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“LICENCIATURA EN CIENCIAS DE LA EDUCACION”.

Enviado por   •  12 de Abril de 2018  •  4.557 Palabras (19 Páginas)  •  387 Visitas

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Sobre Relativa Autonomía y la cultura como un proceso que se vive diariamente.

En el trabajo de Willis en contraposición con los “trastos” se encontraban los “estatuas” llamados así porque solo se sientan y escuchan las clases. En la escuela hay muchos estudiantes que se pueden identificar en ese grupo, que pueden ser hijos de padres que han ascendido un poco en la escala económica pero que siguen formando gran parte de las personas de la clase obrera. Un estudio realizado por Robert Everhart sobre jóvenes estudiantes de bachillerato de la clase obrera, viene a decirnos que esa idea de los alumnos pasivos y dóciles que se sientan y hacen el trabajo que les permitirá desempeñar un puesto en el mercado laboral es un tanto desacertada. Nos interesa este estudio para hacer hincapié en el concepto de Relativa Autonomía, y evidenciar además lo que Michael Apple señala como una necesidad de ver la cultura como un proceso vivo, que se vive cotidianamente dentro del aula, además de como un producto.

Utiliza el calificativo de “estatuas”, con las características que el mismo implica, para proseguir con el análisis de este estudio; el tiempo que pasan estos alumnos en la escuela lo utilizan en realidad para reconstruir una cultura viva determinada, es decir para hablar sobre temas no académicos, sino sobre lo que ellos viven también dentro de la escuela y realmente les interesa: hablar de deportes, discutir. Sobre la relativa autonomía presente en todas las instituciones o como una posibilidad, porque la mediación de la ideología dominante se lleva a cabo a través de los diferentes actores, citamos textualmente a Apple para ejemplificar de un modo crítico concreto como proceden (o pueden proceder) los estudiantes para no verse oprimidos totalmente por la ideología dominante:

Como estudiante puedes encontrar las fisuras del control organizativo y explotarlas para conseguir el control de tu vida cotidiana. Si el rechazo de los mensajes ideológicos, el conocimiento de la autoridad de la escuela son demasiado peligrosos, entonces las grietas todavía pueden utilizarse, extenderlas si es posible, e incluso crearlas.[3]

Los estudiantes del estudio en cuestión, pasan gran parte de su tiempo buscando modos de conseguir el control sobre su interacción diaria para hacer las clases más interesantes. Tratan de mantener las normas y exigencias de la escuela al mínimo, para poder estructurar sus propios asuntos. Estos asuntos se centran en la resistencia a la cultura escolar y en la creación de una contracultura que nuevamente, al igual que la de los “trastos”, supera el logro individual que rige la organización institucional. La contradicción también se encuentra presente aquí, sabemos (y queda evidencia en el accionar de estos alumnos) que el poder no solo pertenece a las clases dominantes sino que todos lo poseen, ahora, al utilizar este poder no de una forma crítica sino solo para escapar a la realidad de clase o hacerla más amena mediante esta contracultura propia, están reproduciendo, reforzando la idea de que estos sistemas de relaciones sociales no pueden ser confrontados.

El ejercicio del poder de este modo muestra cómo las formas culturales son [con frecuencia] reproductivas y cómo los participantes, con su oposición, participan de hecho en esa práctica reproductiva.[4]

Sobre el papel del género en la reproducción de las relaciones sociales.

El autor retoma un estudio de McRobbie, que afirma que las pautas culturales de las chicas son empujadas por la actitud dominante del macho hacia una actividad social periférica, para demostrar que las condiciones de las chicas de la clase obrera pueden ser diferentes a la de los “trastos” y demás chicos de su misma clase. Ellas aprenden ya desde el hogar el trabajo doméstico, además nacen sumidas bajo una tradición patriarcal con condiciones y materias que se vienen perpetuando a lo largo de los siglos y que las sitúa en una cultura feminista preexistente; expone esto como una corroboración a la conclusión de este estudio etnográfico a saber: que la cultura se aprende, que la cultura de estas chicas esta en parte determinada por su posición económica y sexual en una sociedad que proporciona empleo a sus padres en una fábrica y a sus madres en trabajos de tiempo parcial como camareras o chicas de limpieza, este es otro sector concreto de la clase trabajadora.

Veremos además, a medida que Apple desarrolla este análisis como las presiones de la clase social en conjunto con las presiones de la feminidad actúan de forma muy poderosa en las chicas, que en contraposición con las chicas de clase media que tienen horizontes más amplios y son dirigidas hacia un tipo de trabajo que no es el doméstico; tratan de extender su vida social al terreno escolar manifestando su oposición a esta clase con la que no se identifican, y combaten la discriminación y los antagonismos de clase exponiéndose a ellas mismas como hembra de carácter sexual y madurez física.

El instinto de clase encuentra entonces su expresión en el sentido de desechar la ideología oficial sobre las chicas en la escuela (pulcritud, diligencia, feminidad, docilidad, etc.) y reemplazarla por una más mujeril, e incluso sexual.[5]

Nuevamente como a lo largo de este trabajo queremos ejemplificar, el autor nos muestra como la acción de la contradicción se hace presente, como factor importante para la Reproducción Social. Las chicas desarrollan una contracultura que les da poder, que les permite controlar a los chicos, e identificarse en ella como pertenecientes a la clase obrera, y les hace posible desarrollar la resistencia y la lucha entre clases. Pero la contradicción es fuerte, ya que la valoración de su vida como futuras madres y esposas (dado el papel real que tiene en este sector la mujer, o trabajadora, se encuentran atrapadas en esta situación, ya que no estarán seguras económicamente más que en el matrimonio) las lleva a confiar en una cultura de la feminidad explotadora y que reproduce gran parte de las condiciones en que se basa la división social y sexual del trabajo colonizadas por el capitalismo.

De este modo, los contenidos y las prácticas ideológicas de las chicas, con todas las contradicciones que las limitan y les dan fuerza, sólo pueden entenderse viendo cómo las economías capitalistas, la ideología patriarcal y las formas culturales de vida de la clase obrera se reproducen y contradicen mutuamente.[6]

El papel de la etnia en este proceso.

El autor expone un estudio sobre los ghettos de las ciudades industriales de América, para mostrar esta vez como modelos semejantes

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