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Cuento TRAVESIA AL CAMPAMENTO DE VERANO

Enviado por   •  4 de Septiembre de 2018  •  1.631 Palabras (7 Páginas)  •  509 Visitas

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Después de eso, fui el cuchicheo del resto del viaje, y cuando llegamos a Santiago, el chofer se reía y me decía que jamás hubiera imaginado que el viaje sería tan entretenido y que además, alguien pudiera salir por esa ventanita tan estrecha.

En el terminar, retiramos nuestros bolsos, nos despedimos de nuestro amigo Alfonso y su compañero, miramos con nostalgia la despedida de nuestros amigos de la delegación de Ping Pong y partimos a la sede en la cual nos íbamos a juntar, sólo sabía que era en calle Alameda con Compañía.

Una vez allí, nos reunimos con las delegaciones de Antofagasta, Valparaíso, Coquimbo y Santiago, y todos – los que sumábamos más de 30 juveniles – partíamos en tren al atardecer, rumbo a la ciudad de Concepción. Yo estaba maravillada con la idea de llegar a Conce, mi papá es penquista y mi abuela vivía en Penco, en una linda parcela llena de árboles frutales, araucarias, copihues y además, tenía conejos y gallinas ponedoras.

A las 5 de la tarde partíamos a la Estación Central a tomar nuestro tren, el cual llegaría cerca de la medianoche a Concepción. Cuando llegamos, pude apreciar que el tren tenía varios vagones, unos muy bonitos y otros no tanto, y como bien supuse, y el presupuesto era bajo, nosotros viajábamos en el vagón no tan bonito ni cómodo. Pero allí estábamos, un poco más de 30 jóvenes. Fue muy entretenido el viaje, a penas subimos los peldaños de acceso a nuestro vagón, de inmediato unos amigos de Valparaíso comenzaron a cantar y animaron al resto, lo que hizo que todos formáramos un grupo bien ameno, unido, grato y con ganas de participar en lo que estábamos pronto a competir, nuestro Encuentro del Campamento Juvenil.

Nuestro vagón constaba de unas repisas para apilar nuestros bolsos y tenía asientos dispuestos iguales a los de un microbus (ni comparado con el vagón de primera clase que era lindo hasta con mesas entre los asientos para sentarse a conversar y poder ordenar algo de comer). Con Paola y Anita nos reíamos tanto, porque nunca en la vida nos habríamos imaginado que nos iba a tocar viajar con personas que transportaran cestas con gallinas, canastos de mermeladas, otros llevaban pasteles por montón, y uno de los pasajeros llevaba ¡dos patos!, ¿qué sentirían esos pobres patos en medio de un montón de jóvenes cantando? ¿Estarían nerviosos por tanta bulla y gentío?, de igual forma tenían literalmente la embarrada, ya que estaban como locos con tanto canto, guitarra, charango, flauta y por supuesto, gente por todos lados, moviéndose, acomodándose y dejando su equipaje.

El viaje se hizo cortísimo, ya que el tiempo se nos pasó realmente volando por lo entretenida que estaba la convivencia, y logramos conocernos todos, al punto que en el ambiente se sentía la armonía que había surgido, la energía que nos habíamos trasmitido y la alegría de llegar a Concepción en nuestra entretenida travesía en tren. Casi sentimos nostalgia, al bajarnos del tren en la Estación de la ciudad, dimos una última mirada y nos reunimos con mis amigas, para iniciar la asignación de taxis, habitaciones y encargados de grupo… que entretenido viaje.

Bueno, y lo que pasó en el campamento, eso es materia de otro cuento…

Título del Cuento Travesía al Campamento de Verano

Seudónimo Opoyac

Nombre del autor Ma. Soledad Pantoja Hoffart

Dirección Pedro Gamboni N° 2147 – Depto. 501 – Iquique

Teléfono 96428984

Autobiografía

Siempre gustando de las artes plásticas, pintura y la lectura, nacida en Madrid – España, llegando a Chile a la edad de 6 años para ser criada entre las ciudades de Santiago, Mejillones e Iquique. Estudió en un colegio técnico profesional, para luego titularse de Ingeniero Comercial en la Universidad Arturo Prat.

Su madre, dueña de casa, hoy ayudante contable, y su padre, Contador Público, son su fuente de admiración y orgullo, sumado a sus dos hermanos, Alejandra y Sergio, quienes viven en Santiago y siempre se llaman y visitan constantemente, forman su familia que ha sido unida y trabajadora, pero sobretodo, alegre y cariñosa.

Hoy se suma a su fuente de energía y alegría, su hija Renatta, quién es su pilar y compañía del día a día.

Profesionalmente, se ha desempeñado en el área de los servicios, liderando equipos de trabajo y supervisando las áreas de gestión comercial bajo su dependencia.

Sus pasatiempos son leer, caminar por la playa, pintar y bordar, además de jugar con su hija y cocinar distintos tipos de postres, inventando siempre algo nuevo para agregar a su recetario de repostería.

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