El Dragón de Hierro

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Princesa Meridian: No, padre, no permitiré que los habitantes paguen por mi cobardía, enfrentaré mi destino y me iré con el dragón, es la única manera de evitar que se derrame más sangre.

El rey Dagot estuvo a punto de reprocharle a su hija, pero se vio interrumpido por un evento sorprendente.

El soldado del rey se acercó presuroso para comunicarle la buena nueva.

Soldado: Mi Señor, el guerrero nórdico ha vuelto, parece que mató al dragón.

El Guerrero Esmeralda se acercó Elegantemente al rey, llevaba un objeto metálico cargado en sus brazos.

Rey Dagot: Me alegra saber que ha podido con la bestia, y más aún me alegra que mi hija se quede con tan apuesto y distinguido caballero.

La princesa Meridian se sonrojó.

Caballero Esmeralda: Esto que ve aquí, señor, es la garra del dragón. Dragón que se llevó la vida de todos mis hombres y de los otros que nos acompañaron, e lamento de ser el único que sobrevivió.

Rey Dagot, con un poco de amargura en sus palabras: No importa, noble guerrero, sé que tus hombres y aliados dieron todo en la pela.

Caballero Esmeralda, como con sarcasmo: ¡Vaya que sí!

Rey Dagot: Pues ahora se han de celebrar las bodas reales, te has ganado a mi hija, diríjanse a sus aposentos para que se conozcan más.

El Caballero Esmeralda le entregó la garra al soldado y se dirigió junto con la princesa Meridian a su alcoba.

Una vez que llegaron a la habitación, se dispusieron a intercambiar opiniones.

Princesa Meridian: Es un gusto que fuera usted a quien tome por marido, realmente es un hombre muy guapo.

Caballero Esmeralda: Créame, señorita, que todo esto fue mi plan desde el principio.

La luz de la luna empezaba a salir y se asomaba por la ventana, formando la sombra de todo aquello que estuviera en el cuarto.

Princesa Meridian, quien notó algo extraño en la mirada del guerrero: No lo entiendo ¿a qué se refiere?

La sombra del guerrero tomó una forma extraña, como si tuviera alas, si la princesa se percató es algo que tendremos que dudar siempre.

Caballero Esmeralda: Así es, el rey tenía hasta esta luna llena para entregarla, princesa, si no, su pueblo sería destruido, pero yo sabía que usted solo quería el bienestar de su gente.

La princesa se concentró en los ojos verdes del Caballero, como hipnotizada… Lo entendió todo.

Princesa Meridian: Claro, por eso usted tiene esa garra… Si esto es lo único que puede salvar a mi pueblo, que así sea.

Dragón de Hierro: Me alegra que lo entienda princesa, le prometo una vida plena, nada le faltará.

Princesa Meridian: Lo aceptaré todo.

Acto seguido, entra el rey para anunciarles que deben bajar y empezar las fiestas, pero queda anonadado al ver que en el cuarto solo queda otra garra del dragón, hecha de hierro. Y sobre la cama de la princesa, había una preciosa esmeralda. Mayor fue su sorpresa al divisar una silueta alada desde la ventana, un borrón gris, como el hierro; y lo que parecía ser una mujer entre sus garras. Admiró la ironía de sus actos, dejó entrar al dragón, al que le concedió la mano de su hija, quien estuvo dispuesta a sacrificarse por todos. Y se sintió orgulloso de la valentía de su hija, un momento de poesía.

FIN.

Personajes:

Rey Dagot

Caballero Esmeralda

Dragón de Hierro

Princesa Meridian

Soldado

Guerreros Asiáticos

Hechiceros Africanos

Caballeros Nórdicos