¿Como el conocer la cultura ayuda al político?

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Para poder resolver esta problemática, primero debemos empezar por la parte individual, mi realidad y lo que yo veo que, conscientemente, como ciudadano debo cambiar en mi, antes de pedirle a la sociedad que cambie.

En la sociedad guatemalteca actual, es urgente, en primer lugar, reconstruir la capacidad que tenemos individualmente, de dar sentido a nuestra vida y a nuestra situación social. Si sabemos de dónde venimos y quienes somos, sabremos sin duda alguna, qué camino tomar al momento de hacer la decisión del rumbo que queremos para nuestro porvenir.[6]

Reconocer el patrimonio cultural que ha contribuido a hacer de los guatemaltecos lo que somos, debería ser el eje principal de la capacidad para construir una sociedad que incluya e involucre a todos en la labor para salir de la perspectiva negativa en la que muchos guatemaltecos se encuentran hoy en día.

El capital cultural se debe experimentar diariamente y se puede empezar, por ejemplo, con el reconocimiento de los lugares significativos del entorno urbano, en la artesanía y la obra de arte, en la alimentación y la decoración de la vivienda o la persona. Ese patrimonio es tanto nacional como local: es la memoria y la percepción del pasado de un país, y la vivencia de los valores de la sociedad que lo habita. Todas esas tradiciones y formas de vida conforman la cultura de una sociedad.

Según André Malraux, la herencia cultural, es la parte del pasado que nos permite vivir. Al reconocer esa herencia, el ciudadano adquiere el sentido de pertenencia y el orgullo por su origen que le permite vivir en paz, renunciar a una vida alimentada por violencia y reconocer a los demás como participes en un proyecto de cambio común.[7]

Debemos empezar este cambio individual con acciones diarias que de alguna manera nos pongan en contacto con diversos elementos de la cultura de nuestro país. Por ejemplo, mejorar la forma en que resolvemos pequeños conflictos cotidianos y dar un ejemplo de tolerancia a mi conciudadano. Es importante fomentar espacios cívicos de convocatoria y encuentro, donde se busque la información y el conocimiento, donde se haga visible la solidaridad entre las generaciones, y donde se confronten las visiones que como individuos, tenemos sobre nosotros mismos y sobre los demás.

La herencia cultural, como tal y en la medida en que funcione, mantiene el espíritu de tolerancia de las sociedades y los ciudadanos que la conforman. Ante la amplia variedad de ideas que el hombre ha producido, la actitud debería ser el respeto por el otro; la capacidad de vivir y disfrutar la diversidad y el pluralismo y de ejercitar la tolerancia.

Estos espacios públicos, deberían abrir la puerta al diálogo colectivo y es ahí donde podriamos y deberíamos, iniciar a sembrar en los demás el cambio que ya hicimos en nosotros mismos.

En la medida en que el desarrollo cultural vaya generando herramientas y símbolos, generando la capacidad de usar eficaz e inteligentemente la palabra y la imagen, la cultura colectiva podría dar el poder a los ciudadanos para afirmarse y valorarse sin necesidad de recurrir a algún otro medio.

Si queremos la reconstrucción de una sociedad capaz de dialogar, debemos poner atención a puntos clave tales como discutir con seriedad las diferentes problemáticas que nos aquejan, de someter a una crítica las opiniones que no compartimos, de valorar y sentirnos orgullosos de la diversidad. Esto, podría ser una solución si vemos el diálogo como lo que bien dice el dicho: “Hablando se entiende la gente”.

Al hablar de un cambio que inicia en lo individual y luego un cambio colectivo, se debe tomar en cuenta que muchas veces hay personas que no están dispuestas a hacerlo o que necesitan ayuda. El dominio amplio de los conocimientos sobre la cultura y el acceso a su capital, constituye una pieza importante en el proceso de formación de ciudadanos.

Desde el punto de vista de gobierno, las autoridades que han tenido la iniciativa de conocer la cultura y trabajar en base a ella, como una herramienta para un mejor gobierno, deberían saber que no es suficiente con que en la escuela se enseñe solo algunas competencias básicas, para que los guatemaltecos se conviertan en ciudadanos productivos y que contribuyan al bienestar común.

Es clave que todos los guatemaltecos, por ejemplo, tengan la oportunidad de adquirir la capacidad de manejar de manera fluida su idioma, de desarrollar sus habilidades manuales, de tener la capacidad de generar una opinión fundamentada en conocimiento adquirido, etc.

Solo mediante una experiencia continua y completa de acceso a mejores oportunidades que vayan de acuerdo a sus necesidades, su productividad en el trabajo, su capacidad de ordenar adecuadamente la vida y enfrentar sus conflictos, su ánimo para luchar por el desarrollo propio y el colectivo; podrá lograrse un cambio general tanto a nivel de gobiernos como a nivel de ciudadano.

Pregunto nuevamente ¿Por qué entonces, es importante que los nuevos políticos o las personas que tienen aspiraciones políticas, tomen en cuenta que, las realidades que conocemos no son sino ideas subjetivas, basadas en argumentos falsos y que lo que Guatemala necesita es alguién con el conocimiento cultural necesario para dirigir los esfuerzos en la dirección correcta?

Porque la relación entre la cultura y la vida social puede verse en una doble dirección: el desarrollo cultural contribuye a consolidar las formas de conducta y de convivencia social basadas en el intercambio simbólico, de palabras e imágenes, en vez de las formas de confrontación violenta. Por otra parte, la existencia de una sociedad que puede resolver sus conflictos en forma no violenta promueve la creación y el desarrollo cultural, que enriquecerá la vida de todos los miembros de esa sociedad.[8]

La problemática que se genera al dejar fuera el estudio de la cultura al momento de que una persona decide optar a un cargo público, es que esta se necesita conocer a profundidad para consolidar una mejor sociedad, en donde de alguna forma se puedan ver reflejados los intereses individuales y grupales en la toma de decisiones, para que esa política que se ejerce sea derivada de la voluntad de esos intereses: los del pueblo.

En Guatemala hay mucho por qué sentirnos orgullosos; la calidez de nuestra gente y la belleza natural e incontable de nuestra geografía. Hay muchos guatemaltecos que son luz para este país, que luchan silenciosamente contra las sombras que coexisten.

Estoy convencido de que no hay un solo guatemalteco que no anhele la prosperidad y la unidad de nuestra amada Guatemala. El problema es que todos lo anhelamos pero muy