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Taller de Identidad, Conocimiento y Aprendizaje

Enviado por   •  29 de Agosto de 2018  •  Tarea  •  1.441 Palabras (6 Páginas)  •  447 Visitas

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Ares Jonathan Pérez Salinas[pic 1]

Grupo: 1126

Docente: Luis A. Mancera Sánchez

Taller de Identidad, Conocimiento y Aprendizaje

Mi historia académica

¿Quién soy?

Soy una persona de 28 años de edad que habita en la Delegación Gustavo A. Madero, en el norte de la Ciudad de México. El menor de cuatro hermanos; uno ya fallecido hace nueve años en Veracruz donde se encontraba laborando. Actualmente compartimos el hogar y sus respectivos gastos, uno de mis hermanos, Israel de 40 años y yo.

Disfruto el gusto por el montañismo por influencia de mi padre desde temprana edad, él, de nombre Antonio e Israel solían planear ascensos a diferentes montañas cercanas a la Ciudad con objetivo de alcanzar la cima. Para mi sigue siendo común visitar un monte, estar en medio de algún bosque o aquí mismo en la Sierra de Guadalupe casi cada fin de semana. Puedo decir que esto es la mitad de mi vida hasta ahora.

Otra afición mía es el video, lo audiovisual, el documental y el cine. Mi primera etapa como estudiante se enfocó en aprender este lenguaje y la realización de proyectos para la escuela y de manera independiente con algunos compañeros con el mismo interés. Hoy es lo que me da algunos ingresos y me ha permitido conocer lugares y más personas.

¿Cuáles son mis experiencias de aprendizaje que me han conducido hasta aquí?

Asistí al nivel de educación básica publica en la comunidad donde vivo actualmente: Chalma de Guadalupe; en el kínder Enrique Dunant y después la Primara Leona Vicario, ambos a un par de calles de casa. Por un lado en el Kinder las actividades se basaron en la socialización con otros niños  y maestros, juegos en equipo y manualidades principalmente con cajas de cartón, corcholatas, plastilina y pegamento. Ya en Primaria, tratar de aprender a leer y escribir por mi cuenta, tal como muchos niños, matemáticas y español eran las materias que más me costaban.

Y digo tratar de aprender, porque mis dos padres no tuvieron acceso a educación básica y por eso no podían ayudarme, sin embargo, siempre me impulsaron a que aprendiera de manera autodidacta. Ahora pienso que tan relevante es el fomento a otras actividades culturales en nivel básico, como en otros países o instituciones privadas que puedes integrarte a grupos de música o arte, materias como filosofía o inclusive a un entrenamiento más serio en una disciplina deportiva.

Con esfuerzo terminé los seis años de Primaria y escogí dar el salto a una Escuela Secundaria “fuera” de mi comunidad.

En la Secundaria Técnica número 104, ubicada en el arbolillo de esta misma delegación fue mi primera experiencia de viajar solo hacia la escuela. Tomaba diariamente el bus para ir parado entre más estudiantes de otras escuelas y sus mochilas o volando en el estribo bien aferrado a un tubo en la puerta.

Lo primero que recuerdo son las peleas de alumnos de grados superiores y la intimidación a la que estos sometían a los de nuevo ingreso; también, del cambio de maestros por asignatura y de los feos uniformes que es una obligación llevar. Nunca he sido problemático, más bien, introvertido con las niñas y con pocos amigos; cuando llegaba la hora de deportes podía desenvolverme de manera más libre. Las asignaturas ya no eran un problema serio como lo fueron en la primaria, era solo cuestión de continuidad. Me gustaban los laboratorios de ciencias, pero tenía facilidad en temas que tenían que ver en los talleres de herramientas y computación, creo que era mi curiosidad por lo que había dentro de estos espacios lo que me hacía divertirme y disfrutar. Fuera de la escuela, dividía el tiempo libre en deporte de montaña (caminata, bici o acampada) y películas.

Al terminar la Secundaria, cursé el nivel medio superior en al Colegio de Ciencias y Humanidades en el plantel Vallejo. Viajaba algunos días en bicicleta cuidándome del tránsito de los autos y otros en el mítico bus “oruga”, un carro articulado de la desaparecida Ruta 100, hoy Red de Transporte de Pasajeros (RTP). Choqué con una nueva organización y estructura de enseñanza, donde uno asiste al salón por cada materia y así mismo lo hacen los profesores.

Este lugar me parecía tan grande e interesante como sorprendente y a la vez peligroso, sumado a esto, el turno vespertino trae consigo variables que lo hacen diferente: “ventaja”, no te levantas a las cinco de la mañana para viajar colgado del bus, pero… “Desventaja”, cuando sales de clases ya es de noche, obscuridad, lo cual representa un peligro de una u otra forma. Aquí viví mis primeros dos asaltos viajando en el camión de regreso a casa y los porros, otro riesgo del cual tenía que cuidarme; en la mañana unos cien sujetos y por el contrario, en el turno vespertino unos seiscientos aproximadamente, todos con un actuar más parecido al de simios enojados. Siempre viviendo de los estudiantes, pidiendo de tu “cooperación” para seguir la fiesta, “taloneando” como se dice. Tuve que defenderme en un par de ocasiones de estos individuos y otra recibir una golpiza por negarme a cooperar.

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