SOLUCIÓN AL PROBLEMA EDUCATIVOS EN EDUCACIÓN ESPECIAL CON ALUMNO CON DIFICULTAD DE APRENDIZAJE
Enviado por karlo • 20 de Abril de 2018 • 7.339 Palabras (30 Páginas) • 485 Visitas
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Reviste justificación no tan sólo por ser uno de los fundadores de este magnífico plantel que tiene como divisa la disciplina y el honor, sino por los méritos profesionales que lo distinguieron en vida y por su don de gente y padre de familia inmerso en los principios cristianos del catolicismo.Una personalidad muy peculiar evidenció siempre la manera de ser del profesor Diógenes Troncone, acaso modelada por el constante ejercicio de la docencia que se tradujo en su relación con la gente y en sus escritos periodísticos, escritos libre de eufemismos, directos, sin que por ello carecieran de la sazón de la sal, atenuada con la meliflua propiedad del azúcar.
Tal vez por ello sus artículos firmados con nombre propio se distinguían con el pre-título “Sal y Azúcar” y no como en sus primeros tiempos “Rompiendo la Zaranda”, que solía firmar con un seudónimo; no para ocultarse, sino en homenaje a la familia que lo había criado y formado como verdadero hijo, aunque los Maury venidos de Valencia, eran blancos y él tenía la piel algo quemada, buscando a su madre María Magdalena Sánchez, una culisa atractiva.
De suerte que “El Negro Maury”, no era tan seudónimo porque toda Ciudad Bolívar sabía de antemano de quién se trataba. Pero quién en la Ciudad Bolívar de los años treinta y cuarenta iba a creer que él no era miembro de la prolífica familia Maury, si lo único que le faltó fue nacer ahí en esa casa de Santa Lucía o de la calle Amazonas y no abordo de una goleta como en efecto ocurrió el 12 de septiembre de 1928 frente a la población indígena de La Urbana. Los Maury lo criaron y formaron desde la edad de tres meses cuando su madre, maestra de La Urbana, falleció enervada por la tisis, mientras a su padre no llegó a verlo sino en dos oportunidades.
Quién iba a dudar, que estaba marcado con la impronta de los Maury; sin embargo, no era así y el día que cumplió quince años, debido a esa circunstancia, se sintió envuelto en terrible dilema. Cuando lo recordaba se le quebraba la voz.Enla hora del almuerzo cuando llegaba a su casa al salir del colegio “La Milagrosa” de los Padres Paules, toda la familia se hallaba reunida en la mesa y para mayor e inquietante sorpresa su puesto de siempre a la izquierda de José María Maury, estaba ocupado.
No te sorprendas, ¿sabes qué fecha es hoy? –le espetó a su llegada su padre putativo-No-respondió Troncote.
Pues hoy cumples quince años y es bueno que decidas si aceptas la adopción legal o si deseas continuar usando el apellido de tu padre.
Diógenes prendió su linterna y encontró a aquél marino perdido en uno de los innumerables meandros del río. Prefería entonces continuar siendo con apelativo legítimo, fruto de la rama del tronco genovés de los Troncone, extendida del Mar Mediterráneo al lago de Maracaibo. De allí vino su padre de genio un tanto atravesado capitaneando una goleta que hizo anclar para siempre en el Orinoco. La última vez que lo vio tenía doce años y luego se perdió en la bruma del río, pero él quedaba bien protegido y siempre inclinado a seguir los pasos de la madre. Así lo encontramos en la “Miguel Antonio Caro” de Caracas donde se hizo maestro normalista, yendo obstinadamente contra la corriente de quienes confundían intereses facciosos con los intereses del Estado. Recién graduado realizó un curso de folclorología en la Universidad Central de Venezuela y con ese bagaje y junto con otros compañeros egresados se vino para Ciudad Bolívar a trabajar en el recién inaugurado Grupo Escolar Mérida, entonces dirigido por el profesor Alfonso Paraguán.
Se inició como maestro en octubre del 49 y allí en el Grupo permaneció hasta diciembre del 55 cuando la Seguridad Nacional le pidió abandonar la ciudad por haber escrito contra la Dirección de Educación del Estado. Claro, Diógenes, además de docente ejercía el periodismo como corresponsal del diario La Calle y redactor del Semanario “El Tiempo”, que dirigía monseñor Dámaso Cardozo.
Gomecito, el jefe de la Seguridad Nacional, no lo perdonó, era pluma muy ácida y Troncone tomó el autobús de la ABC y se instaló de nuevo en Caracas, coincidencialmente en la posada de una guayanesa que conoció vendiendo empanadas en el puerto de las chalanas. ¿Qué podía hacer la Asociación Venezolana de Periodistas que en septiembre de 1951 había fundado junto con Eliécer Sánchez Gamboa, su primer presidente? Nada podía hacer en su defensa ni tampoco el gremio magisterial porque no había libertad de expresión ni de reunión ni de nada, casi todos los derechos ciudadanos estaban conculcados. En Caracas no sólo trabajó como docente y periodista, sino que estudió y se graduó de bachiller en filosofía y letras en el liceo Alcázar y realizó cursos de corresponsal en el Instituto Santos Michelena y de Relaciones Públicas en la Universidad Central.
La expulsión fue relativamente corta. Apenas tres años al cabo de los cuales cayó el dictador y Troncone, luego de estudiar, y trabajar como docente en el Grupo Escolar “El Libertador” de Chacao, en la Escuela “Martínez Centeno” de Miranda, como subdirector en el Instituto de Comercio “Simón Rodríguez” de Puerto Cabello y redactor de los diarios “La verdad” y “El mundo”, retornó a Ciudad Bolívar como subdirector del Instituto de Comercio Dalla Costa y docente del Centro de Profesionalización.
Tan sólo por un año, tiempo suficiente para recrearse en los rostros deprimidos de quienes lo sacaron de su tierra por una simple nota de prensa y para encontrar novia y casarse.
Contrajo matrimonio con Rosario Goudet, una upatense alumna en el liceo Sucre, que también al igual que él, se realizó como docente y tuvo además puros varones, hoy todos profesionales.
En 1969, Margarita le vino de perla para su luna de miel, pues el Ministerio de Educación Le pidió fundar y dirigir el Instituto de Comercio Juan Bautista Arismendi de la Asunción.
Allí mi maestra de cuarto grado Nuncia Villarroel le sirvió de secretaria.
Al cabo cuatro años está de nuevo en Caracas como profesor técnico comercial en el Instituto de Comercio
De El Valle, en el Santos Michelena, en el Simón Bolívar de Caracas y como redactor del vespertino “El Mundo”.
Su estada en una capital como Caracas tan llena de posibilidades para el estudio la aprovechó intensamente cada vez y en esta ocasión logró estudiar y graduarse como profesor de Historia y Geografía Simultáneamente estudiaba también Derecho, pero no lo concluyó
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