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“La postura del docente frente a las condiciones de vulnerabilidad del grupo de alumnos.”

Enviado por   •  9 de Enero de 2018  •  3.813 Palabras (16 Páginas)  •  507 Visitas

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- La familia a la que pertenece no es la “ideal”, aquella con la que puede contar ante cualquier situación, que se vincula con la escuela y se interesa por la enseñanza de sus hijos. En toda familia sea cual sea su organización existen problemas, nadie esta ajeno a los mismos, pero si además de esas situaciones “normales” el niño debe cargar con otras responsabilidades como el cuidado propio y de sus hermanos, pensar que no cuenta con un papá o mamá que lo provea en sus necesidades básicas y como consecuencia de esto se lo alejo de sus progenitores, entre otras causas. Y notar que esa familia ideal que observa y percibe en algunos estratos de la sociedad y que transmiten los medios de comunicación para él no existe, resultando traumático y derivando en diferentes causas psicológicas y/o físicas que perjudican la formación educativa.

- El contexto social del que proviene y en el cuál interactúa no favorece a su desarrollo porque el entorno físico no es el adecuado, ya que son sectores precarizados que no cumplen con condiciones mínimas de confortabilidad, seguridad e higiene.

- El entorno social resulta no ser la mejor influencia para sus vidas, viviendo en forma constante situaciones de inseguridad, miedo, creando en él una personalidad que no le permite confiar en el otro, ya que en su entorno “el otro es el que traiciona”. Entonces ¿Cómo podrá el docente ganarse la confianza de este niño? para hacerle entender que la mejor herramienta para mejorar su calidad de vida es el trabajo constante diario.

Debido a esto se presentarán conflictos en el aula que influyen en el ambiente del mismo y por lo tanto en la enseñanza, dichos conflictos son el resultado de distintos grados de vulnerabilidad en los niños y de la cultura marginal que vivencian y que genera su auto reproducción

Es por esto que el docente debe reflexionar sobre la práctica y no sólo atender las necesidades básicas como leer y escribir, habilidades sumamente importantes para la vida en sociedad, pero que pueden ser atendidas a la vez que se brindan otros conocimientos, también necesarios.

Es conveniente que a la par del tratamiento de los contenidos se intente modelar el comportamiento, los valores, las creencias y actitudes. Los distintos tipos de refuerzo son el elogio, el castigo. En muchas situaciones he reconocido el buen trabajo y comportamiento de aquellos alumnos más conflictivos, me parece una herramienta sumamente importante para llegar a la confianza y entusiasmo del mismo, es necesario marcar también lo bueno y lo malo de forma más cordial.

Cuando se enseña un contenido, también se expone el aprecio o desprecio por ese conocimiento. Si un docente se muestra sinceramente interesado por su trabajo transmite ese entusiasmo. Es por tanto que otra forma de educar es a través del ejemplo, de modo que es capaz de causar una conducta en el otro. Por este motivo es importante que los docentes tomen conciencia de sus acciones frente a los alumnos, a veces los educadores transmiten, comunican lo que les parece mal o bien de un tema y esto debe reflejarse en su actuar. Un ejemplo concreto al que me referiré es a mi formación en la escuela primaria, una premisa constante era el silencio, que significaba orden, disciplina. Este tipo de formación se corresponde con un docente conductista. En la actualidad con todos los cambios realizados en educación, siguen latentes estas situaciones, mientras que por un lado se pide constante silencio a los alumnos, por otro y por el contrario se quiere promover la comunicación, la expresión de ideas, el escuchar al otro. En relación a esto, durante mi práctica algo necesario era ganarme la confianza del grupo pero si impedía la comunicación ¿cómo lo lograría?, la imagen constante tan establecida de lo que uno vivió no me permitía lograr ese clima de intercambio. A veces nuestras matrices están tan arraigadas que no las cuestionamos, la reflexión continua en esta etapa me permitió analizar a fondo este asunto y repensar estas situaciones en el aula. Si bien en algunos momentos es necesario este clima para contribuir al desarrollo de la clase, no es conveniente callar a los alumnos de continuo y tomar la palabra en forma exclusiva, porque esto no favorece un cambio en la expresión y comunicación de los educandos. Asimismo, no solo estamos negando al alumno la comunicación de lo que piensa, sino también le damos el ejemplo de que la palabra primordial es la del maestro y no la suya, que el conocimiento no se puede construir sino que sólo se transmite.

Aleccionadora es la siguiente frase:”…porque en lo que concierne a las acciones y pasiones humanas menos en las palabras que en las obras, con lo cual, si alguien pone en práctica lo que dice ser malo, más provoca con el ejemplo que disuade con la palabra”[3]

Entonces el ejemplo debe considerarse como un cierto modo de enseñar activo y no verbal, pura enseñanza de hecho, es menos directo que la enseñanza propiamente dicha, no es un argumento, es un hecho. Pero aunque no consiste formalmente en la exposición de razones, las contiene, no obstante, de un modo virtual, porque posee la capacidad de suscitarlas, precisamente en quienes ven el ejemplo.” Por esta razón debemos estar atentos en lo que hacemos y decimos, porque a través de ello revelamos lo que nos parece bien o mal, y para el niño es una razón más valedera para ser imitada que lo dicho.

Con respecto a la comunicación en el aula el alumno resulta ser un receptor activo, que completa el sentido de la comunicación desde su propia lectura.[4] Desde este punto de vista el conocimiento no circula o se transmite de uno sujetos a otros, sino que un proceso comunicativo es una relación o práctica significante en la cual emisores y receptores producen el sentido que puede ser unánime o disonante. Desde mi análisis y experiencia descubrir el contexto de los alumnos, con las herramientas que puede tener cualquier docente, es un elemento fundamental para mejorar la comunicación en el aula y con ello favorecer los procesos de enseñanza y aprendizaje. En mi caso particular para lograr conocer el contexto de cada alumno, pedí información primeramente a las instituciones, luego las docentes a cargo me detallaron un poco más algunas situaciones más puntuales y por último el periodo de observación[5] me ayudó aún más para tener las herramientas necesarias y así poder diseñar mis actividades

Se debe dejar de lado la idea que el docente es siempre el emisor y el alumno es siempre el receptor, ambos roles pueden intercambiarse. Apropiadas son las palabras de Paulo Freire para completar esta idea, el cuál decía “…el educador necesita del educando, como el educando necesita del educador, ambos se educan…”

El

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