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El valor de educar.

Enviado por   •  13 de Febrero de 2018  •  3.729 Palabras (15 Páginas)  •  336 Visitas

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John Passmore establece entre capacidades abiertas y cerradas. Lo característico de estas habilidades sumamente útiles y en muchos casos imprescindibles para la vida diaria es que pueden llegar a dominarse por completo de modo perfecto. Cuando alguien llega a saber ponerlas en práctica, conoce cuanto hay que saber respecto ellas y no cabe más progreso o virtuosismo importante en su ejercicio posterior: una vez que se aprende a leer, contar o lavarse los dientes, se puede ya leer, contar o lavarse los dientes del todo.

Las capacidades , en cambio, son de domino gradual y en cierto modo infinito. Algunas son elementales y universales, como hablar o razonar; y otra sin duda optativa, con escribir poesía, pintar o componer música. Su característica es que nunca pueden ser dominadas de forma perfecta, que su pleno domino jamás se alcanza, que cada individuo desarrolla interminablemente su conocimiento. Otra diferencia: el ejercicio repetido y rutinario de las capacidades cerradas las hace más fáciles, más seguras, disuelve o resuelve los problemas que al comienzo planteaban al neófito. El éxito del aprendizaje de capacidades cerradas es ejercerlas olvidando que las sabemos; en las capacidades abiertas, implica ser cada vez más conscientes de lo que aún nos queda por saber.

La capacidad de aprender está hecha de muchas preguntas y de algunas respuestas. En una palabra, de actividad permanente del alumno y nunca de aceptación pasiva de los conocimientos ya deglutidos por el maestro que éste deposita en la cabeza obsecuente. Jaime Balmes, el arte de enseñar a aprender consiste en formar fábicas y no almacenes.

Entre educación la primera equivaldría al conjunto de las actividades abiertas –entre las cuales la ética y el sentido crítico de cooperación social no son las menos distinguidas- y la segunda se centraría en las capacidades cerradas, básicas e imprescindibles pero no suficientes.

Como la humanización es un proceso en el cual los participantes se dan unos a otros aquello que aún no tienen para recibirlo de los demás a su vez, el reconocimiento de lo humano por la humano es un imperativo en la vía de maduración personal de cada uno de la individuos. El reconocimiento de lo humano por lo humano no es la simple constatación de un hecho sino la confrontación con un ideal. Una de las principales tareas de la enseñanza siempre ha sido por tanto promover modelos de excelencia y pautas de reconocimiento que sirvan de apoyo a la autoestima de los individuos.

El eclipse de la familia

El ser humano, en su educación antes de estar en contacto con sus maestros, ya ha estado en contacto con una influencia educativa por parte de sus padres y de su medio social, estos deberían de enseñarle al infante aptitudes tan fundamentales como habla, asearse, vestirse, obedecer a los mayores, proteger a los mas pequeños, compartir alimentos y otros dones con quienes lo rodean, participar en juegos colectivos respetando los reglamentos, rezar a los dioses. Todo ello conforma lo que los estudiosos llaman del neófito, por la cual éste se convierte en un miembro más o menos estándar de la sociedad.

En la familia el aprendizaje se da de forma diferente que en el aprendizaje escolar, primero porque se comparte con personas de diferentes edades, el clima esta recalentado con afectividad, y existen muy pocas barreras entre los maestros y el aprendiz. La enseñanza se da por contagio y en la seducción.

En la familia se educa por ejemplo y no tanto por sesiones de trabajo, ni control intenso de los maestros. Los ejemplos de los progenitores le enseñan más al niño que cualquier clase expositora que se le quiera dar, radica la importancia que lo que enseñan los padres mediante instrucción se confirme con el ejemplo.

Entonces, se supondría que en el núcleo familiar se le debería enseñar al niño como poder interactuar correctamente con otros humanos, pero en la mayoría de los casos, los padres le ceden esa tarea a la institución escolar desde ese momento la escolarización no puede educar correctamente, ya que tienen dos trabajos que hacer: enseñar normas de socialización (que es deber de los padres) y transmitir conocimientos de las diferentes ciencias.

Este fenómeno se da a causa de una apatía por parte de los padres a la educación básica de sus hijos, y ellos sin tener conocimiento de cómo comportarse, no puede comportarse de una forma que no se le fue enseñada.

El modelo de autoridad en la familia tradicional de nuestras sociedades ha sido el padre una figura cuya dimensión temible y amenazadora –aunque también afectuosa y justa- ha proporcionada en ocasiones excesos sádicos suyo influjo aniquilador describe magistralmente la carta al padre de Franz Kafka. Dentro del general eclipse actual de la familia como unidad educativa, la figura del padre es la más eclipsada de todas: el papel más cuestionado y menos grato de asumir, el triste encargado de administrarla frustración. Parece peligroso que sólo las formas más integristas y teocráticamente despóticas de familia sigan decididas a conservar el modelo de autoridad paterna. Quizá el reto ilustras o actual sea proponer y asumir un tipo de padre con suficiente autoridad para gestionar el miedo iniciático en el que se funda el principio de realidad, pero también con la tierna solicitud doméstica, próxima y abnegada, que ha caracterizado secularmente el papel familiar de la madre.

Otro factor que afecta a la mala socialización que tienen los hijos, es el uso de la televisión para educar, su influencia en los niños se basa en la eficacia que tiene como instrumento para comunicar conocimientos. Antes los libros, eran una de las principales fuentes de información que requerían un largo aprendizaje y comprensión para ser descifrados, por otra parte, las lecciones orales de los padres y de los maestros constituían una fuente de información, Los modelos de conducta y de interpretación de mundo que se ofrecían al niño no podrían ser elegidos voluntariamente ni rechazados, porque carecían de alternativa.

(J.C. Tedesco) Mientras que la función educativa de la autoridad paternal se eclipsa, la educación televisiva conoce cada vez mayor auge ofreciendo sin esfuerzo ni discriminación pudorosa el producto ejemplarizante que antes era manufacturado por la jerárquica artesanía familiar.

La educación que se da en la familia y durante los primeros años de vida del ser humano se vuelve esencial en el proceso de escolarización, haciendo de este últimos, más fácil o más difícil. De esta manera se ve la importancia que tiene la familia en la humanización del individuo, si se le enseña a poder socializar,

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