Representación por alumnos del 5to sec. A
Enviado por Jerry • 16 de Diciembre de 2018 • 3.122 Palabras (13 Páginas) • 261 Visitas
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Cambio de escena para con Laertes.
Laertes: Mi equipaje está embarcado
Laertes: Con respecto a Hamlet y a la frivolidad de su atención, tómalo como una cortesía, un capricho apasionado, una violeta que en la juventud de su natural florecimiento, se adelanta a vivir y no se sostiene; hermosura no durable; perfume de un momento y nada más.
Ofelia.: ¿Nada más que eso?
Laertes: Pienso que nada más. Quizás él te ame ahora, sin que nada manche la pureza de su sentimiento; pero debes temer al considerar su grandeza, pensando que no tiene voluntad propia y que se comporta de acuerdo a su nacimiento. Él no puede, como cualquier persona, elegir por sí mismo, pues de su elección depende la seguridad y riqueza de esta gran nación; y por lo tanto su elección debe estar circunscrita a la voz y el consentimiento de ese cuerpo, del cual él es la cabeza.
Polonio: ¡Laertes! ¿Sigues aquí Laertes? Abordo. Abordo.
Laertes: Calma padre, ya estoy aquí.
Polonio: Vaya contigo mi bendición.
Laertes se va despidiéndose con la mano de todos.
Polonio: ¿Qué te dijo Ofelia?
Ofelia: Algo sobre el príncipe Hamlet. Últimamente me ha dado muchas señales de afecto.
Polonio: Bah, ¿y le has creído esas señales?
Ofelia: No sé qué debería pensar señor.
En los aposentos de Hamlet. Entran Marcelo, Horacio y Bernardo.
Horacio: Buenos días señor.
Hamlet: Horacio, me olvido de mí mismo. ¿Cómo estáis señores? Me alegro mucho de verte, pero dime que te ha traído desde Wittemberg?
Horacio: mi señor, vine a presendar los funerales de su padre.
Hamlet: te lo ruego, no te burles de mí, compañero. Yo pienso que fue para ver la boda de mi madre.
Horacio: en efecto, mi señor, la celebración se llevó a cabo en seguida.
Hamlet: economía, economía, Horacio. Los manjares del funeral todavía no se enfriaban cuando se utilizaron para el banquete de la boda. Hubiera querido encontrarme en el cielo con mi peor enemigo, antes que ver ese día, Horacio. Mi padre... creo que veo a mi padre.
Horacio: ¿oh dónde, mi señor?
Hamlet: lo veo con los ojos de la mente, Horacio.
Horacio: yo lo vi alguna ocasión. Era un magnífico rey.
Hamlet: era un hombre tan cabal en todo que no podría encontrar otro igual.
Horacio: mi señor, creo que yo lo vi anoche.
Hamlet: ¿lo viste? ¿A quién?
Horacio: al rey su padre, mi señor.
Hamlet: ¿al rey mi padre?
Horacio: calme su ansiedad por un momento, y escuche con atención lo que voy a contarle, apoyado por el testimonio de estos caballeros. Esto lo sorprenderá.
Hamlet: ¡por amor de dios, cuéntame!
Horacio: dos noches seguidas la vieron estos caballeros, Marcelo y Bernardo, durante su vigilancia, a mitad de la solitaria noche. Una figura semejante a la de su padre, armada completamente, de la cabeza a los pies, apareció ante ellos, y caminando en forma solemne, pasó lenta y majestuosamente por donde ellos estaban.
Hamlet.- ¿pero dónde fue esto?
Marcelo.- en la explanada donde estábamos vigilando, mi señor.
Hamlet.- ¿y no le hablaron?
Horacio.- lo hice, mi señor, pero no obtuve respuesta.
Hamlet.- esto es muy extraño.
Horacio.- y tan cierto como mi vida, honorable señor. Nosotros pensamos que era nuestro deber avisarle de esto.
Hamlet.- así es, en efecto, caballeros; pero esto me intriga. ¿Estarán vigilando esta noche?
Marcelo y Bernardo.- sí, señor.
Hamlet: Iré con ustedes.
Tercera Parte: Hamlet en la explanada frente al castillo. De noche.
Entra Laertes y Ofelia
Laertes: hermana, mi equipaje está embarcado. Nos vemos cuando los vientos sean favorables y seguro el viaje por mar.
Ofelia: ¿dudas de eso?
Laertes: con respecto a Hamlet y su frialdad, tómalo como capricho, se adelanta a vivir y no se sostiene; hermosura no durable; perfume de un momento y nada más.
Ofelia: ¿nada más que eso?
Laertes: pienso que nada más. Si él te dice que te ama, será prudente no creerle. Considera qué pérdida padecería tu honor si con demasiada credulidad dieras oídos a su voz lisonjera, o perdieras la libertad del corazón, o entregaras tu casto tesoro a sus instancias impetuosas. Teme, Ofelia; teme, querida hermana, no sigas tu inclinación inconsiderada. Aléjate del peligro, colocándote lejos del alcance del deseo.
Ofelia: Yo conservaré los deseos del corazón. Pero, no hagas lo que otros pastores hacen, cuidan sin cuidarse de practicar lo que predican.
Laertes: ¡oh no temas¡
Entra Polonio
Polonio: ¿Laertes, todavía estás aquí? Vete ya.
Laertes: adiós Ofelia, y recuerda bien lo que te he dicho. (Sale)
Polonio: ¿y qué es lo que te ha dicho, Ofelia?
Ofelia: es algo relacionados con el Príncipe Hamlet. Últimamente me ha declarado con mucha ternura y cariño.
Polonio: ¿cariño? ¡Bah! Tú hablas como una muchacha inmadura,
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