LA ESCUELA COMO FORMADORA DE CIUDADANOS
Enviado por monto2435 • 9 de Marzo de 2018 • 1.973 Palabras (8 Páginas) • 285 Visitas
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SEXISMO EN LA ESCUELA
En la escuela siguen existiendo acciones de tipo sexista que se practican sin estar totalmente conscientes de ellas y de las consecuencias que en la formación de las y los estudiantes originan sublimes mensajes de separación, desigualdad y discriminación; algunas ocurren en los homenajes donde regularmente se colocan en un lado las mujeres y de otro los hombres; lo mismo pasa cuando se hacen en filas para entrar a los salones de clase, en las actividades deportivas, donde no se les permite a las niñas integrarse a algunos deportes porque “son propios de los hombres”, lo mismo en el caso de las tecnologías (talleres) que continúan con las mismas tenencias, por ejemplo: tecnologías como Cultura de belleza, Industria del Vestido, cocina, etc., prevalecen la asistencia de mujeres aún cuando hay hombres que les gustaría participar y por otro lado algunas como la Carpintería o Soldadura que es mayormente asistida por hombres, donde hay mujeres que gustarían formar parte de esas diligencias. Por otra parte, hay actividades extraescolares que usan a las niñas, nuevamente, para proyectar la imagen de la belleza femenina, remarcando estas diferencias, tales son los grupos de porristas o bastoneras, donde son notorios los roles de género.
Considero que con este tipo de prácticas la escuela sigue encasillando en la deconstrucción de la igualdad de condiciones para el cambio social y cultural que se está buscando,
Hay un hecho que afecta emocionalmente, sin duda, a hombres y mujeres. En una de las clases que tuve con un grupo, analizábamos esta diferencia de los roles de género y pedí que escribieran alguna experiencia personal donde se hicieran evidentes los tratos desiguales; una jovencita comentó que en una ocasión no la dejaron cambiar un foco porque “ese era trabajo de hombres”, mencionó que la hicieron sentir como una persona inútil. Otro joven dijo que cuando tuvo un problema fuerte en casa sentía ganas de llorar, pero no pudo hacerlo, porque sus amigos comenzaron a burlarse y decir que tenía que “aguantar como los hombres” de lo contrario era “un marica”, por consiguiente, se sintió frustrado.
CÓMO APRENDÍ
Una de las experiencias que marcaron mi educación normalista sobre el tema de la equidad de género fue en una clase con una maestra que al llegar al salón lo primero que hizo fue contar cuántos hombres y cuántas mujeres estaban presentes en él, resultó que había un mayor el número de mujeres por lo que comenzó a referirse a todas y todos con términos femeninos, es decir, como todas, no recuerdo textualmente lo que dijo pero hizo preguntas y comentó algo así: ¿hoy cómo se sienten mis alumnas?, espero que todas ustedes hayan hecho el trabajo que les dejé ayer; por mi mente pasó que sólo les estaba hablando a ellas, a mis compañeras, después se dirigió a los hombres y nos hizo las mismas preguntas con los mismos términos (en femenino), en ese momento me sentí incómodo y quizá fue una sensación unánime de todos, así que procedió a preguntarnos a los varones: ¿cómo nos habíamos sentido?, ¿Si nos había gustado que nos hablara así? Y explicó: si se sintieron incómodos o que pareciera que no los había tomado en cuenta por ser hombres, quiero decirles que es algo a lo que, por desgracia, nos hemos acostumbrado las mujeres, así nos hemos sentido por mucho tiempo, invisibles. Escuchen y lean con atención, dijo: cuando se habla en plural, siempre se usan términos en masculino, aunque en ese momento seamos las mujeres una mayoría, esta condición también se repite incluso en los libros. Costumbre arraigada en esta sociedad que invisibiliza a las mujeres, por eso es tan importante romper los paradigmas y utilizar el lenguaje de género;
Tomando mi experiencia como base, considero que es fundamental hacernos ver estas desigualdades a quienes trabajamos en las escuelas y los problemas que se generan por esta causa, creo que los cambios reales no están en los contenidos curriculares, sino en el “darnos cuenta de” y estar conscientes de lo qué estamos enseñando y trasmitiendo en la currícula oculta, ya que sin saber seguimos reproduciendo aquello que aprendimos en un tiempo donde los roles sociales estaban dando origen a desigualdades ancestrales que como maestras y maestros debemos romper de forma definitiva.
Tal vez la mayoría de las y los docentes consideraría que quienes tenemos una especialidad en Formación Cívica y Ética seamos los responsables de erradicar el problema, sin embargo, esta labor no debe limitarse a una materia, debe ser una forma de trato permanente con quienes laboramos dentro de la escuela y con alumnos y alumnas, ya que esto sería tan absurdo como esperar que sólo el maestro o maestra de biología enseñe a amar y cuidar a los seres vivos o que sólo en la clase de Español se corrija la ortografía.
CONCLUSIÓN
“La palabra enseña, pero el ejemplo arrastra”. Esta frase encierra el concepto al que he llegado, mientras no corrijamos las conductas que marcan una desigualdad de género, por mucho que estemos hablando de esto en las clases, no podremos cambiar toda una costumbre generalizada, para lograrlo, debemos estar conscientes de qué tanto afectan éstas últimas el desarrollo de las personas y las sociedades, no podemos confiar en que el abordar estos temas será suficiente, el personal de una escuela debe sentirse libre, respetado y tomado en cuenta por sus potencialidades y no limitados o limitadas por razones de género.
Si esto llega ser parte de la forma de trabajo en la escuela será más fácil poder ayudar a nuestros alumnos y alumnas a sentirse comprometidas y comprometidos a mejorar los ambientes escolares y a su vez podrán en un futuro convertirse en una nueva generación de ciudadanos y ciudadanas.
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