Desarrollo y Procesos Socio morales
Enviado por Albert • 29 de Noviembre de 2018 • 4.750 Palabras (19 Páginas) • 297 Visitas
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Los tratados clásicos de la moral tocan el tema de las drogas sólo en dos ocasiones. De un modo explícito al estudiar los deberes que cada hombre tiene para consigo mismo, y específicamente al tratar la virtud de la templanza. Y de un modo más o menos implícito al examinar los elementos del acto humano libre.
A la templanza le interesa el tema porque ella mueve a usar rectamente de las cosas, de tal modo que su uso favorezca el bien verdadero del hombre.
El tema de las drogas no ofrecía demasiadas variantes y dificultades como problema moral. Sólo en los últimos años ha adquirido gravedad y matices especiales con la difusión del consumo y con su extensión entre la juventud.
Para clarificar el problema es necesario formular la siguiente pregunta: ¿Es bueno para un hombre, el padecer voluntariamente la alteración o la pérdida de su capacidad de percibir, conocer, juzgar y decidir libremente en vista de un placer específico que se obtiene con la droga o inmediatamente a través de ella? Y también esta otra: ¿Es moralmente bueno ponerse en ocasión de adquirir una dependencia tal o una droga que no sólo no se pueda vivir sin ella, sino que de algún modo se viva para ella?
Las dos preguntas obtienen fácilmente una respuesta negativa. La mayor parte de la gente se siente inclinada a afirmar: "No es bueno consumir drogas".
Examinemos nosotros, por un momento, la calidad moral de los efectos señalados.
Digamos, en primer lugar, que lo que se ha llamado "alterar por algún tiempo los procesos naturales de la inteligencia, de la voluntad libre, de la efectividad", etc., es más serio de lo que parece. Porque estas expresiones encierran, en realidad, la alteración o la pérdida de las dos capacidades esenciales del hombre como ser espiritual y personal: la autoconciencia y la autodeterminación libre. Es decir, el que se droga renuncia -por un poco de tiempo, y esto no le resta significación- al núcleo mismo de su ser personal, se puede decir, a ser persona; ya que en aquel lugar donde cada uno es más estrictamente uno mismo, desde donde cada uno realiza sus aportaciones originales, donde se toman las decisiones y se asumen las responsabilidades, allí ya no hay un sujeto consciente, libre y responsable, ya no está la persona, sino que opera una fuerza mecánica, ciega y tiránica: la droga. La droga, que muestra un mundo distinto - por no decir falso, engañoso, resbaladizo, fugaz - y que hace sentir, desear y vivir un mundo extraño, curiosamente semejante - sospechosamente similar - al de más de una patología de la personalidad. En estos casos sucede que nadie puede verdaderamente responder de las acciones y decisiones porque la triste realidad es que no pertenecen a nadie.
Ayuda a comprender la gravedad de lo que se ha dicho el pensar que la singularidad y grandeza del hombre está precisamente en ser capaz de conocerse y autodeterminarse con libertad: es el único ser que puede decir yo, frente a todo el mundo, incluso frente al mismo Dios. Es otra persona.
Podemos concluir, por eso, que si el resultado del consumo de drogas es dejar de ser personas es decididamente inhumano; nadie tiene tal dominio sobre sí mismo que pueda, a voluntad, dejar de ser lo que es, renunciar a lo que ha recibido por naturaleza. Hacerlo constituye un mal moral, y un mal moral grave.
La segunda de las preguntas formuladas merece consideraciones análogas; porque entraña también un modo -aunque más limitado- de despersonalización.
El hombre por su condición de ser espiritual y personal es la cima de la creación. A nadie tiene sobre sí, salvo a Dios. Someterse a una cosa - como se somete el adicto a su droga - desdice radicalmente de la dignidad humana. Ninguno que lo haga hace un bien, ni a sí mismo ni a sus semejantes.
Los hombres de nuestro tiempo somos especialmente sensibles a todo lo que se relacione con la dignidad y la libertad humana. Ser esclavo es inhumano Ser esclavo de una cosa, si cabe, peor.
El análisis moral realizado lleva a una conclusión: la ilicitud moral del consumo de drogas. De ahí que pueda resultar más interesante el recuento y la ordenación de los elementos conjugados para llegar a ella.
Aunque en el trabajo no se han destacado los elementos sociales -los factores inductivos, las presiones ambientales o las consecuencias de la familia o la comunidad-, es indudable son relevantes. En el orden moral es decisivo el mundo de la persona. Por eso, el peso de la argumentación ha descansado sobre el valor, la dignidad y la grandeza de este ser espiritual y libre que es la persona. Y esto, porque aunque hoy se habla de una responsabilidad social - como responsabilidad de ese ente que es la sociedad - lo cierto es que puede responder sólo quien tiene una conciencia que pueda prever y una libertad que pueda elegir, lo que se cumple radicalmente sólo en la persona humana.
La argumentación, hemos dicho, descansa en la persona, porque es el bien moralmente protegido. De lo que se sigue una conclusión importante: aunque en el orden jurídico positivo sea necesario tomar medidas de prevención y/o represión, de este mal personal y social, la solución parece estar vinculada al desarrollo de los valores de la persona.
A modo de ejemplo se indican algunas líneas de preocupación:
- Difundir un conocimiento exacto y veraz de lo que es la persona: su ser, su dignidad, su origen, el sentido de la vida, de quehacer en la tierra, su destino eterno.
- Dar a conocer, favorecer y fomentar lo que son los valores de la persona; específicamente lo que son las virtudes de os hombres: amor a la verdad, libertad responsable, espíritu de servicio, sinceridad, laboriosidad, generosidad, sano optimismo, espíritu de sacrificio, fortaleza, amabilidad, respeto, deseos de superación, humildad, etc.
- Fomentar el desarrollo de los valores esenciales de la fe y la religión, del matrimonio, de la familia, la amistad, el amor entre el hombre y la mujer, el trabajo honesto, etc.
- Favorecer las actividades deportivas, culturales y artísticas.
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