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LA CULTURA NACIONAL, UN EJEMPLO DE LA DOMESTICACIÓN DE LA ESCUELA

Enviado por   •  10 de Diciembre de 2017  •  2.106 Palabras (9 Páginas)  •  420 Visitas

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Poco a poco las escuelas se perfilaron como el ámbito social donde se edificó e impugnó la cultura nacional, es ahí donde dirigentes del gobierno, maestros, hombres, mujeres y niños del campo, establecieron redes de comunicación y negociación. La escuela rural se constituyó como una “escuela para niños y adultos que era a la vez centro comunitario donde la gente aprendía a leer y escribir pero también artes, artesanías, oficios y técnicas en la localidad; donde también se discutían los problemas más comunes y se promovían las reformas agrarias y las mejoras materiales” (Vaughan, 1996:54).

Plutarco Elías Calles, presidente durante 1924-1928, impulsó un proyecto educativo que distaba mucho de los ideales humanistas de Vasconcelos, sin embargo, una de sus labores importante fue el impulso que se le dio a la Educación Rural, pues independientemente de la política económica que iba adoptando el país en beneficio de la industria, sus ejecutantes, contagiados aún por los idearios vasconcelistas, mantenían su espíritu revolucionario tendiente a consolidar la unidad nacional.

La Educación Rural, comienza a expandirse por todo el territorio nacional con gran aceptación. Moisés Sáenz fue un personaje importante en el desarrollo de esta encomienda, pues, aunque la tarea ya había sido promovida por Vasconcelos, Sáenz la retoma dándole un sello propio. A este respecto, Francisco Arce (1985) cita a John Britton: Desde la época de Vasconcelos se había pensado que la escuela rural no debía ser exclusivamente una institución académica, sino un auténtica centro social para toda la comunidad. Pero este sistema carecía de una teoría global que orientara a los maestros, y Moisés Sáenz trató de proporcionársela (Arce, 1985:150).

La escuela rural nace y funde su acción en las comunidades indígenas y trata de resolver un problema que para Sáenz es crucial, la ausencia de una unidad social y cultural. Para este personaje, las disparidades eran patentes en todos los estratos, pero eran aún mayores las que existía entre los indígenas aislados en el medio rural y el resto de la población (Arce, 1985) y la escuela rural se vuelve el medio idóneo para disminuir estas diferencias.

Desde la perspectiva de Sáenz la escuela era el vínculo perfecto para desarrollar en los mexicanos un nacionalismo tesonero, pues de sólo éste “podría acabar definitivamente con el caos etnológico y con la desigualdad de las clases sociales, obstáculos centenarios que impedían el progreso de México. La escuela debía ser por tanto mexicana ante todo; portadora de una tradición folclórica, de un temperamento artístico, de un sentido del destino racial y un orgullo por los componentes de nuestra raza.”(Arce, 1985:153)

Así, siguiendo a María Bertely (1998), podemos aseverar que este tránsito histórico nos muestra que tanto en el humanismo literario vasconcelista como en el integralismo populista de Sáenz las políticas impulsadas por el México postrevolucionario pretendieron desarrollar acciones culturales que aseguraran el anhelado nacionalismo.

c) Los cruces

Simons y Masschelein dicen que hay que establecer una clara distinción entre la escuela y la política, entre la responsabilidad educativa y la responsabilidad política, entre la renovación hecha posible gracias a la pedagogía y la reforma política, sin embargo, dado su anclaje a la conformación del Estado nación mexicano, la génesis de la escuela postrevolucionaria, se fundan en actos de autoridad legitimada que intentan resolver un asunto público denominado heterogeneidad y legitimar la lógica histórica que conlleva, el racismo mestizo.

Asimismo, nuestros autores señalan que un indicador de la politización de la escuela puede observarse cuando ésta es tomada como mesa de negociaciones y, de acuerdo con Vaughan (1996), la labor que se realizó al interior de las escuelas de los años 20 abrió un camino marcado por múltiples negociaciones que los maestros llevaron a cabo tanto al interior como fuera de las aulas. Lo problemático de esto no es sólo que se politiza la escuela -los estudiantes son tratados como ciudadanos que tienen algo que aprender- sino también se escolariza la política: los ciudadanos son tratados como estudiantes que deben asumir sus deberes cívicos; y la instauración del nacionalismo contribuyó a eso.

La escuela postrevolucionaria se supeditó a los discursos del poder tendientes a homogenizar, en el sentido de formar ciudadanos mexicanos, las formas de organización social, incluidas las de trabajo, de acuerdo al modelo moderno de Estado-Nación.

En general, hemos visto que la escuela más que un espacio para la suspensión del tiempo libre funcionó como campo de adoctrinamiento pues su función se orientó a contrarrestar los efectos de la instauración de la cultura nacional vía el mestizaje:

La historia oficial nos cuenta que la sociedad mexicana experimentó un exitoso proceso de mestizaje en los siglos xix y xx en el que la mayoría de los indígenas y grupos europeos fueron convencidos de abandonar su caduca identidad y su atrasada cultura para adoptar la moderna identidad mestiza. Así fue como México, a diferencia de las demás naciones americanas, ni exterminó, ni discriminó, ni segregó a sus grupos indígenas, sino que los integró de manera voluntaria y pacífica a la cultura nacional (Navarrete, 2004).

Podemos concluir que la búsqueda por la Cultura propició el fortalecimiento de identidad nacional así como la adopción de los valores de la cultura occidental a través de su institucionalización vía la escuela. Parafraseando a nuestros autores, lo problemático respecto a la politización de la escuela postrevolucionaria consistió en que tanto los jóvenes como las materias de estudio se convirtieron en medios a través de los que se abordaron los problemas sociales en un proyecto de reforma política e instauración de un ideario nacional, neutralizando con ello tanto el tiempo libre como la posibilidad misma de que maestros y alumnos se experimentaran a sí mismos como una nueva generación.

Finalmente, aún cuando las perspectivas deseables para la escuela en México fueran lograr la igualdad, el problema sigue radicando en la relación de poder y legitimidad, pues la formulación y legitimación de los contenidos educativos son una potestad del Estado, él es quien establece los patrones que habrán de considerarse para la conformación de los planes y programas de estudio, por lo que la institucionalización de los mismo siempre está ligada a la idea de lo Nacional, y los mecanismos de participación de los diferentes sectores de la población.

Bibliografía

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