Las organizaciones y la (in)comunicación en la postmodernidad
Enviado por Jillian • 29 de Noviembre de 2018 • 2.632 Palabras (11 Páginas) • 255 Visitas
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El filósofo John Morreall sostiene que el origen biológico de la risa humana puede estar en una expresión compartida de alivio tras pasar el peligro. La laxitud que sentimos tras reírnos puede ayudar a inhibir la respuesta agresiva, convirtiendo la risa en un signo de conducta que indica la confianza entre los compañeros.
En sociología y psicología social, la confianza es la creencia en que una persona o grupo será capaz y deseará actuar de manera adecuada en una determinada situación y pensamientos. La confianza se verá más o menos reforzada en función de las acciones. Tomando en cuenta ello, las empresas se presentan como amigos de toda la vida, a los cuales la confianza es lo que más se le tiene. A los cuales nunca se les dejará de lado.
A sabiendas de que el humor es cosa seria, la industria del entretenimiento se ha apoderado de todos los medios posibles para sacarnos una sonrisa. Parques, circos, museos, bibliotecas, librerías, medios de comunicación, etcétera. Todos entretienen y casi todos dan risa.
Todo ha dejado de ser como era, o como debería ser, para entretener. Los supermercados son fiel reflejo de ello. Cada día vemos a los vendedores más preparados y listos como para actuar en una obra de teatro. El ambiente mismo presenta ornamentos de acuerdo a la fecha o la temporada con lo que te transportan a parajes o te transmiten diversas sensaciones, nada parece real.
Los medios de comunicación han dejado de informar para dedicarse a entretener. Ya no son medios que pretenden transmitir información sino que buscan causar sensación a cualquier costo. Todo hecho se puede convertir en espectáculo. Atentados, genocidios, todo ello es espectacular, y por eso digno de ser reproducido.
En este mundo tan risible podemos ver los “reality shows”, que exhiben las tragedias ajenas para regocijo nuestro. Además de que mediante estos programas televisivos dejamos de ser simples espectadores para ser al mismo tiempo actores. Con nuestras intervenciones, llamadas telefónicas, correos electrónicos, decidimos quién se queda o quién se va. Hacemos y deshacemos el libreto a nuestro antojo. Y sin querer caemos nuevamente en una realidad que se nos impone, pero que es tan grata y sutil que no nos damos cuenta, o, no nos importa.
Incluso los deportes ahora forman parte del show. El fútbol, el baloncesto (NBA), las carreras de autos (NASCAR), la Fórmula 1. Nadie parece escapar, o nadie quiere escaparse de este negocio tan rentable. Convertirte en marca y disponer de la fidelidad de los fans, o hinchas es a lo que todas las grandes aspiran. Y en el plano deportivo eso ya está logrado.
Quién diría que una librería, una biblioteca, un museo, serías centros de entretenimiento, cuando antaño eran lugares distantes del ruido excéntrico de la ciudad y cargados de un conocimiento que urgía a gritos silentes ser revelado.
Esta tendencia por el entretenimiento y la soltura, por dejar de lado las presiones, olvidarse de todo y dejarse llevar por el momento tiene un oscuro trasfondo. El del control: no pienses, solo actúa.
La postmodernidad y su eterno relativismo
Pero los ojos están ciegos, hace falta buscar con el corazón.
El principito -- Antoine de Saint-Exupèry
La injusticia se alimenta de manera desmedida de todo lo que encuentra a su paso y parece reproducirse de manera asexual. Los pobres son cada vez más pobres y los ricos ya no tienen clasificación. Aunque en la era de la postmodernidad estos abismales extremos pierden valor y su trascendencia se ve relativizada.
Uno de los mayores problemas a la hora de definir la postmodernidad es la actualidad, y por tanto la escasez e imprecisión de los datos a analizar. Como también la falta de un marco teórico válido para analizar todos los hechos ocurridos en el complejo proceso denominado postmodernismo.
La modernidad fue un proceso de apego y exaltación de la razón; de optimismo racionalista, de fe en la razón; fue un tiempo de teorías y sistemas. En cambio el postmodernismo excusado en su juventud y su poca experiencia aparte de negar la modernidad es un proceso que trae crisis y acabamiento, cierto pesimismo y desconfianza. Es un tiempo tan acelerado que predomina la praxis y el escepticismo.
El hombre postmoderno tiene algo a su favor, que no se define por nada en particular. Definir es limitar. Él es el encargado de fabricarse. Pero no estar caracterizado por nada, todo se vale, por ello todo es relativo.
Realidades recicladas
Es ahora de amar la basura, pues esta también es rentable e incluso ética. El reciclar –introducir en el ciclo de producción y consumo productos materiales obtenidos de residuos- es bien visto por todos. Tanto por la gente con dinero, como por los que lo esperan. Los primeros tiene la oportunidad de sus vidas para blanquear su alma, purificar su espíritu, salvar su alma. Para los segundos, el reciclar a duras penas les da para sobrevivir.
Los más, que según el rango de importancia que reciben parecen los menos. Viven en basurales, entre plásticos, vidrios y papeles, estos son sus paredes, su techo, y al venderlos, su alimento.
Ahora que estamos en un mundo tan contaminado lo que está en vigor e interesa a la mayoría es salvar el planeta. Además, gracias al reciclaje todo, lo bueno y lo nocivo, queda dentro del sistema y el sistema se encarga de hacer productiva hasta la repugnancia.
En el ojo de la tormenta
¿A quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?
Groucho Marx
Una verdad que no causa gracia, que para nada entretiene, es la está el mismo ambiente. Las empresas han modificado sus estrategias para llegar al consumidor, para gustar. Para ello han transformado radicalmente su manera de ver al consumidor. El consumidor no es una simple persona que adquiere un producto o un servicio y se retira, y como no existen muchas empresas que oferten ese producto o servicio el cliente tendrá que regresar le guste o no le guste.
La excesiva competencia ha hecho que el consumidor evolucione, que demande cada vez más servicios y productos. Cada vez más detalles, pues en ellos está la excelencia. Cada vez más, más calidad, mayor durabilidad, mayor confort, y un mejor trato por parte de las empresas. Y hoy, parecen haberlo conseguido. Sin caer en cuenta de que esa es la nueva técnica que emplea el capitalismo de ficción.
Tenemos consumidores
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