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Cultura en la década del 70

Enviado por   •  4 de Septiembre de 2018  •  11.926 Palabras (48 Páginas)  •  283 Visitas

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Cuando el golpe de estado se estableció en nuestro país en manos de Videla “la situación de la sociedad argentina se asemejaba nítidamente a procesos que afectaban a otros países de América Latina” (Ministerio de Educación, 2010, p. 23). La dictadura militar disolvió el congreso, prohibió los sindicatos y cercenó la actividad de los partidos políticos. Se comenzaron a utilizar métodos de desaparición y tortura con todo aquel al que se lo consideraba subversivo.

El subversivo era aquel habitante que se oponía fervientemente a las políticas impuestas por el gobierno de facto, al igual que lo hacia el enemigo interno, según el punto de vista del gobierno; se lo consideraba una amenaza al orden social y se decía que éste era capaz de alterar la estabilidad política de un país. Tal como se explica en el video “La dictadura: economía y represión” (2013) a partir de marzo de 1976 la definición de subversivo no es aplicada solamente a las organizaciones armadas revolucionarias y a la militancia de izquierda, también se extiende a obreros, sindicalistas, artistas, estudiantes e intelectuales que se muestran en desacuerdo con las políticas del nuevo régimen. A ojos del gobierno militar, también son subversivos, la literatura, el rock y la matemática moderna.

El gobierno de facto obligaba a toda persona que conociese a algún sujeto subversivo, sea amigo, compañero de trabajo, vecino o incluso un familiar, a que realice una denuncia o directamente lo delate con las autoridades de las Fuerzas Armadas, de ésta manera el considerado subversivo era capturado y llevado a uno de los tantos centros clandestinos de detención. Según el video anteriormente mencionado “La dictadura: economía y represión” (2013) el método más utilizado, era el de la desaparición forzada de personas, que consiste en secuestrar a los presuntos subversivos, ya sea en sus hogares, lugares de trabajo o en plena vía pública para llevarlos a cualquiera de los centros clandestinos de detención.

Para 1976, la Argentina estaba dividida en diferentes, zonas, sub zonas y áreas en los que funcionaban casi 350 centros clandestinos de detención, éstos generalmente se encontraban dentro de establecimientos militares o policiales, como la ESMA; o lugares especialmente diseñados para las torturas. En los mismos se utilizaban los métodos que anteriormente el ejército argentino había aprendido de los franceses en la Escuela de las Américas. Se torturaba a los prisioneros sin juicio alguno para tratar de sacarles información, el método más común era la tortura sin límites, se sometía a los secuestrados a condiciones de vida extremas, eran violados y ultrajados, no se lo dejaba comer ni hablar, y todos los detenidos eran encapuchados o tenían los ojos vendados. Se los mantenía en esas tormentosas condiciones durante semanas, hasta incluso meses.

“Obreros, dirigentes de comisiones internas de fábricas, sindicalista, periodistas, abogados, psicólogos, profesores de universidades, docentes, estudiantes, niños, jóvenes, hombres y mujeres de todas las edades y estamentos sociales fueron su blanco” (CONADEP. Nunca Más, Buenos Aires, Eudeba, 2006.) El target principal de los secuestradores eran ciudadanos jóvenes, precisamente entre los 16 y 25 años, aunque también estaban incluidos las mujeres embarazadas y los niños pequeños. En números, hubo treinta mil personas entre desaparecidos y torturados después de la dictadura del 76’, entre ellos quinientos niños. En ésta época también, muchas embarazadas debieron dar a luz en los centros de detención, con exactitud, 490 niños nacieron clandestinamente, y solo 120 han recuperado su verdadera identidad y hoy comparten con sus respectivas familias. El resto de ellos fueron adoptados por familias de militares o abandonados en baldíos.

Hasta la actualidad sigue siendo una lucha interminable el hecho de reunir a los hijos de desaparecidos con sus familias. En 1977, a un año de comenzada la dictadura, un grupo de abuelas creo la Asociación Civil Abuelas de Plaza de Mayo, la cual es una “organización no gubernamental cuyo objetivo es localizar y restituir a sus legítimas familias todos los niños desaparecidos por la última dictadura argentina.” (Abuelas de Plaza de Mayo, 2013). Para el día de la fecha, Abuelas ya consiguió reunir a más de 100 nietos con sus familias, logrando así un poco de alivio para el dolor que sigue sintiendo nuestro país a nivel social.

Para fines del 77’, no solo los ciudadanos “comunes” eran arrestados, secuestrados y torturados, si no también estaban involucradas las personalidades del espectáculo más reconocidas de la época. Los artistas que trataban de utilizar sus canciones y su arte como medio de protesta o de comunicación hacia los argentinos en ese momento, eran considerados subversivos al igual que el resto de las personas que querían reclamar por sus derechos, o incluso darle a conocer los acontecimientos que se estaban dando en ese momento, a los ciudadanos que no sabían realmente lo que estaba haciendo el gobierno de facto.

Entre 1976 y 1983, los militares a cargo del golpe de estado concretaron las llamadas Listas Negras, en las que, según la página web del diario “Página 7” (2013):

Intelectuales, artistas y periodistas estaban clasificados en niveles, y algunos, como el escritor Julio Cortázar, debían continuar prohibidos aun tras el regreso de la democracia. Las juntas militares […] dispusieron una exclusión gradual de personas de estas listas durante la transición hacia la democracia, pero incluyeron una nómina de 46 personas que continuarían conservando su clasificación dentro de la llamada ‘Fórmula 4’ más allá del segundo semestre de 1983, compuesta por artistas, periodistas, locutores y docentes.

En 2013, el Ministerio de Defensa dio a conocer documentación histórica que fue gallada en el subsuelo del Edificio Cóndor de la Ciudad de Buenos Aires, en estos documentos, se encontró la primera lista negra que data del 6 de abril de 1979 y contenía 285 personas bajo la categoría de “Fórmula 4” por sus “antecedentes ideológicos marxistas”, entre ellos están los actores Alfredo Alcon, Norma Aleandro, Héctor Alterio, el periodista e historiador Osvaldo Bayer, los escritores Abelardo Castillo, el antes mencionado Cortázar, la cantante Mercedes Sosa y el compositor Atilio Stampone.

A partir del 78´, la gran mayoría de los cantantes y actores de la Argentina corrían el mismo riesgo que el resto de los argentinos. Los medios de comunicación clausurados y censurados impidieron que se transmitiera la verdad sobre los hechos que estaban ocurriendo en nuestro país y la gente ya no tenía ningún medio para comunicarse abiertamente

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