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La ética en las Organizaciones.La administración en las organizaciones constituye el motor fundamental

Enviado por   •  13 de Enero de 2019  •  1.441 Palabras (6 Páginas)  •  385 Visitas

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su conducta a las normas que impone la ideología de la clase dominante que determina qué actos son aprobados o desaprobados moralmente. En la vida diaria los seres humanos asimilan las normas imperantes, con base en ellas formulan juicios y desarrollan argumentos que justifican decisiones prácticas y teóricas. Y eso constituye una Cultura que se comunica transversal y generacionalmente. Urge la crítica.

Ponernos a detallar o definir que es la ética, en estos tiempos de crisis y con un marcado pluralilsmo ideológico. Con todo, sería posible ensayar una definición teórica que pueda ser compartida por una amplia mayoría de personas. Creo a mi entender más problemática sería hacer una traducción práctica y contextualizada del término y del canón moral objetivo de los valores y los principios que merecerían ser buscados e institucionalizados mediante la acción individual y colectiva, por ello las discrepancias aparecerían de inmediato entre muchas organizaciones, ya que todas tendrían opciones definitorias claras y precisas en cuanto al tema.

Todo lo anterior, viene dado por la cantidad de escándalos y situaciones administrativas que afectan y conmocionan a la opinión pública en cuanto a las formas de comportamiento a nivel organizacional esta lista continuara, y que se busca poner fin definitivamente a la implícita divisa del “todo vale, todo da lo mismo”, en el ámbito empresarial.

La propia conciencia generalizada en el estado de opinión dominante en la sociedad, discrepa de lo que sea y deba ser la organización en el marco del sistema económico liberal-capitalista. No resulta pues descabellado afirmar que es perceptible una ambivalencia de sentimientos con respecto al manejo de la empresa en el mundo de los negocios; pero que puede hacer la administración ante esta disyuntiva o valoraciones peyorativas, ya que el común de la gente asocia el concepto de empresa y, por ende, el de negocio, dinero y economía, con la esfera de lo amoral, cuando no de lo definitivamente inmoral intrisicamente perverso y corruptor.

Por ello, sería injusto introducir en el mismo saco y descalificador toda empresa y actividad mercantil motejandola de inmoral. Sin embargo, es difícil inmunizar ante la critica la dinámica empresarial, cuando la opinión pública se desayuna con escándalos financieros; con probadas redes de extorsión ; con la generalización del soborno y las comisiones ilegales como práctica habitual; con pagos suspendidos y quiebras injustificadas o achacables a una deficiente gestión empresaria, despreciando todo lo que no sea la búsqueda del beneficio a corto plazo, utilizando cualquier medio para conseguirlo.

Esta lista continuaría, pero hay que ver el otro ángulo del problema, ya que no es menos cierto que los trabajadores y directivos, frecuentemente, no hacen lo que se supone deben hacer, cometen atrocidades que van en contra del buen manejo organizacional y administrativo, con el consiguiente deterioro del clima laboral y de la productividad. Todas estas prácticas nocivas nos indican bien a las claras la necesidad de plantearse en serio la importancia de la ética en las organizaciones, o lo que es lo mis en el seno de la vida en la sociedad.

Por todo esto, solo una decidida apuesta por la ética en la vida de las empresas y las organizaciones puede contribuir a generar dosis crecientes de humanización en la vida socioeconómica. Sólo así creceremos en nuestra humanidad y además configurando un entorno más rico y habitable. La tarea por tanto, del futuro venidero de las organizaciones exige, pués, colaborar en sus transformación; y esta pasa, sin lugar a dudas, por implantar en el corazón del funcionamiento sistémico la explicita apelación ético como referente utópico y dinamizador contra la tentación que nos inmoviliza y ata al pasado.

La administración en las organizaciones constituye el motor fundamental, ya que la dota de procedimientos, métodos, planes y, como esta tiene sus propias usos y costumbres y que aquellos que desarrollan su actividad laboral en ella son personas que, en principio deben asumir su rol y prácticas inherentes a su actividad y las responsabilidades, explicitas o implícitas, que derivan del desempeño de sus funciones.

Ahora bien, si esto es así, no resulta disparatado pensar que en determinadas circunstancias, pueda existir un conflicto entre los objetivos y metas empresariales, que exigen determinado tipo de comportamiento para su consecución, y las convicciones y valores propios de los diferentes miembros de las organización, ya sean estos operarios, supervisores, subgerentes, gerentes o administradores y accionistas

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