Familia vs escuela

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Los padres deben comprender lo nocivo que puede resultar colocar a los niños en situación de tener que elegir entre ellos y sus maestros. Se trata de delegar en la escuela y confiar en las decisiones que los docentes toman en los aspectos académicos.

Sería bueno que los padres, y la sociedad en general, tomaran conciencia de que existe un saber pedagógico-didáctico en el que se basa la enseñanza.

¿Qué hacer?

Carolina Scavino, a través de Novedades educativas[1] plantea que, se propone repensar los modos de plantear las relaciones de las familias con la escuela.

Para ello se parte de reconocer de sus diferencias en términos de prácticas y dimensión institucional, para luego abordar un modo de vinculación a partir de la participación. Con esta categoría se busca analizar y comprender formas de encuentros y diálogos que son posibles de establecer entre ambas en la tarea de formar a las nuevas generaciones.

En los últimos años la escuela comenzó a asumir el papel de centro comunitario donde sus tareas más específicas son reemplazadas por otras asistenciales.

Todos deseamos recuperar esa escuela donde se enseña y se aprende con un encuadre de trabajo que sea respetado, un planteo didáctico claro por parte de los docentes; una escuela donde el esfuerzo y la perseverancia sean reconocidos.

Mientras tanto, desde las escuelas es importante trabajar para estar más cerca de las familias. Las reuniones de padres son importantes. Según las autoras habría que analizar por qué la concurrencia es baja y pensar en alternativas más convocantes. Por mi parte, opino que el imponer un único horario para la reunión es algo que no beneficia, dado que, muchos padres trabajan. Sería bueno darles a los padres la posibilidad de asistir en horarios en los que tanto ellos como los docentes estén libres, es decir, el docente debería utilizar más de una hora libre para poder conversar con los padres.

Quizás haya que diseñar un nuevo tipo de escuela como centro de aprendizaje, una institución líder en cuestiones comunitarias, sin perder de vista el fin pedagógico.

Si pensamos en “centro de aprendizaje”, sería fundamental contar con escuelas provistas de todos los recursos acordes a las necesidades de una sociedad del conocimiento. Por supuesto que la formación docente requiere ser fortalecida para lograr que los maestros sean reconocidos y valorados socialmente como profesionales que basan sus decisiones en un saber legítimo.

Las relaciones entre familias y escuelas, entre los padres y los docentes no se van a encaminar desde el escritorio de un funcionario. De lo que se trata es de buscar la construcción de espacios comunes de reflexión, con normas claras y compartidas. Ese es el punto de partida para desarrollar diversas y posibles alternativas.

Mientras padres y docentes tengan en claro cuáles son sus tareas especificas, el conflicto tenderá a reducirse y desde la confianza podrán trabajar creativamente para el bienestar de todos los actores involucrados en la educación de los niños.

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