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José María Vigil y México a través de los siglos

Enviado por   •  22 de Marzo de 2018  •  2.636 Palabras (11 Páginas)  •  412 Visitas

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Habían dos cosas que resaltan en ese documento; la orgullosa personalidad del dictador y el soberano desdén con el que ultrajaba a los caudillos de la revolución que le arrojaban del poder. Su vuelta al país fue para él un verdadero sacrificio.

El nuevo presidente, expidió el día quince una proclama escrita estilo moderado y conciliador. En ella presentaba a grandes rasgos las dificultades de la situación; los motivos que le habían obligado a aceptar el puesto que se le confiaba, no obstante el primer pensamiento que de introducir reformas en las guerras de Guerra y Hacienda; ofrecía la organización de la guardia nacional “Hacía un llamamiento a toda la nación para que le ayudase en tan ardua tarea, y protestaba que, desnudo de toda ambición de mando, en el momento en que viera algún desvío en la opinión pública, se separaría del poder de que era interino depositario”

Los generales Díaz de la Vega y Carrera, la verdad es que ambos habían pertenecido a la administración del dictador; que ambos habían sido designados por éste para formar el gobierno que hubiera querido. El plan de Ayutla, proclamado por la guarnición de México, había sido falseado en un punto esencial, declarando general en jefe de las fuerzas que lo sostenían al reconocido en la capital.

El nombramiento de representantes hecho por Díaz de la Vega fue severamente censurado por la prensa liberal. Uno de los periódicos con más leído, había aplaudido el pronunciamiento de las tropas y la elección del general Carrera. “Lo diremos con franqueza, porque roda reticencia nos parece peligrosa; en los sucesos de ayer vemos que asoma ya el principio de la contrarrevolución, el falseamiento de las ideas que han obtenido la victoria…” El giro que habían tomado los sucesos de la capital de la República, y más particularmente el pronunciamiento de San Luis, indicaban con toda claridad que el partido conservador estaba poco dispuesto a abandonar el campo a sus adversarios políticos, y que, por el contrario, abrigaba la resolución inquebrantable de luchar hasta el fin, convirtiendo en su provecho, de ser posible, la revolución que acababa de derribar la dictadura.

Aquella situación verdaderamente anárquica, daba lugar a episodios más o menos violentos en cada localidad. Generalmente sucedía que las autoridades santanistas, viendo que el dictador había desaparecido, se apresuraban a pronunciarse; el pueblo por su parte se abandonaba a manifestaciones que tomaban con frecuencia un carácter tumultuoso. Así fue como querétaro, al verificarse el pronunciamiento, el pueblo rechazó al gobernador cabrera;en Toluca, tuvieron que huir de la ciudad los generales Salas y Ortega, y en Puebla fuerzas de caballería e infantería cargaron sobre la muchedumbre, que reunida en el Paseo Nuevo daba vivas a la libertad.

La administración recientemente creada en la capital, dictaba varias posiciones encaminadas a introducir el orden y la moralidad. Los primeros actos en el ramo de Hacienda merecieron el aplauso de la unión pública. Fueron respuestas en sus empleos algunas personas que habían sido destituidas como acusadas de conspiración. Se quitó a los comandantes generales las facultades que tenían en Hacienda, mandando hacer efectiva la responsabilidad de los empleados.

Díaz de la Vega, con su carácter de general en jefe, había expedido una circular a fin de que cesase toda la hostilidad entre las tropas beligerantes. Los desterrados de la administración anterior volvía a sus hogares; los presos por causas políticas eran puestos en libertad. El veinte de agosto se expidió una convocatoria de congreso extraordinario, para que constituyese libremente a la nación bajo la forma representativa republicana popular, adaptándose la convocatoria expedida en el año 1841 con algunas modificaciones indispensables.

El veintidós de agosto, Comonfort entra a Guadalajara. Gran número de liberales de aquella ciudad dirigieron a Comonfort, pidiéndole que no falseara la revolución; que el plan de Ayutla siguiera en pie, desconociendo, en consecuencia el orden de cosas que se había organizado en la Ciudad de México en virtud del pronunciamiento del día trece. Comonfort dejó entrever bien claro su pensamiento en una proclama dirigida a los habitantes de aquella ciudad, “No, no permitamos que una ley tan costosa, que un programa sancionado por los más nobles sacrificios se desnaturalice”.

Deteniendonos un poco, en los estados del Norte, desde mediados de 1854 se había verificado en Ciudad Victoria, un movimiento revolucionario con el licenciado Garza a la cabeza, quien se presentó en las puertas de Monterrey, desde donde tuvo que retroceder ante la defensa que de la plaza hizo el general Ampudia. Muy distinta fue la conducta de su sucesor el general don Jerónimo Cardona; siguiendo este las huellas del dictador, inauguró una era de persecuciones y arbitrariedades que presto le enajenaron la voluntad de aquellos pueblos y el 13 de mayo de 1855 se pronunció en Lampazos don Santiago Vidaurri, quien se dirigió inmediatamente a la capital de NUevo León, que ocupó el veintitrés del mismo mes, haciendo prisionera a toda la guarnición junta con el General Cardona. Vidaurri quedó investido de las funciones políticas y militares.

El veintiséis de agosto, don Antonio Haro y Tamariz, que se titulaba primer jefe del ejército y vecindario de San Luis Potosí, y don Juan José de la Garza, gobernador del departamento de Tamaulipas y segundo general en jefe del ejército del Norte, celebraron un convenio en virtud del cual se comprometían a sostener la revolución hasta conseguir la reunión de los generales en jefe de las fuerzas pronunciadas para que acordasen los medios de restablecer la paz; “la organización de un gobierno ampliamente facultado para hacer en la administración pública cuantas reformas fuesen necesarias, y fijar las bases de la convocatoria del Congreso constituyente, siguiendo los principios de la democracia, estableciendo al mismo tiempo que se pasarían copias de aquel convenio a los generales en jefe de la revolución, invitándoles de nuevo para que cuanto antes se verificase la reunión en la capital de la República”.

El convenio fue desaprobado por Vidaurri, a consecuencia de lo cual Garza expresó su disentimiento a Haro, imponiendo condiciones que el órgano oficial de este último calificó de inadmisibles, con este motivo se cruzaron varias comunicaciones y estaban a punto de romperse las hostilidades cuando llegaron dos comisionados enviados por comonfort para arreglar un armisticio entre las fuerzas beligerantes, pero no obtuvieron ningún resultado y las hostilidades siguieron en curso.

La república en ese entonces se encontraba dividida en cuatro agrupaciones políticas, cada una de las cuales procuraba

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