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ESCOLARIZACIÓN Y FORMACIÓN DE CUERPOS E IDENTIDADES DIVERSAS.

Enviado por   •  2 de Marzo de 2018  •  3.158 Palabras (13 Páginas)  •  287 Visitas

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A partir de la oleada inmigratoria que se produjo a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, personas con hábitos higiénicos, alimenticios, de relación sexual y social diferentes, surge la necesidad de implementar en la Escuela el discurso Médico. Este discurso impuso un estilo de vida ‘moralmente aceptable’, ya que englobó muchos conceptos, no solo de salud e higiene, sino que también a la natalidad, longevidad y a la raza.

Por su parte este discurso, con ánimos de prevenir enfermedades y crear una sociedad correcta, suponía que de los sectores sociales con escasos recursos provenían la mayor parte de los jóvenes o personas con problemas, ya que se asociaba a la pobreza o la carencia de recursos, con la suciedad y las enfermedades tales como el alcoholismo y el tabaquismo. Se tendía a pensar que los niños que procedían de estos sectores eran propensos a caer en la delincuencia y que estaban faltos de higiene. “El cuerpo quedó nuevamente atrapado en una lógica simbólica.” (Scharagrodsky, 2006, Explora, El cuerpo en la escuela – 8). La escuela en este sentido se encargaba entonces de estereotipar a los niños, tomaba en cuenta su contextura física, la forma del cráneo, su altura, su peso, su forma de ser y, a partir de todos estos datos sobre su cuerpo se los clasificaba y jerarquizaba. De este modo la escuela se basó en un imaginario biológico, para dar respuesta a las diferencias sociales y culturales. “El destino del hombre y de la mujer estaba escrito desde el comienzo de su conformación morfológica. De la apariencia física emanaban rasgos morales. Esta forma de interpretar al cuerpo estaba fascinada por el modelo biológico como medio para explicar el hecho social.” (Scharagrodsky, 2006, Explora, El cuerpo en la escuela – 9)

Quizá uno de los métodos más importantes que la escuela en Argentina creó para el control corporal de los niños, a lo largo de la historia y que hasta hoy en día perdura, es el uso de guardapolvo de color blanco. Su inclusión en el sistema educativo data desde principios de siglo XX, cuando se planteaba que el uso de esta vestimenta daría a los niños que la usaran una apariencia similar, limpia y austera, y que por sobre todas estas cosas permitiría reconocer quien seguía las reglas al pie de la letra. Esto fue tan así que se reglamentó para los docentes el uso del mismo, para evitar el uso de otra vestimenta que llamara la atención y por demás siga las reglas nombradas anteriormente como ejemplo hacia los alumnos. “Este uniforme, que se parece al que usan los médicos y enfermeras, tenía, además de fundamentos igualitarios y moralizantes, fines profilácticos, como prevenir la propagación de gérmenes y bacterias (Dussel, 2000). En el caso argentino, poco tiempo después de extenderse su uso entre los alumnos, se obligó a los maestros a vestir el mismo delantal. Se pensaba que el delantal cubría las diferencias y las borraba, instaurando una apariencia igualitaria a toda la población escolar”. (Dussel, Inclusión Y Exclusión En La Escuela Moderna Argentina 2004 – 324)

Por otro lado cabe destacar la distinción entre géneros que la escuela ha hecho durante mucho tiempo. “Los cuerpos masculinos y los cuerpos femeninos fueron, en parte, los efectos más materiales de estas disciplinas escolares” (Explora, El cuerpo en la escuela – 9). Esta distinción se destacaba por separar los aprendizajes que recibían los varones de las mujeres. A los primeros generalmente se les enseñaban tareas de labranza, agricultura, oficios, tareas asociadas al trabajo remunerado. La enseñanza al género femenino se restringía a tareas manuales, o labores domésticos. La diferencia de enseñanza entre ambos sexos estaba determinada por la forma en que se pensaban las mujeres y los hombres de la época en que la escuela comienza a dar sus primeros pasos. La mujer era pensada y moldeada “para el hombre”, tenía que ser condescendiente con este, y se la asociaba a las tareas domésticas y maternales, se pensaba a la mujer como ‘un ser inferior dentro de la raza’. En cambio el hombre, considerado un ser superior, más capaz, su enseñanza se centraba en el aprendizaje de labores que luego les permitiesen desarrollarse en el mundo laboral, ya que éste era el sostén familiar. Cuando hablamos de ser ‘superior’ o inferior’ cabe distinguir además las enseñanzas de Instrucción Cívica o Artes Industriales. Otro caso donde podemos ejemplificar estas formas de pensar es el deporte. “Tal como señala Dunning, en sus orígenes el espacio deportivo se construyó como un reservado para varones, desde donde se proclamó la hegemonía y superioridad masculinas (Dunning 1996; Messner, 1992)” (Scharagrodsky, 2006, Explora, El cuerpo en la escuela – 10)

Hoy en día, si bien muchas prácticas sobre la vigilancia y la ordenación del cuerpo se han dejado de ejercer, permitiendo más libertad de expresión, en algunas escuelas hay detalles que siguen esta línea de maltrato. Para comprender estas situaciones podemos abordar un tema, que hoy en día es muy cuestionado muchas veces, pero también es un tema que ha ganado aceptación social hace un tiempo, la homosexualidad. En muchos casos las escuelas de hoy siguen un estereotipo de niño y niña, sobre todo en lo que a vestimenta se refiere. Se delimita mucho en el uso de guardapolvos, sus detalles y formas, si son rectos, si los botones están detrás o adelante, etc. En los horarios de recreo, también se hace distinción entre niños y niñas, en cuanto al uso del espacio, mientras los varones ocupan gran parte de este, por el despliegue de sus actividades recreativas, ya sean deportes o juegos; las niñas solo ocupan una mínima parte de este, y se ve que en muchos casos los juegos que realizan no necesitan de un gran despliegue físico sobre el mismo. Generalmente se ve que son discriminados o discriminadas los niños que juegan con niñas y viceversa. Esto también marca una tendencia a la formación de los niños y niñas, en hombres y mujeres ideales, dejando de lado el libre albedrío de ellos, a ser y expresarse como realmente lo sienten. Se complementa a esto el uso de determinados accesorios, como aritos, piercings, tatuajes, determinadas formas de cortarse el pelo o peinarse. Todo esto último como si todavía la escuela se pensara como un lugar aislado, fuera del mundo que la rodea, y que allí todo debe ser y no puede ser, sin pensar que fuera de ella luego de que el niño o la niña crucen las puertas no fuesen a encontrarse con algo tan distinto.

Todo lo que hemos visto hasta ahora se resume en que los niños son tratados como materias primas que el estado obtiene por conciliación con las familias para formar un tipo de sociedad acorde a sus ‘caprichos’, a fin de obtener un producto . ¿Pero qué hay

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