Cuento original- Alondra Salazar

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Cada día para ellos es igual al anterior pero ellos son distintos y este día en específico. El 16 de junio de 1904 es cuando caen en cuenta de que nunca volverán a ser quienes eran y que todo se perdió. El cambio o transformación por el que pasan es tan grande que su remordimiento se hace mucho peor. ¿Por qué no lo hicieron de otra manera? ¿Por qué se dejaron llevar? ¿Acaso no habían sentido nada? Sensaciones y sentimientos encontrados que los hacían volver a preguntarse una y otra vez.

No importaba lo sucios que se sintieran sabían que eso los iba a limpiar. No hay nada más limpio que lo sucio. Cada momento del día es una transformación más. Nunca se acaban. Nunca se daban por terminados.

Los momentos de distracción o de ira muestran su humanidad. La pasión. La idea de experimentar con la sexualidad es para darle calma al deseo. La unión entre ambos es ese despertar de juventud. Simboliza la unión del pasado del presente y del futuro. Ten cuidado con lo que deseas de joven porque lo tendrás en tu edad madura.

Siempre intentando regresar. Son la resurrección y la vida. Son lo que simboliza el irse. La reencarnación de la muerte del yo anterior. El comienzo de todas las sensaciones de nuevo. El encontrar a alguien como tú y enseñarle. Aconsejarlo. Evitar que cometa los mismos errores. No importa si es por sangre o solo alguien que parezca tu reflejo. El tú al que no puedes volver. Evitar que sufra de remordimiento. Evitar que se pierda.

Al fin y al cabo el fin no es suficiente pues nunca se acaba de verdad. Siempre se reinicia. Siempre se cambia. Siempre se vive. Porque no importa cuánto tiempo pase. Cada viernes enterrara un jueves.