Filosofías que viven del cuento

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de uno de los más importantes de estos cuentos, el del Estado de Naturaleza.

Empezando por la versión cronológicamente más antigua, la hobbesiana, hay que destacar la arbitrariedad de sus bases antropológicas, que tienen la misma validez que afirmar que el hombre es feo o alto por naturaleza.

En cuanto a la segunda versión del cuento, la rousseauniana, de idéntica arbitrariedad, parece expresar un cierto sucedáneo secularizado del relato de la Primera Caída. Éste último, sí tiene valor al expresar una verdad de la naturaleza humana herida por el pecado, como es su corruptibilidad y, algo muy olvidado hoy en día, que es falible .

En relación a estas dos tendencias, se comentó algo en clase muy interesante que es que cada uno se hace preguntas y enfoca su pensamiento según lo que le extraña. El asombro, fascinación o perplejidad, se destacan como momentos previos al filosofar. Sin embargo hoy, el común, harto de cuentos difíciles de creer y sus discursos parejos, ya no se asombra, ergo no se pregunta por nada. Simplemente es indiferente y, envuelto en una espiral consumista y mimado por el maternal Estado de Bienestar; sólo busca minimizar el dolor y maximizar el placer, delegando en otros el engorro de pensar.

En el extremo opuesto encontramos personas que siguen aferrándose, con tremendo ardor dogmático, a la radicalidad de ciertos cuentos y lecturas interesadas de la historia. No hace falta que se pregunten nada, ya tienen todas las respuestas. Véase como ejemplo el tweet de una insigne activista de Femen: “No hay barrera, cerradura ni cerrojo que se pueda imponer a la libertad de mi mente” .

Para la disciplina que nos ocupa, tener en cuenta ambas tendencias nihilistas, la relativista y la dogmática, tiene gran interés para la parte que se ocupa del conflicto público, pero especialmente para la que se ocupa de la negociación política. Difícilmente será posible negociación o discusión constructiva alguna para el bien común, con personas que se sitúen en ambos extremos. De cara a la negociación, los primeros estarán satisfechos mientras no les molesten en su egoísmo ensimismado. Los segundos, buscarán a toda costa imponer su modelo, por lo que negociar será complicado. El reto se plantea interesante.

En cualquier caso, volviendo al tema de los cuentos, que está en el origen de lo anterior, valga decir que siempre son más inofensivos y deseables los de los Hermanos Grimm o, por “barrer para casa”, los de Calleja.