LA EVALUACIÓN DEL DOCENTE Y SU UTILIDAD PARA LA MEJORA DE SU PRÁCTICA

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Llevar a la práctica la evaluación formativa en el aula requiere de docentes ampliamente preparados que puedan tener la capacidad de observar a detalle la movilización de saberes que ocurre en cada alumno, sin dejar de lado, los aspectos emocionales que se hacen presentes durante un proceso de aprendizaje y reconociendo la importancia que la familia tiene en la formación de los alumnos, por lo que también se tendrán que cambiar algunas ideas acerca de éstas y favorecer los vínculos con ellas.

Los docentes tendrán que ir cambiando poco a poco sus concepciones hacia la evaluación e ir transitando hacia cada vez centrarse más en la mejora del proceso educativo, conocido también como evaluación formativa, ésta que también se le conoce como evaluación para el aprendizaje

Para tal efecto, Zabala (2002) en García, Loredo y Carranza (2008) señala que el análisis de la práctica educativa debe realizarse a través de los acontecimientos que resultan de la interacción maestro-alumnos y alumnos-alumnos y para ello se necesita considerar a la práctica educativa como una actividad dinámica, reflexiva, que debe incluir la intervención pedagógica ocurrida antes y después de los procesos interactivos en el aula, debiendo abarcar, tanto los procesos de planeación docente, como los de evaluación de los resultados, por ser parte inseparable de la actuación docente.

La evaluación ha sido concebida como un elemento inseparable de los procesos de enseñanza-aprendizaje (Bonilla, Alba, & Ramírez (Coords.), 2000 y SEP, 1997) y se ha encontrado que si se realiza teniendo presentes los propósitos formativos, se puede estructurar toda la actividad de la enseñanza en función de ella (Jorba, & Sanmartí, 2000; Shepard, 2008).

Se busca con estas nuevas concepciones de la práctica educativa que los alumnos más que acumular conocimientos, desarrollen habilidades para aprender a aprender, para apropiarse de sus propios procesos de aprendizaje y que puedan continuar haciéndolo a lo largo de su vida, permitiendo que ante panoramas de realidades cambiantes de nuestra sociedad, puedan tener las competencias para ajustarse a ellos en forma exitosa.

Podemos concluir que, es precisamente ante estas realidades cambiantes que tenemos que ajustarnos como docentes, actualizarnos, tener una mayor comprensión de todo lo que se moviliza durante un proceso de aprendizaje y las formas de intervenir en ellos, sin que tenga que implicar ante este nuevo panorama de evaluación docente, que sólo se sigan reglas o normas establecidas, sino permitiéndonos tener una comprensión plena de que el cambio generará beneficios en nuestra práctica profesional, que a la vez permitirá mejores procesos de enseñanza, derivando en mejores procesos de aprendizaje, en los cuales los alumnos alcancen aprendizajes significativos, los cuales de acuerdo a la UNESCO los presenta en tres niveles: aprender a ser, aprender a hacer y aprender a aprender, mismos que se retoman como sustento de nuestro plan de estudios y programas educativos, con la idea de tener mejores ciudadanos y mejor calidad de vida para ellos.

Bibliografía

Careaga, A (2001). La evaluación como herramienta de transformación de la práctica docente. Educere. Vol 15 Núm 5. Venezuela.

García, Loredo y Carranza (2008). Análisis de la práctica educativa de los docentes: pensamiento, interacción y reflexión. Revista electrónica de investigación educativa. México.

Pardo C. R. et al. (2013). La evaluación en la escuela. Secretaría de Educación Pública. México.

INEE (s/f) ¿Por qué evaluar? Propósitos de la evaluación de aprendizajes en el aula. Cap 1. publicaciones.inee.edu.mx.