Literatura Mexicana del Siglo XX. Los contemporáneos
Enviado por Sara • 23 de Febrero de 2018 • 2.520 Palabras (11 Páginas) • 529 Visitas
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Para Usigli era imposible construir una idea de patria sin tener en cuenta el pasado, el presente y el futuro. Y la manera perfecta de hacerlo, para él, era evidentemente por medio del teatro. En el prólogo de su obra Corona de Sangre explica: «un pueblo, una conciencia nacional, son cosas que se forman lentamente, y para mí la conciencia y la verdad de un pueblo residen en el teatro». Es en el teatro en donde el autor encuentra respuesta a sus múltiples preguntas a cerca de la esencia mexicana, también dice: «¿quién somos y por qué somos así?» Su respuesta: «más de treinta farsas, dramas, comedias y tragedias con sus respectivos ensayos sobre la esencia, ausencia y apariencia del mexicano». Es la vida para él, una obra de teatro.
A pesar de su insistencia por el tema del yo mexicano y su entorno, Usigli busca universalidad en sus obras. Configura escenas de la vida tan profundas y complejas, que el resultado final es una viva imagen, una reproducción fiel de un México que abre sus puertas al mundo. Una realidad que despierta curiosidades, y que además deleita y es transgresiva desde su forma. Otro de sus importantes aportes es La trilogía de la corona, tres obras en las que recoge tres momentos decisivos de la historia de México. La primera de ellas es Corona de sombra (1943), obra que se centra en algunos hechos relacionados con el Imperio de Maximiliano, luego viene Corona de fuego (1960) obra que narra la derrota de Cuauhtémoc frente a Cortés, y finalmente Corona de Luz (1963), obra que cuenta la aparición de la Virgen de Guadalupe. Todas ellas, historias que recogen algo de la realidad del país, pero que sin duda están planteadas desde la mirada particular de su autor.
Fue así cómo este escritor se consagró como hito en la historia de las letras en México, y en particular, en la historia del teatro mexicano. Fundador de la escuela de teatro de la UNAM, de 1933 a 1947 ejerció como profesor de historia del teatro mexicano y composición dramática; y sería este escenario, lo que impulsaría a la generación posterior para seguir abriendo camino en la dramaturgia mexicana. Usigli fue la base para lo que vendría después con la generación del 50.
Ruptura y encuentro: la Generación del Medio Siglo.
Podemos afirmar que el teatro mexicano de la segunda mitad del siglo XX se regenera creando espacios propicios para la creación y la exposición literaria como lo son el Teatro en Coapa y Poesía en Voz Alta (1952) que se erigen como un plan de acción cultural bajo el mando de Jaime García T. vocero cultural de la Universidad Autónoma de México y, por otro lado con la batuta en manos de Héctor Azar profesor de literatura de la Preparatoria número 5 de la UNAM, se crea el programa de teatro con los estudiantes (1954). Acogidos por estas dinámicas, que son muy similares a las de La Barraca de Federico García Lorca, encontramos pintores, dramaturgos, músicos, escritores y actores que llevan la experiencia escénica a un nuevo nivel. Es bajo este panorama y la dirección de Octavio Paz y Juan José Arreola que crecen y se forman los estudiantes universitarios que posteriormente darían vida a la Generación del Medio Siglo, como es el caso de Héctor Mendoza, Carlos Solórzano, Elena Garro y hasta el mismo Carlos Fuentes.
Poesía en Voz Alta logra consolidarse como el punto de partida del teatro experimental mexicano, en esencia se buscaba volver a los orígenes del teatro despojando a este de todo artificio innecesario para hacer de la palabra hablada su centro, su esencia, se pretendía unir los presupuestos del teatro del Siglo de Oro con las vanguardias europeas. La influencia del teatro breve de Lorca es muy notaria en este periodo, al igual que el deseo de incorporar elementos populares como lo son la carpa y el “music hall”, lo que enfatiza el carácter de espectáculo, de juego, de divertimento, por ende el trabajo del director adquiere un peso de desmedidas dimensiones.
Nos encontramos ante una reconfiguración del mapa teatral mexicano, no solo se rescatan y se presentan los clásicos de la tradición hispánica también se da pie a voces nacionales, incluso a aquellas que provienen de la periferia provinciana, ese otro México que resiste al cambio y se aferra a una cultura arraigada en la pobreza, estamos frente a un teatro de confrontación: provincia-ciudad, progreso-marginación, tradición-modernidad, entre las vanguardias y un remanente de lo revolucionario.
Para hablar de la Generación del Medio Siglo es necesario acudir a términos como ruptura, cambio, revitalización, ya que no solo nos enfrentamos a un relevo generacional sino que estamos frente a la renovación del espacio teatral en su totalidad. Si bien es verdad que estos jóvenes del 50 son “hijos” tanto de los contemporáneos como de Usigli, lo que los hace herederos de cierta tradición, también es verdad que todo aquello que se había producido a la fecha en el país ya no responde a la realidad vivida, el nuevo aire de modernización y el llamado “desarrollo estabilizador” producto del gobierno de Miguel Alemán y la inversión extrajera hace necesario un cambio de paradigma, mirar a la sociedad desde un nuevo horizonte, derribando lo que José Luis Cuevas denomina “la cortina del nopal”, rompiendo estereotipos e imágenes convencionales ya que el país se encontraba en transición, dejaba de ser esencialmente rural y nacionalista para convertirse en una ciudad cosmopolita.
Cobijada bajo la tutela de Salvador Novo y el Instituto Nacional de Bellas Artes la generación se consolida y unifica siendo Rosalba y los llaveros y Los signos del zodiaco de Emilio Carballido y Sergio Mañaga respectivamente, las obras que permiten presentar a la generación ante el público, quedando de manifiesto no solo la renovación ideológica, sino también –y de manera más evidente- el cambio formal, el acento ya no está puesto sobre la crítica social sino el desentrañamiento del problema, en el enfoque y los recursos que se usan para exponerlo, por ello lenguaje, espacio y tiempo juegan un papel esencial en el texto dramático. Se consolida un teatro realista, de análisis social y psicológico creando una nueva estética que marca la producción teatral en México aún hasta nuestros días dejando de lado, de una buena vez, el teatro de revista, lo que permite exhibir un retrato más profundo y complejo del mexicano.
Hablamos de ruptura y encuentro, porque se rompe con aquellos ecos de antaño, con el nacionalismo propiciado por el movimiento revolucionario, el folclor y el costumbrismo, pero en cambio se encuentra una voz, voz que permite comprender las formas bajo las cuales se erige la sociedad y cuestionar el devenir del mexicano, no solo en
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