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LA GRAN AUTONOMÍA PERSONAL. APORTES PARA SU OPERACIONALIZACIÓN

Enviado por   •  22 de Septiembre de 2018  •  2.304 Palabras (10 Páginas)  •  328 Visitas

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De manera similar a Allen et al (2008), estos autores enfatizan que la autonomía no es una condición dada, sino un proceso continuo en el que se desarrollan las personas, expresan y confirman su identidad en la interacción con el mundo que les rodea. De acuerdo con esto, distinguen tres dimensiones esenciales para el desarrollo de la autonomía personal: la autonomía negativa que implica la ausencia de interferencias en las acciones que se pretenden llevar a cabo; la autonomía positiva se refiere a la construcción voluntaria de un proyecto de vida; ambos aspectos se encuentran enmarcados dentro de una tercera dimensión a la que los autores denominan principios superiores, que se construyen a partir de experiencias, opciones reales y la reflexión que se hace a partir de éstas para guiar acciones futuras. De esta forma, la autonomía personal se muestra en la vida cotidiana mediante el ajuste constante de sus intenciones a las oportunidades y las limitaciones encontradas en su interacción con el mundo (Mars et al, 2008).

En síntesis, las principales críticas a los intentos expuestos por traducir el concepto de autonomía a un nivel empírico apuntan en tres direcciones: en primer lugar, existe una individuación de la noción de autonomía, que incluyendo los intentos por superar su reducción al funcionamiento corporal, conciben al sujeto de manera aislada. Esto supone que no se cuestione la manera en que las interacciones sociales inciden e incluso puedan influir en la voluntad individual. En segundo lugar, existe una deshistorización de la autonomía, lo cual ha sido favorecido por el empleo predominante de aproximaciones cuantitativas en donde además de dicotomizar la existencia de autonomía en categorías como presente vs ausente, se elimina la temporalidad, ignorando que se puede tener más o menos autonomía dependiendo de la situación y el momento de la vida. Esto ha llevado a concebir la autonomía como un proceso de construcción permanente en lugar de una condición dada. Finalmente, existe un énfasis en la racionalidad, cuando en realidad muchas de las decisiones voluntarias no son exclusivamente racionales.

AUTONOMÍA RELACIONAL

La autonomía entonces, desde la perspectiva anteriormente discutida, no se construye a partir de elecciones individuales basadas únicamente en la razón. La interacción constante y de manera interdependiente que existe entre un individuo, - no únicamente racional, sino emocional y creativo además-, con otros y con el medio, hace que la autonomía se construya dentro de un contexto social e histórico. En otras palabras, la autonomía tiene que ver con ciertas elecciones que hace un individuo a partir de su historia personal, de sus relaciones, dentro de un contexto social y cultural particular en el que interviene la tecnología disponible (Perkins et al, 2013).

Algunas investigaciones etnográficas que se han desarrollado desde esta última perspectiva, denominada relacional, han señalado que dada la intrincación de factores psicológicos, biográficos, procesos sociales y culturales, la comprensión de la forma en que una persona con discapacidad construye su autonomía debe considerar la interacción del capital material, humano, social, psicológico, el contexto cultural y los cambios institucionales y sociales presentes en la experiencia de vida de esta persona (Björnsdóttir et al, 2015 ).

Es dentro de esta última perspectiva, la autonomía desde el enfoque relacional, en la que se sitúa la presente propuesta de operacionalización, considerando entonces que la construcción por parte de las personas con discapacidad de su autonomía personal, constituye un proceso durante el cual se toman cotidianamente decisiones basadas en su trayectoria vital, en sentimientos y reflexiones ante oportunidades y obstáculos determinados por el contexto social en el que se vive y cuyo objetivo final es la construcción de un proyecto de vida elegido lo más libremente posible.

No obstante, es preciso reconocer que el estudio empírico de la autonomía entendida ésta como relacional plantea no pocas dificultades metodológicas derivadas en parte por la dificultad de conceptualizarla. Las críticas acerca del contenido liberal del concepto de autonomía han propiciado una relectura de la misma al situarla dentro de una compleja red de interacciones sociales que van a afectar las oportunidades, elecciones y acciones de los individuos. Desde esta mirada no toda elección, o acción es autónoma.

Esta introducción de la dimensión social, política y psicológica en la conceptualización de la autonomía se ha enfrentado con el viejo problema filosófico de la determinación causal vs. la libertad (que algunos autores denominan como posiciones metafísicas) o en términos relacionales el problema del sujeto como apéndice y extensión de las estructuras sociales en oposición al sujeto como individuo con capacidad de agencia lo cual lo dota de cierta singularidad (Álvarez, 2012). El concepto de autonomía como relacional se sitúa justo en esa tensión ya que presupone la capacidad de los individuos para tomar decisiones y acciones producto de un cuestionamiento o reflexión de las condiciones en que estas se llevan a cabo. Entraña por lo tanto la paradoja de que no existe autonomía (entendida como autogobierno) sin una serie de condicionamientos que la limitan, pero que también la posibilitan.

Sin embargo hay que señalar que no hay propiamente un acuerdo acerca de lo que se entiende por relacional. Tal como señala Westlund (2009), el concepto de “autonomía relacional” cobija una amplia gama de posiciones encontradas y puntos de debate: Por una parte la autonomía puede hacer referencia a ciertas decisiones en situaciones particulares, o bien, a un estatus general de la persona. Sin embargo esta última posición, es decir, la autonomía vista como un estatuto adquirido de la persona de manera global, podría derivar como ha sido señalado en un planteamiento de la autonomía perfeccionista e inalcanzable, sobtretodo al considerar los contextos opresivos en los cuales un sujeto es socializado, lo que cuestionaría cualquier decisión considerada autónoma o elegida libremente.

Otros debates importantes dentro de esta concepción relacional de la autonomía se han dirigido ha distinguir la autonomía como causal, es decir, como una consecuencia del establecimiento de ciertas relaciones sociales, o como una forma socialmente constitutiva, al considerar la socialización como elemento indispensable para su construcción y no en oposición a un “individuo que actúa de manera autónoma”. En este sentido, dentro de este debate ha sido importante determinar cuáles son las relaciones sociales que favorecen la

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