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Orientaciones curriculares para la enseñanza y el aprendizaje de la filosofía

Enviado por   •  29 de Abril de 2018  •  4.203 Palabras (17 Páginas)  •  328 Visitas

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2.1 Preguntas filosóficas acerca del conocimiento humano. Las preguntas referidas al conocer constituyen el campo de trabajo de la disciplina filosófica denominada teoría del conocimiento. Se asume aquí la sugerencia de Ferrater (1981) de denominarla como teoría del conocimiento, mientras que los términos gnoseológico y epistemológico se usan como adjetivos. Ésta se ocupa de la indagación sobre la naturaleza, legitimidad (validez) y límites del conocimiento humano en general. Las preguntas que plantea agrupan cuestiones tales como las siguientes: ¿Es posible el conocimiento? ¿Cómo puede describirse el fenómeno o el proceso del conocer ¿Qué tipos de conocimiento existen? ? ¿Cuáles son sus fundamentos? ¿Cuáles son sus límites?

Pueden encontrarse planteamientos amplios de estas cuestiones por ejemplo en la obra de Platón, más específicamente en su diálogo el Teeteto, donde se pregunta por las condiciones que hacen que un conocimiento pueda considerarse verdadero. También se desarrollan en diversas partes de la obra aristotélica, como en los Segundos Analíticos donde Aristóteles presenta su teoría de la ciencia, en el tratado acerca del Alma, en la Ética a Nicómaco y en el libro I de la Metafísica, donde muestra las etapas del proceso del conocimiento y establece la distinción entre diversos modos de saber, específicamente humanos, de estar en la verdad: tekhné (técnica), phrónesis (prudencia), epistéme (ciencia propiamente dicha) se refiere a un por qué universal y necesario, nous (inteligencia) y sophia (sabiduría).

También puede afirmarse que es en la época moderna donde el problema del conocimiento adquiere una importancia fundamental y pasa a convertirse en uno de los temas centrales del pensamiento filosófico: “Si construyésemos la discusión filosófica de la edad moderna bajo la forma de un proceso judicial, la única cuestión sobre la que ésta tendría que pronunciarse sería: cómo es posible un conocimiento fiable” (Habermas, 1982: 11). Esta cuestión es abordada por el racionalismo (Descartes), en un examen que parte de la duda metódica y se orienta a la búsqueda de la certeza mediante el análisis de la razón y sus ideas. Pero es con Kant que el problema del conocimiento se hace objeto de una teoría del conocimiento en sentido estricto. Kant se pregunta: “¿Qué y cuánto pueden conocer el entendimiento y la razón con independencia de toda experiencia?” (Kant, 1983:12). Mediante la formulación de la problemática lógico-trascendental, la razón se examina a sí misma en relación con su capacidad y aptitud para los conocimientos, sobre la validez de sus fundamentos y también acerca de sus límites. De esta manera la teoría moderna del conocimiento permite diferenciar entre el conocimiento como actividad del sujeto labor encomendada a la filosofía, y el conocimiento positivo de los objetos en cuanto tal, que le corresponde a las ciencias especializadas. Es tarea de la teoría del conocimiento clarificar el conocer del conocer mediante el examen crítico de la razón, mientras que el conocimiento de los hechos se hace objeto de trabajo de las ciencias.

Con el surgimiento del positivismo (Comte) y del neopositivismo (Círculo de Viena) en el siglo XIX y la primera parte del XX, se abandona progresivamente la dimensión reflexiva abierta por la filosofía en su tarea de pensar la ciencia; en su lugar se proyecta el modelo de la ciencia natural como paradigma para la comprensión de los demás tipos de ciencia y se sustituye la dimensión reflexiva de la teoría del conocimiento por una práctica metodológica investigadora de puros hechos. La crítica al positivismo fue formulada por Popper en su Lógica de la investigación científica, y ampliada desde el marco de la historia de la ciencia por su discípulo Thomas Kuhn en su obra pionera La estructura de las revoluciones científicas (1971). Un segundo frente de debate con el positivismo fue desarrollado por diversos científicos sociales y filósofos de la denominada teoría crítica de la sociedad que busca problematizar el papel cumplido por la ciencia y la tecnología en la unidimensionalización de la vida social y frente a ello impulsar procesos de emancipación a nivel individual y colectivo.

Si bien las anteriores reflexiones acerca de los procesos del conocimiento se centraron en la búsqueda de criterios de verdad de la ciencia, tenemos el giro lingüístico que como movimiento amplio de las ciencias sociales busca un marco de comprensión de la teoría semiótica del conocimiento. El giro lingüístico se da inicialmente en el campo de la semántica que indaga acerca de la relación entre enunciados y estados de cosas en el mundo, y posteriormente se desarrolla desde el punto de vista pragmático que examina el uso del lenguaje en contextos específicos. Su consolidación permite superar la concepción del signo como medio de las representaciones para convertirlo en mediador de las mismas.

2.2. Preguntas filosóficas acerca de la estética. El arte y la belleza han sido algunos de los misterios de la existencia humana que la filosofía ha intentado pensar. El arte acompaña nuestra vida diaria; estamos rodeados de cuadros, escuchamos música, vemos alguna película, una obra de teatro y expresamos nuestro agrado o desagrado por ellos. Pero los filósofos han considerado que es necesario ir más allá de afirmaciones como “me gusta” o “no me gusta”. Por ejemplo, aunque el gusto subjetivo es importante al referirnos al arte ¿Podremos explicar por qué nos gusta una escultura o una fotografía? ¿En el arte sólo podemos afirmar nuestro gusto individual? ¿Habrá algo que sea agradable para todos? ¿Las obras de arte son sólo para nuestra entretención o tendrán otro sentido? ¿Por qué los artistas hacen arte? ¿Existe eso de la inspiración?

En la antigüedad los sofistas griegos expresaron sobre las obras de arte algo que hoy escuchamos con frecuencia: que todo depende del espectador, que llamamos bello a lo que nos agrada. Ante ellos, Platón preguntó si el arte era una producción de la razón o si su origen era la sensibilidad. Es decir, si el propósito del arte era producir sensaciones agradables o tenía objetivos más espirituales. Esta es la primera pregunta filosófica ante las obras de arte. En la modernidad la reflexión sobre el arte encuentra un obstáculo porque las obras de arte no podían ser estudiadas desde la racionalidad, tan cercana a la deducción matemática. Un siglo más tarde apareció la pregunta sobre cómo tener un conocimiento verdadero sobre lo que es el arte. Esto lo comprendió Alexander Baumgarten, quien puede ser considerado el iniciador de la estética por enfrentar la tesis cartesiana y afirmar que las representaciones artísticas pueden ser confusas pero claras

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