Guía de lectura del Discurso de Cicerón en defensa del poeta Arquías
Enviado por tolero • 29 de Septiembre de 2018 • 4.126 Palabras (17 Páginas) • 627 Visitas
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De orden extrajurídico (de extra causam) (12-30): Si Arquías no fuese ciudadano romano, merecería, sin duda, serlo. Exposición de las razones que le llevan a tal aserto: se trata de un eminente poeta; las letras, los estudios humanísticos, son un reposo, un descanso, para el ajetreado ritmo de vida que imponen los negotia; en la dedicación a estos estudios se ennoblece el espíritu humano, el orador da solidez a sus conocimientos y el sentido cívico experimenta notable incremento. Todos los pueblos, todos los grandes hombres, han admirado y respetado a los artistas, a los poetas. Caso de Homero: numerosas ciudades se disputan la gloria de haber sido su patria. Además, Arquías ha puesto su talento poético al servicio directo de la gloria del pueblo romano: al cantar las hazañas de Mario y Lúculo está enalteciendo a Roma. Ennio, por cantar las gestas de los romanos, mereció la ciudadanía. ¿A Arquías, adornado de semejantes méritos, se le despojará de ella? El amor a la gloria es un sentimiento profundamente enraizado en la naturaleza humana. Cicerón mismo confiesa sentir ese legítimo anhelo y aspirar a la inmortalidad.
Peroración (31-32):
Expone, resumidos, los argumentos fundamentales; renueva la súplica a los jueces de que disculpen su inusitado género oratorio, a la vez que solicita protección para su defendido.
4. Existen tres géneros de discursos de oratoria:
El genus iudiciale (género judicial o forense) es el que corresponde a las exposiciones realizadas ante un juez con el objetivo de acusar o defender, respecto de un asunto del pasado, una causa planteada en término de justicia frente a injusticia.
El genus deliberativum (género deliberativo o político) es el que corresponde a los discursos pronunciados ante una asamblea; el orador pretende aconsejar o disuadir en términos de utilidad. Frente al género judicial, que se centra en acontecimientos pasados, el tema de los discursos deliberativos es cómo afrontar en el futuro un determinado asunto.
El genus demonstrativum (género demostrativo o epidíctico) se centra en individuos particulares a los que se trata de alabar o denostar ante un público; se ocupa de hechos pasados y se dirige a un público que no tiene capacidad para influir sobre los hechos, sino tan solo de asentir o disentir sobre la manera de presentarlos que tiene el orador, alabándolos o vituperándolos. Está centrado en lo bello y en su contrario, lo feo.
El pro Archia pertenece, en primer lugar, al género judicial, presente en la primera parte de la demostración, en la que Cicerón demuestra mediante argumentos por qué el poeta Arquías cumple con los requisitos legales para ser ciudadano romano: adscriptio, domicilium, professio. En segundo lugar, pertenece al género epidíctico, presente en la segunda parte. Se trata de una confirmación extrajurídica (propositio extra causam), es decir, que no corresponde al ámbito jurídico a la que pertenece la defensa, pero que está ligada a esta en forma digresiva. Afirma que si Arquías no fuese ciudadano romano, tiene los más superiores méritos para serlo y debe admitírselo en tal derecho. Para ello, se ocupa de la excelencia, beneficio y goce de la poesía, de los estudios literarios en general y en referencia particular a Arquías; también se extiende en la misión elevada de los poetas en la sociedad y de la gloria personal y nacional que aportan, especialmente los épicos.
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5. Con la frase “in hoc novo genere dicendi” (en esta innovada forma de elocución), Cicerón se refiere al discurso en alabanza a los estudios humanísticos y a las habilidades retóricas “divinas” de los poetas, en especial Arquías. Es el genus demonstrativum que Cicerón incorpora en la causa.
Otras frases que se refieren a lo mismo se encuentran en el §3: “hoc uti genere dicendi” (utilice este género de oratoria) y “uti prope novo quodam et inusitato genere dicendi” (valerme de un género de oratoria en cierta manera nuevo e inusitado).
6. Arquías era griego, originario de Antioquía (Asia Menor); ya en su adolescencia se labró un amplio renombre como poeta e improvisador en Asia y Magna Grecia, donde obtuvo honores y premios. Trasladado a Roma, es recibido por los círculos aristocráticos más distinguidos, sobresaliendo entre todos por su afección al joven poeta el de los Lúculos. En compañía de uno de ellos, Lucio, viaja a Sicilia y, al regreso, los habitantes de Heraclea, en Lucania, le nombran ciudadano. Al ser promulgadas la lex Julia (90), que confería la ciudadanía a los itálicos que hubiesen depuesto las armas, y la lex Plautia Papiria (89), que la concedía a los peregrini inscritos y domiciliados en ciudades itálicas que se presentasen en el plazo de dos meses ante el pretor, Arquías se acoge a sus beneficios como ciudadano heracliense, latinizando su nombre con el praenomen Aulus y el gentilicio de los Lúculos Licinius.
Realiza dos viajes a Asia, en el 86 y en el 70 a.C., acompañando también a Lucio Lúculo; en el 62 recae sobre él la acusación de Gratio.
A pesar de la razón expresa para hacerse cargo de la defensa, en reconocimiento al poeta por haber sido maestro suyo, indicada al principio del discurso, no son claros los motivos reales para tal determinación. Hasta incluso es dudoso que Arquías fuera maestro suyo.
Se sospechan razones de intereses políticos, literarios y particulares para aprovechar esta defensa:
- Cicerón quiso defender su prestigio de las críticas basadas en su condición de homo novus y no romano, en situación un tanto similar a la de Arquías, que hacía peligrar su orgullosa creencia de considerarse guía y maestro de la política romana y de la educación cívica.
- La muerte de los partidarios de Catilinia, tras un proceso y decisión no muy regular, sin intervención del pueblo, le había procurado enemigos irreconciliables del partido democrático, César en especial.
- Es manifiesto el deseo de Cicerón de atraerse las simpatías de los Lúculos, protectores de Arquías, probablemente molestos con el abogado porque había defendido la sustitución de Lucio Lúculo por Pompeyo en el mando de las operaciones militares de Oriente. Además, los Lúculos eran en aquel momento jefes del partido aristocrático, facción opositora del partido democrático.
- El conocido orgullo de Cicerón, su apasionado deseo de ver cantado su -para él- glorioso consulado del 63, había creído encontrar en Arquías un poeta que asegurara
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