Análisis de la regulación sobre comida "chatarra".
Enviado por John0099 • 12 de Abril de 2018 • 3.203 Palabras (13 Páginas) • 482 Visitas
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Un ejemplo de ello es que el número de calorías que necesita un obrero es mucho mayor que el que necesita un digitador, por ello no se puede llegar a un óptimo común. La mejor manera de llegar a dicho óptimo es el libre mercado, ya que se basa en maximizar la función bienestar de cada persona. Por ello, la única justificación para regular es en el caso de que exista una falla de mercado, ya que nos alejan del óptimo.
En el caso estudiado, se hablan expresamente de tres fallas de mercado y si se demuestra que no existen llegaríamos a la conclusión de que la medida no es idónea, ya que no conseguiría el fin deseado.
a. Se argumenta que existe asimetría informativa y esa es justificación para regular especialmente en caso de niños, pero hay que recordar cómo nos dice Bigné “los consumidores informados presionan a los empresas a reducir los precios” y cabe decir aumentar la calidad. Es por ello que no todos necesitamos saber la información sobre que consumimos y por ello no es justificable una regulación que obligue a revelar dicha información. (2003: 135)
b. Para empezar, puede que exista o no un problema de irracionalidad en la compra de comida chatarra por parte de los niños y adolescentes en las escuelas. Asumimos que si existe un problema de irracionalidad. Sin embargo, sostenemos que la irracionalidad de los niños y adolescentes no es un argumento suficiente para regular (prohibir la publicidad y la venta de “comida chatarra” en las escuelas). No obstante, una falla de mercado respecto a la competencia si sería un argumento fuerte para regular, ya que esta falla no puede ser solucionada por el libre mercado, sin embargo, este no es el caso.
En primer lugar, el estado no debe asumir el rol de los padres respecto a qué deben o no comer sus hijos cuando asisten a la escuela. Esta es una obligación primordialmente de los titulares de los niños y adolescentes. En segundo lugar, si consideramos a todos los niños y adolescentes como irracionales, y este es el fundamento para regular la publicidad y la venta de la “comida chatarra” en las escuelas; por lo tanto, deberíamos prohibir o regular toda la publicidad o la comida vendida en las escuelas debido a la irracionalidad de los niños y adolescentes. De esta manera, resultaría un argumento no convincente para regular. Por último, la publicidad funciona en el mercado para regular la competencia; por lo tanto, frente a la ausencia de esta las personas podrían estar en una situación de desventaja que resultaría con un problema de asimetría informativa, ya que las empresas manejarían los precios sin un conocimiento de los consumidores.
c. Externalidades
Para que sea una justificación para regular necesitaríamos probar que existen externalidades que no son susceptibles a ser internalizadas y esto es falso ya que son las personas con sobrepeso las que pagan los costos de su condición ya sea perdiendo trabajo o pagando más en un seguro. Como demostraremos más tarde hay ejemplos claros en el que el mercado logra internalizar dichas externalidades.
Recordemos el ejemplo citado por Sumar (2013: 80) cuando menciona que Viscusi encontró que el Estado gastaba menos en fumadores porque estos viven una menor cantidad de tiempo. Por tal motivo al no encontrar ninguna falla del mercado la regulación no es necesaria.
2. Necesidad
En este punto, trataremos de demostrar que -incluso suponiendo que la medida reguladora cumple con los fines que se ha propuesto alcanzar- termina siendo una medida sumamente gravosa respecto a otras medidas que pueden cumplir con los mismos objetivos. De esta manera, identificamos, en primer lugar, la existencia de otras medidas que cumplen con los mismos objetivos planteados que la norma pretende garantizar además de determinar aquellos que son menos lesivos con los derechos de las personas y la redistribución óptima de los recursos. Pretendemos demostrar que una no regulación, en este caso específico, tiende a ser más efectivo con la distribución de la riqueza y que el libre el mercado puede proveer las medidas adecuadas con aquellas cuestiones “problemáticas”. El objetivo de la norma denota cuatro puntos principales, de las cuales sólo consideramos a los dos primeros como los puntos principales que deben ser abordados, los cuales son la promoción de la salud pública; y el crecimiento y desarrollo adecuado de las personas a través de la educación y la actividad física. Los otros dos puntos (la implementación de kioscos y comedores saludables y la supervisión de la publicidad) son ya medidas que restringen completamente el sentido de la norma.
Como lo mencionamos, un primer objetivo de la norma es la promoción de la salud pública, para lo cual la norma prevé el establecimiento de kioscos y comedores escolares saludables. Sin embargo, esta medida es gravosa respecto a la libertad de los individuos de decidir sobre su alimentación teniendo en cuenta preferencias y necesidades que pueden cubrir de acuerdo a sus recursos. Además, de ejercer desmesuradamente el poder y los recursos escasos del Estado, ya que la implementación de fiscalizadores, orientadores y recursos para la mantención de este tipo de comedores conlleva a gastos completamente innecesarios pues los niños y adolescentes seguirán consumiendo este tipo de productos pero en otros espacios. Lo cual, nos conduce a considerar otras políticas que el Estado pueda utilizar si su objetivo es la promoción de la salud política como guías y mensajes para dotar a las personas de mayor información -si en algún momento se argumenta una supuesta asimetría informativa- y dejar de actuar de forma “paternalista”, al indicar lo que debemos o no comer, para que seamos los mismos consumidores los que podamos elegir y para que seamos también los mismos productores que nos adecuamos a estas nuevas perspectivas e intereses.
Sin embargo, la opinión mayoritaria es que el mercado no puede crear mecanismos que reduzcan los “problemas” de la sociedad. Sin embargo, consideramos que el mercado puede proporcionar ciertos incentivos para que las personas reduzcan su peso y su consumo de “comida chatarra”, obviamente en aquellos casos en los que el sobrepeso depende de las preferencias de la persona y no de sus necesidades. Por ejemplo, en México la aerolínea United Airlines ha anunciado que pedirá a las personas con obesidad que paguen dos asientos[1], esta medida se constituye como un incentivo para que estas personas puedan adecuar no solo sus ingresos alimenticios, sino además, ya que constituye otro punto importante dentro de la obesidad incluir ejercicios y actividades físicas dentro de nuestra rutina.
El
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