TALLER PARAES; “LA REPERCUSION DE LAS DROGAS EN LOS ADOLESCENTES “ DE LA ESCUELA PRIMARIA “18 DE MARZO” EJIDO CUAUHCTEMOC (CAMPO 5)”
Enviado por Stella • 8 de Junio de 2018 • 4.528 Palabras (19 Páginas) • 639 Visitas
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II. MARCO TEORICO:
2.1 Desarrollo físico y cognoscitivo en la adolescencia:
2.1.1 La adolescencia:
Se define como periodo del desarrollo del ser humano abarca por lo general el periodo comprendido de los 11 a 20 años, en el cual él sujeto alcanza la madurez biológica y sexual; y se busca alcanzar la madurez emocional y social (Papalia et. al., 2001); a su vez la persona asume responsabilidades en la sociedad y conductas propias del grupo que le rodea (Aberastury y Knobel, 1997), por lo anterior, cuando se habla del concepto, se refiere a un proceso de adaptación más complejo que el simple nivel biológico, e incluye niveles de tipo cognitivo, conductual, social y cultural (Schock, 1946). Este periodo, es reconocido en casi todas las culturas a nivel mundial y según Coon (1998) está determinado por 4 factores:
- La dinámica familiar.
- La experiencia escolar.
- El marco cultural que ha estructurado el ambiente social para la puesta en
práctica de normas y límites.
- Las condiciones económicas y políticas del momento.
2.2 Cambios físicos:
El desarrollo físico del adolescente no se da por igual en todos los individuos, por lo cual en muchos casos este desarrollo se inicia tempranamente o tardíamente. Los adolescentes que maduran prematuramente muestran mayor seguridad, son menos dependientes y manifiestan mejores relaciones interpersonales; por el contrario, quienes maduran tardíamente, tienden a poseer un auto-concepto negativo de sí mismos, sentimientos de rechazo, dependencia y rebeldía. De ahí la importancia de sus cambios y aceptación de tales transformaciones para un adecuado ajuste emocional y psicológico (Craig, 1997;Delval, 2000; Papalia et. al., 2001).
2.3 Desarrollo Cognoscitivo
2.3.1 Aspectos de la maduración cognoscitiva:
Los adolescentes no solo tienen una apariencia diferente de los niños más pequeños, sino también piensan y hablan de manera distinta. La velocidad con que procesan la información sigue aumentando. Aunque ciertos sentidos su pensamiento aun es inmaduro, muchos son capaces de adentrarse en el razonamiento abstracto y elaborar juicios morales complejos, además de poder hacer planes más realistas para el futuro.
Los adolescentes entran en lo que Piaget denomino el nivel más alto del desarrollo cognoscitivo las operaciones formales cuando perfeccionan la capacidad de pensamiento abstracto. Esta capacidad, por lo regular alrededor de los once años, les proporciona una forma nueva y más flexible de manipular la información. Ya no están restringidos al aquí y ahora.
Pueden apreciar mejor las metáforas y alegorías y por ende encuentran más significados en la literatura. Pueden pensar en términos de lo que podría ser y no solo de lo que es. Pueden imaginar posibilidades y formar y probar hipótesis.
La capacidad para pensar de manera abstracta tiene implicaciones emocionales. Mientras un niño pequeño puede amar a un padre u odiar a un compañero de clase “el adolescente puede amar la libertad y odiar la explotación”… Lo posible y lo ideal cautivan la mente y el sentimiento. (H. Ginsburg y Opper, 1979, p. 201).
Los cambios en la manera en que los adolescentes procesan la información reflejan la maduración de los lóbulos frontales del cerebro y pueden explicar los avances cognoscitivos descritos por Piaget. La experiencia tiene una gran influencia en la determinación de cuales conexiones neuronales se atrofian y cuales se fortalecen. Por consiguiente, el progreso en el procesamiento cognoscitivo varía mucho entre cada uno de los adolescentes (Kuhn, 2006). Los investigadores del procesamiento de la información han identificado dos categorías de cambio mensurable en la cognición adolescente: cambio estructural y cambio funcional (Eccles, Wigfi eld y Byrnes, 2003).*
2.4 Identidad del adolescente:
En la adolescencia, el sujeto está experimentando una serie de cambios decisivos para su vida futura. En esta etapa evolutiva el universo de valores, intereses, actitudes vitales y comportamientos adultos quedan, si no fijados, al menos orientados, y la propia identidad personal se va configurando, experimentando un desarrollo emocional, comportamental y físico, que lo llevará a tratar de independizarse de sus padres y buscar su propia identidad.
La formación de una identidad propia es una de las tareas evolutivas más críticas de la adolescencia, existiendo, por lo tanto, una tendencia a preocuparse en exceso por su imagen y a cómo son percibidos por los demás. Los adolescentes necesitan reafirmar su identidad y para ello han de compartir ritos específicos. Existirían “ritos” en la actualidad, como los relacionados a los propios de los fines de semana nocturnos, entre ellos el consumo de alcohol y otras drogas utilizadas como objetos/sustancias iniciáticas generadoras de vínculos sociales (Conde, 1997).
La necesidad para el adolescente de estar en grupo responde a necesidades educativas, sociales y psicológicas individuales. En efecto los grupos son un medio de intercambio de diferentes informaciones que cada uno puede haber recogido en situaciones familiares personales, actividades de ocio o intereses individuales que él ha tenido la ocasión de trasmitir a sus pares. No extraña, por consiguiente, que la experimentación precoz con el tabaco, alcohol y otras drogas tenga lugar dentro del grupo de iguales.
El inquietante cuestionamiento de la identidad que se presenta en la adolescencia puede ser el origen de una búsqueda de diferenciación radical, donde la droga aparece como un medio de defensa frente a una nueva individuación.
La adolescencia es un momento crítico en que los adolescentes empiezan a formar los valores que pueden representar sus patrones de conductas de por vida. Por otro lado, existe también una razón importante para creer que los estilos de interacción en las relaciones íntimas son “ensayadas” durante la adolescencia, y esto ofrece un buen argumento para trabajar los temas de salud reproductiva con los jóvenes. Entre las conductas de exploración y de experimentación que se inician en la adolescencia se encuentra la actividad sexual, más específicamente
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