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Escándalo político.

Enviado por   •  24 de Enero de 2018  •  1.628 Palabras (7 Páginas)  •  227 Visitas

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(2004: 1090), pues si el público a priori ya percibe que los políticos en general son corruptos, escándalos que pongan en evidencia dicha corrupción fallarían en su cometido (atraer la atención) pues dichas historias tan solo confirmarían lo que ya se sospechaba o esperaba.

Paralelamente a estos razonamientos, algunos otros teóricos explican el auge de los escándalos políticos a nivel global como una consecuencia propia de las normas democráticas de gobierno. Tumber y Waisboard (2004: 1) han notado que los “escándalos encapsulan las dinámicas de accountability” en gobiernos democráticos, y a su vez Esser y Hartung (2004: 1035) consideran que los escándalos sólo pueden tener lugar en una democracia, pues los medios de comunicación necesitan encontrarse con cierta libertad para poder llevar a cabo su rol en la creación del escándalo.

EL ESCÁNDALO Y SU INFLUENCIA EN EL COMPORTAMIENTO DEL INDIVIDUO

Tal vez el mayor debate que se sostiene a nivel académico sobre las consecuencias del escándalo político se dan respecto a cómo éste influye en la confianza del votante. Estos debates se sostienen en dos campos bien diferenciados: por un lado están quienes sostienen que los escándalos se encuentran impulsados por el declive de los partidos políticos y el ascenso de las personalidades políticas, en parte debido a la híper-exposición individual de los políticos frente al electorado; y por el otro se encuentran aquellos para quienes el impacto del escándalo sobre el comportamiento individual de los ciudadanos tiene más que ver con sus niveles de conocimiento general respecto a los asuntos públicos, pues aquellos con altos niveles de educación política presentan efectos contrastantes frente al escándalo, al poder discernir entre el político envuelto en el escándalo y sus circunstancias y los otros políticos que no participan del mismo, lo cual no sucede con quienes poseen bajos niveles de educación política, pues para estos, en general, ninguno de los políticos son dignos de confianza, honradez, o fiabilidad, así se trate de aquellos involucrados en un escándalo o no.

La evidencia empírica ha sugerido que los escándalos políticos inciden en el comportamiento del votante de forma distinta dependiendo del cargo político que se encuentre en juego. Las elecciones en las que se eligen representantes locales por lo general atraen muy poco la atención de los electores y, en consecuencia de ello, los votantes rara vez conocen los nombres y perfiles de sus representantes o sus contrincantes. De manera algo sorprendente, algunas investigaciones incluso sugieren que para este grupo de políticos encontrarse implicado en algún tipo de escándalo puede ser incluso benéfico para su causa (Burden, 2002), puesto que, a estos niveles, la participación en un escándalo incrementa el reconocimiento por parte de los electores del nombre del candidato envuelto en él, lo que puede resultar en un mayor porcentaje del voto a su favor (Mann y Wolfinger, 1980).

LAS FASES DE FORMACIÓN DEL ESCÁNDALO

Para Sherman (1989) seis son las fases que perfilan la formación del escándalo político: [1] revelación; [2] publicación; [3] defensa —que puede tomar la forma de negación, contra-ataque o la explicación de la ‘manzana podrida’—; [4] dramatización —o la conexión de dicho evento a una meta-cuestión que involucra a toda la sociedad entendida ésta como un todo, fase en que la opinión pública se vuelve crítica, pues si las estrategias retóricas fallan en atraer la atención, entonces el evento muere—; [5] procesamiento o acusación —fase en la que los actores asociados con el autor del escándalo intentan hacer valer en su contra los medios a su alcance para sancionar o castigar la culpa del actor o los actores del mismo; y [6] estigmatización o etiquetación del perpetrador del escándalo por consenso general.

BIBLIOGRAFÍA

Burden, B. (2002). When bad press is good news. The surprising benefits of negative campaign coverage. The International Journal of Press/Politics, 7 (3), 76-89.

Esser, F. y Hartung, U. (2004). Nazis, pollution, and no sex: political scandal as a reflection of political culture in Germany. American behavioral scientist, 47 (8), 1040-1078.

Ekström, M. (2000). Information, storytelling and attractions: TV journalism in three modes of communication, Media Culture & Society, 22 (4), 465-492.

Lull, J. y Hinerman, S. (1997). The search for scandal. En Lull, J. y Hinerman, S. (Eds.), Media scandals: morality and desire in the popular culture marketplace (pp. 1-33). New York: Columbia University Press.

Mann T. Y Wolfinger R. (1980). Candidates and parties in congressional elections, American Political Science Review, 74, pp. 617-632.

Sherman, L. (1989). The mobilization of scandal. En Heidenheimer, A., Johnston, M. y LeVine, V. (Comps.), Political corruption: A handbook. New Brunswick: Transaction.

Thompson, J. (2000). Political scandal: Power and visibility in the media age. Oxford: Polity press.

Tumber, H. y Waisboard, S. (2004). Introduction: Political scandals and the media across democracies, American behavioral scientist, 47 (8-9),1031-1039.

Waisboard, S. (2004). Scandals, media, and citizenship in contemporary Argentina, American behavioral scientist, 47 (8), 1072-1098.

Roy González Padilla

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