“UNA MADRE ASTURIANA QUIERE CEDER LA TUTELA DE SU HIJA DE 13 AÑOS POR REBELDE E INCONTROLABLE”

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El texto periodístico nos relata la historia de una madre tan agobiada por el comportamiento de su hija adolescente que desea ceder su tutela al gobierno para que este sea el encargado de reeducarla. Comenta también que ha ido a varios lugares para buscar ayuda pero nada ha funcionado. De igual forma observa que las personas más allegadas coinciden en que la rebeldía de la joven está llegando a puntos extremos tales como escaparse de la casa con su novio o el hecho de tener varias denuncias por robo y agresiones.

En primer lugar las expresiones que utiliza Mónica como "no puedo más" o "Yo más no puedo hacer por ella, a no ser que quieran que la ate dentro de casa para que no se escape" dejan entrever la falta de paciencia y mesura con su hija, que está pasando una etapa complicada. Para afrontar el problema, esta mujer necesita de mucha paciencia (mucho más de la que ella imagina) y borrar de su mente dichos pensamientos que no le permitirán jamás encontrar una solución.

Ahora, los argumentos que utiliza la madre para justificar el tirar la toalla no son lo suficientemente concluyente: "Hemos ido a decenas de cursos y terapias (…) pero no sirve de nada". Existen ciertas características que son innatas en el carácter de la persona. El carácter es adquirido en parte por factor genético pero éste puede ser moldeable tanto para fortalecer su carácter inicial al nacer como para inhibirlo. Aquí es donde la crianza entra a jugar un papel fundamental. La señora afirma que su hija es una adolescente de 13 años, la ha criado durante más de una década y ha tenido el tiempo suficiente como para formar las fortalezas y defectos de la menor. La pregunta es ¿Qué le inculcó su hija durante esos 13 años?

Si la madre afirma que su crianza estuvo llena de buenos valores y fundamentos necesarios para ser una persona de bien, que es seguramente lo que dirá, pues ninguna madre, en su sano juicio, quiere perjudicar sus hijos, entonces el argumento de “achacarlo” a "las malas compañías con las que anda" tampoco tendría validez porque una buena educación es lo suficientemente contundente como para no desmoronarse por factores externos y mucho menos por las compañías que pueda tener la joven. Cabe destacar que la joven no es una niña inocente, basándose en las “travesuras” que cuenta la señora, se puede inferir que ella sabe la diferencia entre el bien y el mal, y si escoge el segundo camino, la madre debería replantearse la labor que ha hecho durante todos estos años.

Para finalizar, lo que le resta a los padres es armarse de tal vez mucha más paciencia con la que cuentan, reflexionar sobre su papel como guía responsable de su hija y no abandonarla en los brazos del Estado porque no se sabe si esta decisión beneficiará a la menor o empeorará el problema. Es más, podría seguir buscando ayuda en correccionales más exigentes y estrictas, que puedan cambiarle la mentalidad a la joven sobre el estilo de vida que lleva y acabar de raíz con la situación sin necesidad de ceder su tutela. Este es un claro ejemplo de lo que muchas familias pueden estar atravesando en estos momentos, los padres deben tener claro que la etapa de la adolescencia es complicada y por más que sus hijos sean los seres más insoportables que hayan conocido, no se les puede abandonar como si fueran un trapo viejo, tienen la obligación de socorrerlos, puesto que, al fin y al cabo, familia es familia y cariño es cariño.