El malestar en la cultura.

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La moderación de la vida instintiva gobernada por las instancias psíquicas superiores sometidas al principio de realidad, es otro método donde se logra cierta protección contra el sufrimiento, porque los instintos no satisfechos no producen tanto dolor como los no inhibidos.

Otra técnica es la sublimación, donde ocurre un desplazamiento de la libido en el aparato psíquico, confiriendo flexibilidad, reorganizando los fines instintivos, eludiendo la frustración del mundo exterior y acrecentando el placer del trabajo psíquico e intelectual. Parecen más nobles y elevadas, pero más tenue que la satisfacción de los impulsos instintivos más groseros, y no alcanzable por todos.

Las ilusiones pertenecientes a la imaginación, son un método que permite independizarse del mundo exterior, buscando las satisfacciones en los procesos internos psíquicos, se aleja el vínculo con la realidad, pero estas discrepancias con el mundo real no impide poder gozarlas. Se destaca el goce a la obra de arte.

Por su parte la locura es otro procedimiento que ve en la realidad un enemigo. Por ejemplo el ermitaño da la espalda al mundo, e incluso se puede ir más lejos en eso, queriendo lograr una transformación del mundo, construyendo un nuevo mundo, donde no existan aquellos rasgos intolerables. Pese a este intento, no se llegará muy lejos debido a que la realidad es más fuerte.

En el amor, otro de los métodos, traslada la satisfacción a los procesos psíquicos internos, desplazando la libido, pero sin apartarse del mundo exterior, aferrándose a sus objetos y hallando la felicidad. Pero la limitación de este método consiste en que cuando se pierden estos objetos de amor, nos hallamos a merced del sufrimiento, jamás somos tan desesperadamente infelices.

El goce de la belleza por su parte, es accesible a los sentidos y al juicio. Consiste en una orientación estética de la finalidad vital, que ofrece una protección escasa contra el sufrimiento, y que posee carácter emocional, donde la cultura no podría prescindir de ella, a pesar de que no es manifiesta su necesidad cultural.

Para finalizar, Freud (2010) concluye que el designio de ser felices impuesta por el principio de placer es irrealizable, pero no por esto se debe abandonar los esfuerzos para acceder a algún modo de realización. Existen muchos caminos que pueden llevar al hombre hacia la felicidad, en la medida en que es accesible, pero ninguna es segura. La fuga a la neurosis es la última técnica de vida, y que ofrece satisfacciones sustantivas a ser humano, teniendo como opciones la intoxicación o la psicosis. En este sentido la religión al imponer un único camino para llegar a la felicidad a todos por igual, lo que hace es truncar esta libre elección, imponiendo un infantilismo psíquico, provocando un delirio colectivo, además de evitar la caída en la neurosis individual, sólo permitiendo la sumisión incondicional como único consuelo y fuente de goce.

Referencias

Freud, S. (2010). El malestar en la cultura. Alianza Editorial. Madrid