Como se da la Reseña Escuela de la noche

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Entre tanta algarabía de saetas conceptuales, al mejor estilo Comeniano, William Ospina esgrime una sensibilidad tan comúnmente olvidada, casi mancillada, hacia el niño y su formación como experiencia de vida y no como adiestramiento desintegrada de él y sus potencialidades. Junto a las bondades de la niñez,

entra también en defensa del aprendizaje autodidacta, de la sabiduría de los pueblos antiguos, del denominado por él “el hombre de acción” (artesanos, albañiles, agricultores, obreros), valorando en estos el conocimiento que estuvo previo a la teorización de éste. El reconocimiento de lo anterior es un trazo romántico que

establece abiertamente el autor en contravía con las ideologías del mercado.

A lo largo de Latinoamérica y como una contrapropuesta a la lógica del sistema educativo que impera con mayor rigor en los países tercermundistas, se han alzado otras voces que resuenan de uno u otro modo en el discurso de William Ospina. Manfred Max-Neef, Ivan Illich, Estanislao Zuleta y Carlos Skliar son algunos de los pensadores que, como Ospina, ven en la educación la promesa de mejores individuos, mejores dinámicas sociales, ambientales y éticas; pero no con el modelo actual. Coinciden sin esfuerzo, en que hay demasiado conocimiento acumulado, pero escasa sabiduría para procurarlo hacia el bienestar común, y no de unos pocos.

En apariencia este ensayo se muestra prolijo en crítica y exiguo en propuestas y podría ser desvalorizado

por esa razón. Pero bien cierto es que sólo podemos cambiar lo que es reconocido, lo que es desenmascarado y conocido en detalle, dígase mejor, comprendido, y en esa medida poder operar en él. Apuntar con precisión

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contundente es el primer movimiento que se requiere para alguna transformación y es en gran medida el baluarte de William Ospina. No considero sin embargo, algo indispensable, que la planeación del acto tenga qué provenir, como nos lo enseñan algunas tradiciones religiosas, de un ser encumbrado y apoderado de fórmulas milagrosas. Se trata, si se mira con detenimiento, de coherencia con el mensaje del texto: Rescatar la capacidad cortada de conocer el complejo universo de situaciones en que estamos inmersos, y plantear, originalmente, creativamente, nodos de acción que empiezan desde el individuo y no desde la escuela, desde

el modelo educativo, o desde algún representante de poder (incluso si es del conocimiento).

La posibilidad de ejercer cambios en la esfera social es implícita y humanamente factible, no se trata este escrito entonces de un comprimido de soluciones vitamínicas, sino de un banquete de reflexiones que pueden nutrir ampliamente la búsqueda del rumbo para el cambio. Se trata en mi opinión de una responsabilidad que empieza abrazando ineludiblemente el contexto, pero que se sustrae de él (de lo contrario el cambio tendrá qué venir cuando otros lo deseen y nos reducimos a una continua queja y una espera interminable) y se vuelca sobre la acción del individuo en su entorno inmediato. Max Neef lo plasma de un modo altamente coherente

de la siguiente manera: “…Que nosotros encontremos el verdadero, auténtico y definitivo lugar que nos corresponde, y eso para mí sería el logro ideal de la humanización porque significaría que nosotros en el lugar que nos corresponde comprendemos además a todos los demás en el lugar que les corresponde.

En definitiva este texto debe ser abordado por todo aquel que, “educado” o no, desee emprender la importante tarea más que de informarse de formarse, con la insoslayable consecuencia de tener qué hacer frente a carencias en el sistema educativo al que probablemente habrá pertenecido o pertenece (y por tanto muy seguramente ha asimilado), y que bajo ningún pretexto deben continuar solapadas. Leer y permitir

germinar las inquietudes que acarrea este ensayo es lograr que el saber clandestino de la escuela de la noche se convierta, por así decirlo, en la alborada de un saber nuevo y libre.

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UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA

Facultad de Ciencias Sociales y Humanas

Psicología

RESEÑA DEL ENSAYO: LA ESCUELA DE LA NOCHE

David Alonso Silva Rodríguez

Medellín, Colombia