una clara decisión de las políticas gubernamentales en favor de la industria audiovisual, como sucedió en los dos primeros casos, y a una coyuntura favorable en el país rioplatense, donde confluyó la calidad de gestión y producción de sus cineastas y la realización de coproducciones, estimuladas con el apoyo del Programa Ibermedia, del que participan la mayor parte de los países de América Latina que cuentan con experiencias productivas y una decisión favorable de sus gobiernos y sus organismos de cine.

En cuanto a las posibilidades de amortización de las inversiones productivas en los mercados locales, las políticas económicas instaladas en los años 90 en la mayor parte de la región hicieron multiplicar por más de 3 veces, en valores constantes, el promedio de los costos de la producción en cada país.

Si a mediados de los años 80 era posible filmar un largometraje con un costo de entre 150 000 y 350 000 dólares, esa cifra saltó a entre 600 000 y 1 millón de dólares en los años 90. Medidos en dólares, estos costos han sufrido variaciones que responden a las políticas económicas de cada país. Así, por ejemplo, mientras que en Argentina el presupuesto de un filme era en los años 90, inclusive hasta 2001, de entre 1,2 y 1,5 millones de dólares, tras la devaluación monetaria implementada en 2002 pasó a representar entre 0,6 y 0,8 millones. Brasil mantuvo estable el costo medio de 1,5 millones entre 1996 y 2003 –cifra que se aproxima al que es habitual en otros países, como México y Puerto Rico– y en la mayor parte de los otros países el costo creció según las fluctuaciones monetarias y el porcentaje que los rubros dolarizados ocupan en el presupuesto de una película. En términos generales, los presupuestos de largometrajes en 35mm en la mayor parte de los países de mediano o pequeño desarrollo oscilan entre 500 000 y 800 000 dólares por película.

Es sabido que, en términos generales, el porcentaje que percibe finalmente el productor, es el 30%, o menos, de las recaudaciones habidas en las salas (el 50% es retenido por el exhibidor y entre el 20% y el 30% por el distribuidor).

Esto hace que, si la amortización de un filme queda librada al juego del mercado, una película con un costo medio de 1 millón de dólares, en un país donde el valor medio de las localidades es de, por ejemplo, 3 dólares, requiere para su amortización productiva de un ingreso bruto en salas de más de 3 millones de dólares, es decir, como mínimo de 1 millón de espectadores, una cifra que prácticamente ninguna cinematografía tiene como promedio anual para el conjunto de su actividad productiva. En nuestro caso, la producción latinoamericana no convoca siquiera a 100 000 espectadores como cifra media de todas sus películas.

Allí donde el Estado aparece ausente, no puede hablarse de producción fílmica de largometraje, salvo en casos completamente excepcionales. Tampoco de información elemental sobre el número de salas, y los volúmenes de espectadores y de recaudaciones.

Un balance preliminar sobre el panorama global del cine latinoamericano permite sostener que el mayor problema que enfrenta es el de su financiamiento. Este aparece condicionado sustancialmente por la necesidad de disponer de un adecuado mercado local o regional para reciclar rápidamente las inversiones y desarrollar una producción sostenible, capaz de irse desprendiendo gradualmente de la tutela gubernamental y de insertarse cada vez más en las expectativas socioculturales –hábitos y consumos– de cada comunidad.

Es pues, el análisis pormenorizado de cada experiencia nacional lo que puede fundamentar de mejor modo la elaboración de las diferentes alternativas de desarrollo, las que, por otra parte, deberán tener también en cuenta indicadores no menos decisivos, como son las relaciones culturales, políticas, sociales, etc., entre los países vecinos y las de estos con otros grupos de países y con la región en su conjunto.

Adaptado de (2007) Los desafíos de la industria del cine

en América Latina y el Caribe http://www.ehu.es/zer/hemeroteca/pdfs/zer22-08-getino.pdf

Fuente 4

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Exposición de motivos (fragmento)

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NOTA: Tanto la Ley N 26370 como su última modificatoria pueden verse completas como en el Blackboard.

Fuente 5

El 2014 promete ser un buen año para el cine nacional. Por lo menos, ha comenzado muy bien: el Estado Peruano destinará a la producción cinematográfica 7’290.000 soles para que sean distribuidos en premios a cintas en distintas etapas de su producción. La cifra se acerca bastante a las 2.008 UIT que, por ley, el Estado le debe dar a la cinematografía.

“Creo que han sido sucesivas gestiones, primero las de Conacine y después de nuestra dirección, las que han llevado a conseguir este dinero”, comenta Pierre Emile Vandoorne, titular de la Dirección del Audiovisual, la Fonografía y los Nuevos Medios (DAFO), quien ha tramitado el presupuesto y es el responsable de velar por convocar los concursos y entregar los premios.

Además de los premios ya conocidos de años anteriores, como los que se entregan

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