MAL DE ESCUELA “EL ROL DEL DOCENTE”

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Pero cuando son las complejidades, obstáculos y dificultades lo que prevalece, los niños resultan convirtiéndose en los estudiantes problemáticos y los docentes por la dinámica cotidiana, por la presión del cumplimiento de los objetivos académicos, o de la planeación del curso, o incluso por avanzar en el programa cuando los estudiantes más aventajados progresan, obviamos las necesidades especiales que tienen estos niños y pasamos por alto que deben ser motivados para que también puedan alcanzar los objetivos y avancen al ritmo de los demás o dejamos de lado sus carencias afectivas y olvidamos que podemos hacer la diferencia en sus vidas.

Pero esto solo es posible cuando se sienten motivados y no obligados, cuando sienten interés real y agrado por asistir a las clases y no lo ven como un tedioso sacrificio. Es por ello que los docentes debemos trascender el trabajo de construir conocimientos y ser más intuitivos para detectar lo que sucede con aquellos estudiantes difíciles porque sus vidas pueden estar bajo muchas presiones o complejidades.

La amabilidad, paciencia, afecto, apoyo, aunado a mensajes positivos y adecuada atención, puede despojar a los estudiantes de frustraciones, miedos, insatisfacciones que los hacen sentirse y estar excluidos de las dinámicas cotidianas en su propia vida, de la clase y del sistema educativo en general. Al final, la responsabilidad nuestra es evitar que los estudiantes desubicados y que se sienten incapaces de superar las actividades académicas, sean presa de la delincuencia, las pandillas o la depresión y que esa energía que gastan en travesuras y mentiras, puedan aprovecharla en su propio beneficio

Ciertamente los profesores somos importantes para nuestros estudiantes, ellos nos ven como un guía, como un orientador, como un consejero e incluso sin estar al tanto, para muchos nos volvemos protagonistas o salvadores, tal como mencionaba (Pennac, 2008). Para el autor algunos sin saberlo marcaron la diferencia y lograron incidir de manera determinante en su futuro, dejaron aprendizajes y esa actitud diferente a la del resto le proporcionó la confianza suficiente para creer en sí mismo y poder superar el pensamiento de inútil, inoperante o “zoquete” como él mismo se autodenomino.

. Este es un buen ejemplo que deberíamos tener presente los docentes para recapacitar sobre nuestra labor, pues, aunque esta puede ser trascendental para algunos niños y jóvenes, a veces por la rutina, las propias situaciones personales que nos aquejan y las obligaciones del día a día, olvidamos el significado de nuestra actividad y la diferencia que podemos hacer en muchas personas, que luego, tal como lo explicaba el autor en sus relatos, los entendemos cuando encontramos en la calle a los exalumnos, ya mayores y conscientes, agradecidos por lo que dejamos en ellos o cuando recuerdan con afecto nuestras enseñanzas.

Para lograr aprendizajes significativos en nuestros alumnos la enseñanza debe estar conectada al establecimiento de lazos profundos y esto es lo que impacta sus vidas, lo cual se logra promoviendo valores y criterios éticos que guíen su proceder. Por ello (Pennac, 2008) a través de sus reflexiones hace un llamado de atención a los docentes para no desfallecer en la tarea pedagógica, para actuar con suficiente consciencia de las realidades ajenas y el contexto y, sin embargo, motivar los estudiantes a que continúen avanzando en su proceso escolar, con sus sueños y buscando incidir en su contexto.

Referencias

Congreso de la República de Colombia. (8 de Noviembre de 2006). Código de Infancia y adolescencia. Bogotá, Colombia: Presidencia de la República.

Institución Educativa Simón Bolívar de Soracá. (2012). Manual de Convivencia. Resolución Rectoral 014. Soracá: I.E. Simón Bolívar.

Pennac, D. (2008). El Mal de Escuela. Barcelona.