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Experiencia y construcción de sí. Notas sobre la formación de maestros en su campo de actividad.

Enviado por   •  22 de Mayo de 2018  •  6.741 Palabras (27 Páginas)  •  360 Visitas

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Ahora bien, el desarrollo de los maestros no sigue un curso homogéneo. Es intrincado y diverso porque distintos son los recursos socioculturales de los que dispone cada individuo; el curso del desarrollo de los profesores es tan disímil como las acciones que han de emprender en contextos atravesados por la contradicción y la diferencia infinita; los profesores dentro del discurrir de su vida laboral se transforman y aprenden, eso es una verdad de perogrullo, pero los trayectos, las condicionantes y los cursos de llegada son heterogéneos, desiguales como las identidades de cada docente y diferenciadas como las personas con las que cada quien interactúa.

La vida sociocultural de los profesores les posibilita contactos de diversa índole, interacciones todas que encarnan aprendizajes, incremento de saberes y conocimientos; desde su relación sociocultural los maestros van estructurando cambios en sus maneras de percibir la realidad, modificaciones en sus pautas de comportamiento, transformaciones de la persona completa que dan cuenta de que en el curso de la vida laboral se van adquieriendo nuevas formas de ser.

Vivir en el campo de actividad significa para los profesores establecer un cúmulo de contactos que encarnan aprendizaje y cambio. Se aprende en la relación con los alumnos, con otros profesores, con la cultura letrada, con el entorno social todo. La interacción modifica la forma, cambia la manera ubicarse en el mundo, hace distinta la operación con la realidad, construye y reconfigura de manera permanente la identidad.

El docente va siendo y se va haciendo en el contacto con la vida, en éste va construyendo aprendizajes que lo modifican. El curso de los acontecimientos asociados al trabajo, el contacto con personas, con ideas, con el mundo material, con las instituciones, va dejando huellas indelebles en la figura del maestro, es así que paulatinamente va perfilándose un forma de ser en la que se condensan ideas, acciones, sensibilidades que incesantemente se forman y transforman.

B. Sentir, los cambios. Asumirse en construcción.

El cambio es parte de la vida, no obstante que aparezca imperceptible a nuestra mirada, una transformación no es inmediata, tampoco simple. En el caso de los profesores que asumen reflexivamente su campo de actividad, el cambio es un propósito, forma parte de metas intencionadas, la transformación se hace explícita y es asumida de manera consciente, conviene establecer la distinción entre las modificaciones inerciales, asociadas al curso de la vida y las variaciones que se buscan de manera lúcida.

Cuando el trayecto de reconstrucción es parte de una búsqueda intencionada es sentido y descrito. Los maestros hablan de los aspectos significativos de su vida que perciben como cambiantes, su retórica da cuenta de las transformaciones que consideran más importantes desde la perspectiva de su desempeño en el campo de trabajo, de lo que consideran sustancial para hacer su tarea bien; la experiencia es el referente de contrastación, la actividad, las exigencias que en ella se dibujan, según sus palabras, son los catalizadores del cambio y al mismo tiempo el ámbito en el que éste se concreta y percibe.

En la opinión siguiente se encuentra un testimonio del proceso de transformación que un maestro vive en su campo de experiencia, en ella se explicitan elementos que hacen evidentes las modificacines de aspectos relevantes para desenvolverse en el trabajo, son cuestiones primordiales desde los ojos de un profesor:

Dentro de mi vida laboral se han venido dando muchas modificaciones para bien. Aprendí a manejar el vocabulario de acuerdo a la edad y nivel de mis alumnos, a ser más paciente, a detectar cuando un infante tiene problemas en su hogar, o simplemente cuando no ha desayunado, cuando es maltratado, en fin todas esas condiciones adversas que en la escuela normal ni se mencionan y mucho menos se toman en cuenta. (M7FV 04-09-2013).

Este maestro aprende, cambia, se hace distinto y según sus propias palabras, mejora. La irrupción de una nueva figura va estructurándose lentamente y desde la relación con el mundo de la escuela, en ella tienen lugar acontecimientos de profundo sentido formativo, son cuestiones que para el profesor resultan definitorias en el desempeño práctico, refieren a comportamientos que para él resultan nodales, definen su manera de ser dentro del oficio.

Para este maestro la comprensión, la comunicación y la empatía son actitudes que se van construyendo en la interacción cotidiana, ésta es origen y destino de lo que un docente va configurando como parte de su bagaje. Para el profesor estos rasgos tienen primordial importancia, es por esta razón que los ubica en primer plano, son para él elementos constitutivos de una tarea bien hecha.

El maestro centra su mirada en su propia actitud, considera de importancia estratégica su relación con los alumnos, esto acontece a pesar de se ha impuesto en el campo educativo un régimen discursivo desde el que se asocia la formación de los maestros con el conocimiento de aspectos técnicos de la enseñanza, con en el manejo del currículum, de la psicología infantil o la gestión de la escuela; desde la mirada de un maestro y con la experiencia como sustrato, los cambios más importantes no se ubican donde la jerigonza supone.

En el mundo de la vida cotidiana el profesor identifica saberes, formas de comportamiento y de relación que le permiten hacer mejor su tarea y no son cuestiones de orden técnico. Para este maestro la tarea educativa está relacionada también con las formas de comunicación, en la relación con los niños ha identificado las formas de hablar más adecuadas para establecer comunicación con los estudiantes, el maestro entiende que sin una adecuada relación lingüística el aprendizaje se convierte en quimera, a ello obedece que ponga en primer plano el hecho de aprender a hablar a los niños, ésta no es una cuestión menor si tomamos en consideración que “toda nuestra realidad humana es social, y somos individuos, personas, sólo en cuanto somos seres sociales en el lenguaje” (Maturana, 2009, pág. 13).

Ser maestro tiene que ver con maneras adaptadas de decir el mundo y éstas no necesariamente son las que dictaminan la gramática y la sintaxis; el buen decir no depende de un juicio abstracto, depende de las peculiaridades de los individuos que tenemos frente a nosotros, el habla es una cuestión fundamental para el entendimiento; el maestro ha comprendido lo anterior, por eso juzga importante aprender a hablar a los niños, asume que el habla de un educador debe ser contextualizada, es decir situada a las condiciones culturales del espacio social en el que

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