EL MAESTRO IGNORANTE.

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RELACIÓN DE LA LECTURA CON LA DIDÁCTICA

No cabe duda que aprender desde la experiencia es una forma de didáctica, esto se da ya sea por gusto o por necesidad, como ocurrió con nuestros antepasados. En el relato de Jacques Ranciere, muestra la evidencia de un maestro que por supuesto ha tenido una aventura intelectual al no sentirse en cierta forma indispensable en el proceso de aprendizaje de sus alumnos. El mismo autor en su relato hace que como docentes nos preguntemos sobre nuestro quehacer diario ¿somos maestros atontadores? ¿Cómo despertar la curiosidad a partir de necesidades en nuestros estudiantes? ¿solo medimos a nuestros estudiantes por lo que evaluamos y estamos ciegos al no ver sus otras capacidades o aptitudes? La invitación es hacer de nuestras prácticas algo novedoso y romper el paradigma de que el profesor tiene la verdad o el saber absoluto, buscando que los chicos se vuelvan indagadores y que se interesen. Debemos permitir que los chicos se aventuren, exploren, averigüen y expresen, descubran y prueben por sí mismos, teniendo en cuenta que no todos somos iguales y que cada uno aprende de una manera diferente.

Un docente puede volver a sus estudiantes empíricos a través de la libertad de expresión (cuando los chicos se puedan volver espontáneos), utilizando sus talentos y habilidades, creando significados nuevos a partir de los antiguos, fomentando la investigación y practicando el autocontrol. Cuando todos estos elementos se fusionen la satisfacción no solo será del estudiante sino también del docente.

Por otra parte, el maestro no se debe convertir en el traductor de un proceso, o el que da la instrucción, debe ser quien estimule un pensamiento productivo, pues este puede dar como resultado tanto ideas como productos finales. Los estudiantes estimulados a este nivel aprenden que el futuro es una gran promesa, ya que lo mejor siempre es algo por realizar.