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“APLICACIÓN DE LA LEY PARA LA PROTECCIÓN DE ANIMALES COMO LOS TOROS EN EL DISTRITO FEDERAL”

Enviado por   •  12 de Febrero de 2018  •  20.283 Palabras (82 Páginas)  •  440 Visitas

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INTRODUCCIÓN

El maltrato de los animales se ha convertido en un tema muy polémico, fuertemente combatido por algunos sectores de la sociedad e indiferente para otros tantos. La tauromaquia se encuentra encasillada en esta naturaleza, donde algunas personas consideran que es un acto barbárico contra el toro, mientras que otras consideran que no es otra cosa sino arte.

Lejos de ser una práctica contemporánea, se encuentra enraizada en la historia de una manera muy profunda. De acuerdo con Carlos Fuentes, en El espejo enterrado[1], la tauromaquia supone una representación cultural que parte con la tradición del rey español Crisaor de sacrificar un toro en honor a las hazañas de Hércules cada año. Pero antes de esto el toro ya formaba parte de la mitología clásica, estando presente en el mito del minotauro, que hablaba sobre el sacrificio de doncellas que se tenía que hacer para mantener al minotauro en calma; es decir, se le considera como algo que merece tributos, algo superior al hombre. El toro, menciona el mismo autor, supone un cúmulo de simbolismos: la fuerza, fertilidad, la violencia, energía e incluso es el acreedor de una constelación estelar, Taurus[2]. Al ocurrir la conquista española en territorio americano se mezclaron dos culturas completamente diferentes, dejando como secuela de la conquista un sinfín de costumbres y prácticas ajenas al “Nuevo mundo”, entre ellas el sacrificio de toros como un espectáculo cultural y de entretenimiento, es decir, la tauromaquia.

A pesar de toda la carga histórica ya expuesta que tiene sobre sí esta práctica, existe un desacuerdo total e inconformidad hacia su seguimiento. Con la creación de organizaciones oficiales dedicadas al cuidado de los animales, como la PETA (Personas por el trato ético de los animales, por sus siglas en inglés) o de otras independientes nacidas gracias a medios de difusión gratuitos y de gran público como las redes sociales, se ha vuelto más enérgica la lucha por la defensa de los animales.

La polémica surge a raíz de las diferentes posturas éticas y morales que tienen lugar entre masas de población tan grandes. Es muy difícil que surja unanimidad en este tipo de cuestiones, pero para satisfacer a la parte de la población que pareciera portar los ideales correctos del bien obrar se han creado leyes que regulen e incluso prohíban el ejercicio de la práctica en cuestión. Al volverse norma jurídica, con lo que ésta implica (bilateralidad, heteronomía, coercibilidad y exterioridad), se convierte en objetiva la interrupción del evento.

Como es habitual, la norma no es única para cualquier lugar, sino que se adapta a las exigencias sociales que tienden a variar en espacio tiempo por su misma naturaleza. Así, el trato normativo legal que tenga cada país con dicho evento no será homogéneo, sino que estará sujeto a la doctrina jurídica de cada nación.

El presente escrito tiene por objetivo hacer una recopilación de lo que supone esta práctica y de lo que ha supuesto en el transcurso de la historia en diferentes partes geográficas, generando en el lector un panorama de la tauromaquia que abarque sus conceptos más elementales, sus bases históricas, su acepción cultural, pero sobretodo el marco normativo que se ha creado en torno a ésta. Se busca que el lector amplíe su panorama en lo que concierne al tema y a partir de ello le sea posible formular nuevos criterios; lográndolo al mostrar información variada que exponga distintas perspectivas.

Finalmente, con base en lo investigado, se buscará proponer una solución jurídica que concilie el derecho con las necesidades sociales o su mayoría, comprendiendo la imposibilidad que conllevaría una totalidad, como sucede con toda norma jurídica, siempre que cada persona tiene convicciones, maneras e ideologías contrastantes a las de otros individuos.

- HISTORIA

- ROMA Y GRECIA

El toro ha sido objeto de culto desde las civilizaciones Mesopotámicas, siguiendo con la Egipcia y llegando, finalmente a la Romana y Griega. Se le ha asociado con la fertilidad, la fuerza, con lo astral y funerario e incluso ha sido objeto de la mitología clásica. Estas acepciones le han otorgado al animal un estatus mayor al de otros, en cuanto a lo social, económico y divino.

Dadas sus características, es posible entender el porqué de su valor tan elevado como sacrificio religioso. Al sacrificarlo se buscaba ofrecer la expresión de la fuerza desatada en la naturaleza y tenía como fin el fortalecimiento de los lazos que unían al hombre con las divinidades o restaurarlo.

En cuanto al sentido de caza que se ha atribuido a este animal nos remonta hasta la más remota antigüedad. Además de su asesinato con fines alimenticios se encuentra el aspecto del reto. Al ser una criatura dotada de gran fuerza y características religiosas era codiciada para realizar la actividad cinegética. En Roma se trasladó esta actividad a los anfiteatros y se le denominó como “venatio”. Al ofrecer estos espectáculos los asistentes podían ser testigos de la caza sin poner en riesgo su integridad física, constituyendo así uno de los entretenimientos más apreciados. Además se ofrecían las muertes como ofrendas a los fenecidos, a Júpiter o a Diana, las divinidades más veneradas de la época romana.

En Roma estos eventos eran dirigidos por el emperador, los magistrados o quienes donasen al toro. A ellos correspondía dar inicio al espectáculo, mismo que señalaban al levantar un pañuelo llamado “mappa” y eventualmente dejarlo caer. Esta tradición, según se sabe, comenzó por el emperador Nerón, que iniciaba la exhibición lanzando la servilleta que utilizaba en el momento para comer. [3]

Existían variaciones. Una donde el toro se convertía en el cazador; se dejaba a un hombre condenado indefenso llamado “damnati ad bestias” de manera que el animal se convertía en el ejecutor. Más tarde, a falta de personas que sirvieran como víctimas, se procedió a utilizar maniquíes que el toro pudiera embestir de un lado a otro. Otra modalidad era la batalla entre otros animales con el protagonista taurino inicial, generalmente leones, panteras, osos, elefantes y cualquier bestia que pudiera ofrecer el espectáculo deseado. Otra variante conocida en el Código Justiniano como “contomonobolon” es el uso de una pértiga por el hombre para saltar al toro; aunque también se practicó sin uso de apoyo, y se le llamó “taurokathapsia”. Sin embargo, la práctica más tradicional fue la de los hombres armados con escudos, espadas, jabalinas o puñales; el vestido de estos combatientes se conformaba

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