La vejez es parte del último proceso del ciclo vital del ser humano, siendo un proceso de envejecimiento constante del mismo ser durante toda su vida.

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Sin embargo, es frecuente que los actos de violación de los derechos de las personas mayores sean abordados de manera local, o cuando adquieren connotación publica los gobiernos adoptan medidas reactivas, y en cuyo caso, muchas veces, no cuentan con los mecanismos de protección o los procedimientos pertinentes, o bien, las instancias dedicadas a la defensa y protección de derechos se declara incompetente.

En reiterada ocasiones se ha demostrado que una persona violada en sus derechos en esta etapa no ha sido tratada ni menos intervenida con la dedicación y justicia que realmente necesita, cuantas veces se observa en la localidad personas mayores en situación de calle a vista y paciencia de los demás sin siquiera ser tomados en cuenta; existe ahí una vulneración clara en sus derechos a ser escuchados a su necesidad gritada de forma implícita a un hogar digno y cuidados adecuados.

Muchas de las personas mayores se sentirán participativas y con derechos hacia ellos mismos si tuvieran alguna labor o desempeño en algún trabajo u oficio, donde sus capacidades se pusieran a prueba y tuvieran una remuneración por su ejercicio, generaría seguridad, una mejora en su situación económica, y haría de su etapa algo mas valorable para ellos mismos y se estaría de algún modo formando mas el derecho a que estas personas son capaces y no todas son dependientes y solamente sujetos de cuidados como si se hablara de un recién nacido, sin aislar que existen casos extremos en los cuales un adulto mayor por problemas físicos o mentales no puede sustentarse por sus propios medios.

La participación de las personas adultas mayores constituye una forma de vinculación con el entorno social que posibilita articular intereses entre grupos de personas, logrando con ello una mayor capacidad de relevar demandas y de ser escuchadas por los entes decisores.