Rol de la familia en la escuela

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Cabe destacar que para qué los niños logren una formación integral, es necesaria la presencia de los padres ya que estos aportan al colegio información relevante de sus hijos, y así en conjunto puedan responder a las necesidades que presentan los estudiantes. Además dichos agentes son los que influyen en el desarrollo cognitivo de los niños ya sea de manera positiva o negativa, es por esto que la familia tiene el rol y las responsabilidad de integrarse en el sistema educativo.

Los padres deben estar en constante contacto con los docentes del centro educativo para saber del rendimiento académico y comportamiento de sus hijos, ya que su función va más allá de entregarle los útiles escolares, darles de comer, etc.

Por otro lado, los apoderados tienen el deber de asistir a cada reunión que se haga al mes, para que sus hijos y docentes vean la preocupación y el apoyo que le entregan al estudiante.

Es fundamental considerar también que las experiencias que se vivencien en ambos entornos deben ser lo más contextualizadas, es decir, que se relacionen con la realidad cotidiana de los niños. Además es esencial que exista una complementariedad en los conocimientos, habilidades y valores que se transmitirán en la escuela y en la familia.

A modo de cierre se puede señalar bajo la mirada de la familia que el trabajo cooperativo con la escuela es trascendental para la vida de sus hijos, ya que por un lado éstos pasan gran parte de su desarrollo dentro de ambas instituciones, por ende, la influencia que cada una ejerza determinará aspectos importantes a considerar tanto para el bien físico y emocional de los estudiantes, por lo tanto, crear lazos de apoyo mutuo permitirá crear estrategias que potencien dicho bienestar o que superen algún tipo de dificultad.

Desde la escuela:

Para la escuela resulta de suma importancia generar un vínculo de comunicación y cooperación con la familia. Es en este aspecto donde se puede evidenciar la mutación que ha experimentado la manera de concebir el rol de cada entidad a lo largo de los últimos años, puesto que antes se consideraban como unidades independientes que sólo limitaban su interacción a comunicar cierto de tipo de información que pudiese resultar relevante en un momento determinado, en contraste a la actualidad donde observa un trabajo de colaboración cada vez más potente el cual facilita “trazar” objetivos coherentes y trascendentales en todos los ámbitos de la vida en que se desenvuelve el ser humano.

Continuando bajo esta mirada, es fundamental que los establecimientos educacionales empleen estrategias de trabajo atingentes a esta realidad, en las cuales quede de manifiesto la función que cumplen los padres y apoderados dentro de la organización del sistema escolar al momento de satisfacer las necesidades de formar a buenos ciudadanos a las cuales la escuela no logra responder en su totalidad de manera adecuada. Es por ello que se plantea que el trabajo entre ambas entidades es un requerimiento social.

Para cumplir con lo anterior se hace importante considerar las características de la estructura familiar que actualmente componen dicha unidad, con el objetivo de dar lugar dentro de la misma institución a la variedad de formas de convivir y a las múltiples realidades que cada alumno puede vivir, cuyo fin es básicamente dar respuesta a las demandas que esta situación implica, y que por consecuencia puedan estar ocasionando barreras en el desarrollo de los aprendizajes de los niños y niñas. Cabe señalar, que existe evidencia de un enfoque sistémico que señala la significancia de las relaciones familiares en el éxito o fracaso escolar, lo cual permite dimensionar la importancia que debiese tener en la escuela el trabajo con los padres.

Es por esta razón que se han ido construyendo políticas educacionales en las cuales queda de manifiesto explícitamente que la familia es parte de la comunidad escolar, y que por tanto, los establecimientos deberán involucrarlas de manera activa en su quehacer con el fin de potenciar un desarrollo integral en los alumnos, reconociendo de esta forma la posibilidad de participación de todos los padres y apoderados.

Desde la mirada como Educadora Diferencial:

Por consiguiente, se hace necesario que entre el/la Educador/a Diferencial y su familia exista un diálogo permanente en relación a mantener claridad en realizar las actividades o ejercicios específicos en el hogar, uno de los grandes desafíos si es que no es el difícil, es informar y orientar a la familia para que ésta colabore en el proceso educativo, siendo un recurso permanente en la definición, gestión, y apoyo para el control y fiscalización social del proceso y proyecto educativo del establecimiento. Enfatizando en la sensibilización acerca de las características de su hijo(a), informando acerca de los progresos y apoyos que se le van entregando durante el periodo de intervención.

La participación de la familia es fundamental en la educación del hijo (a), es por esto que la relación que se da entre la educadora diferencial y la familia, permite que esta sea participe de la enseñanza que se pretende impartir, potenciando el trabajo realizado en el aula con el fin de superar las necesidades educativas especiales. Como educadora debo poseer la responsabilidad de involucrar activamente a la familia en entrevistas, programas de visita, aplicación de anamnesis, orientación en las actividades de apoyo a realizar en el hogar, talleres informativos y de levantamiento de estrategias.

Como parte de la Educación Diferencial, la educadora debe asegurar la igualdad de oportunidades en un continuo esfuerzo para dar respuesta y alcanzar los fines propuestos. El/la Educador/a Diferencial, al crear una alianza con la familia, le permite un mayor conocimiento del contexto sociocultural y relacionar el progreso y avances de las dificultades que presenta cada alumno/a.

El trabajo colaborativo entre familia y Educador Diferencial permite desarrollar acciones inclusivas que conllevan un mayor compromiso en enriquecer las experiencias educativas de los alumnos