EL PROCESO DE LA CREACIÓN CONSCIENTE AUTOR: FERNANDO MINAURO ZECENARRO CUSCO, DICIEMBRE 2016

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Entonces, demos paso a lo siguiente. Iniciemos esta aventura de autoconocimiento y de evolución.

3. YO SOY, EL CREADOR

Empecemos planteándonos una gran y crucial pregunta, sin la cual no es posible iniciar esta aventura.

a) ¿Quién Soy Yo?

Se supone que alrededor del 97% de la población mundial no sabe cómo responder esta pregunta. En este gran volumen de personas encontramos respuestas tan variadas como insuficientes para responder la crucial pregunta. Muchos dicen que son un ser humano, otros dicen su nombre, otros tantos describen las emociones que creen que los caracterizan, los más indican su género o nombran su profesión o dicen lo que hacen, algunos plantean su nacionalidad como respuesta. Y como todas esas respuestas no logran establecer con claridad lo que son, podríamos concluir que todas esas personas no saben quiénes son.

Entonces, si para despertar la consciencia es necesario responder esta pregunta, respondámosla de manera directa y sencilla. Cada uno de nosotros es un Ser Humano, y si nos fijamos bien en esta acepción existen dos entidades distintas, por un lado, el Ser y, por otro, el Humano. Realmente lo que somos es el Ser habitando en la máquina biológica humana. El Ser es atemporal, es energía pura, proviene directamente de la fuente que llamaremos

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Universo, y que muchos llaman Dios. La máquina biológica humana, es un organismo complejo, producto de, como indica la ciencia actual, aproximadamente cuatro mil millones de años de evolución es nuestro planeta Tierra. Esta máquina maravillosamente diseñada y construida es material, temporal y vive bajo el influjo de todas las leyes universales que rigen a la materia en nuestro mundo tridimensional. La máquina humana se origina en el momento en el que nuestro progenitor masculino (que llamaremos única y exclusivamente papá) aporta 23 cromosomas a través del espermatozoide y nuestra progenitora femenina (a quien, también, en forma exclusiva llamaremos mamá) aporta 23 cromosomas a través del óvulo y en un proceso llamado fecundación se unen ambos, espermatozoide y óvulo, para formar la nueva máquina humana, que contiene 46 cromosomas, la suma de los aportados por su papá y su mamá. Y ¿qué son los cromosomas? Pues son complejos moleculares conformados por unidades de información denominados genes. Es decir, aportan información para la construcción de la máquina biológica humana.

Aunque esta explicación es sencilla y fácil de entender, para muchas personas no es tan sencillo asimilar que son un ser inmortal habitando en una máquina mortal. Aquí aporta mucho la excelente explicación hecha por el español Emilio Carrillo, a quien solicitaremos su permiso para usar el símil que usa para explicar la naturaleza del ser humano. Carrillo compara al ser humano con el coche y el conductor. El coche, dice, es una máquina, el conductor es una persona. Claramente nos damos cuenta que el coche y el conductor no son lo mismo; el conductor, que es una persona, está dentro del coche que es una máquina, aunque funcionan como una unidad, cuando el conductor está dentro del coche.

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Figura 1. ¿Quién soy Yo?

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Podemos desarrollar un poco más el concepto de Carrillo. El coche, la máquina, tiene en general tres partes que lo conforman. Tiene una carrocería, que es la parte visible del coche, a la que le damos casi siempre una función estética; elegimos el coche por el diseño externo. Sin embargo, tiene, sobre todo, una función de protección; está protegiendo a lo que está dentro. Una segunda parte es lo que llamaríamos el sistema de conducción del coche, conformado por el sistema de arranque del coche, el timón, la caja de cambios y los pedales para accionarla, así como todos los instrumentos que se encuentran en la cabina del coche y que tienen por función la conducción de la máquina, es decir le permiten al conductor conducir o dirigir la máquina. Una tercera y última parte es lo que llamaríamos el mecanismo del coche, cuyo corazón es el motor y que permite a la máquina desplazarse. El funcionamiento es sencillo, el motor genera energía que es transmitida a las ruedas, las que se mueven y permiten el desplazamiento del coche; con el sistema de conducción podemos accionar el sistema y luego darle dirección; finalmente, con la carrocería protegemos a lo que la máquina lleva, es decir a la misma máquina

y al conductor.

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Figura 2. Las partes del coche

En forma análoga, el ser humano tiene cuatro partes, tres correspondientes a la máquina humana y una al ser. La máquina humana tiene tres componentes generales. Primero tiene un cuerpo físico, visible, al que generalmente le damos una función estética, aunque ahora sabemos, gracias

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al desarrollo de las ciencias médicas, las múltiples funciones que cumple, sin haber llegado a conocerlas plenamente aún. Luego está, lo que por razones didácticas llamaremos el “cuerpo mental”, que viene a ser el asiento de la conciencia (mas no de la consciencia), es decir de todas nuestras actividades neurológicas centrales voluntarias; aquellas que podemos manejar a voluntad, entre las que se encuentran el pensamiento y el razonamiento, el lenguaje verbal, las funciones musculares voluntarias y todas aquellas que hemos identificado como propias de los seres humanos. Y, finalmente, una tercera parte, a la que llamaremos el “cuerpo emocional”, aquella parte que nos aporta las emociones básicas (como el miedo, la ira, etc.) esenciales para la sobrevivencia y las emociones más complejas (como el afecto, la satisfacción, etc.) y que son las que, en realidad, nos motivan para realizar todos los actos que conforman nuestro discurrir experiencial llamado vida.

En nuestro símil, el coche se corresponde con la máquina biológica, donde la carrocería corresponde al cuerpo físico, el sistema de conducción al “cuerpo mental”, el mecanismo al “cuerpo emocional” y la energía al conductor.

El conductor es el Ser, lo que en realidad somos.

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