Habilidades gerenciales.
Enviado por Ensa05 • 6 de Julio de 2018 • 15.483 Palabras (62 Páginas) • 247 Visitas
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Así que será mejor optar por ser líder que jefe, ya que la autoridad se gana con respeto, no con amenazas ni con miedos.
Veamos las principales diferencias entre el jefe y el líder propuestas por Miguel Ángel Cornejo:
Para el Jefe, la autoridad es un privilegio de mando y para el Líder un privilegio de servicio.
El Jefe ordena: Aquí mando yo, el Líder: Aquí sirvo yo. El Jefe empuja al grupo y el Líder va al frente comprometiéndose con sus acciones.
El Jefe existe por la autoridad, el Líder por la buena voluntad. El Jefe necesita imponerse con argumentos extensos, el Líder con ejemplos entrañables. El Jefe inspira miedo, se le teme, se le sonríe de frente y se le critica de espalda.
El Líder inspira confianza, da poder a su gente, los entusiasma y cuando está presente, fortalece al grupo.
El Jefe busca al culpable cuando hay un error. El que la hace la paga. Sanciona, castiga, reprende, cree arreglar el mundo con un grito o con una infracción. El Líder jamás apaga una llama encendida, corrige pero comprende, no busca las fallas por placer, sino para rehabilitar al caído.
El Jefe asigna los deberes, ordena a cada quien lo que tiene que hacer, mientras contempla desde su lugar cómo se le obedece. El Líder da el ejemplo, trabaja con y como los demás, es congruente con su pensar, decir y actuar.
El Jefe hace del trabajo una carga, el Líder un privilegio. Los que tienen un Líder, pueden cansarse mas no fastidiarse, porque el Líder transmite la alegría de vivir y de trabajar.
El Jefe sabe cómo se hacen las cosas, el Líder enseña cómo deben hacerse. Uno se guarda el secreto del éxito, el otro capacita permanentemente, para que la gente pueda hacer las cosas con eficacia.
El Jefe maneja a la gente, el Líder la prepara. El Jefe masifica a las personas convirtiéndolas en números o fichas. El Líder conoce a cada uno de sus colaboradores, los trata como personas, no los usa como cosas. Respeta la personalidad, se apoya en el hombre concreto, lo dinamiza y lo impulsa constantemente.
El Jefe dice, “vaya”, el Líder “vayamos”. El Líder promueve al grupo a través del trabajo en equipo, forma a otros Líderes, consigue un compromiso real de todos los miembros, formula planes con objetivos claros y concretos, motiva, supervisa y difunde el ideal de una esperanza viva y una alegría contagiosa.
El Jefe llega a tiempo, el Líder llega adelantado. Un pie adelante del grupo, una mirada más allá de los seguidores, el que inspira, el que no se contenta con lo posible sino con lo imposible.
El líder hace de la gente ordinaria, gente extraordinaria. La compromete con una misión que le permita la trascendencia y realización. Le da significado a la vida de sus seguidores, un porqué vivir... Es un arquitecto humano.
- Autoridad y autoritarismo
Hay personas que logran ganarse una posición de gran respeto por la vía de la fuerza o el miedo: tienden a utilizar un poder coercitivo para lograr lo que se proponen. Su eficacia a corto plazo suele ser alta, pero no es fácil de mantener por mucho tiempo, pues produce una sumisión tensa y provoca actitudes de resistencia que pueden llegar a ser enormemente activas e ingeniosas.
Este tipo de poder es el que ejercen algunas personas —en el trabajo, la escuela, la familia, etc.—, con resultados a largo plazo generalmente deplorables, pues entran con facilidad en una dinámica que alienta la simulación, la sospecha, la mentira y la inmoralidad.
En algunos casos extremos, cuando se lleva al límite esa tensión, produce conflictos personales más graves, pues —como escribió el pensador ruso Alexander Solzhenitsyn— «sólo se tiene poder sobre las personas mientras no se les oprima demasiado; porque si a una persona se le priva de lo que considera fundamental, considerará que ya nada tiene que perder y se liberará de esa sujeción a cualquier precio».
El poder coercitivo suele desaparecer cuando desaparece la capacidad de ejercer las amenazas o el miedo, y entonces surgen con facilidad, como reacción, sentimientos de rechazo, oposición o revanchismo.
Hay otros estilos de autoridad menos despóticos, que consiguen mantener una posición de dominio de una manera más utilitaria, por la vía de la contraprestación y el equilibrio de poderes, y la gente les obedece y les sigue en puntos concretos a cambio de unas ventajas determinadas. La relación que se establece suele ser de simple funcionalidad, y ese equilibrio de fuerzas se mantiene mientras beneficie a ambos, o al menos mientras continuar así les perjudique menos que romperlo. Es cierto que ofrece una cierta sensación de equidad y justicia, pero es el tipo de situación propia de relaciones laborales o familiares precarias y enrarecidas.
Hay, por último, otras formas de ejercer la autoridad más acordes con la dignidad del hombre. Es la autoridad moral que poseen aquellas personas en las que se confía y a las que se respeta porque se cree en ellas y en la tarea que están llevando a cabo. No es una fe ni una servidumbre ciegas, ni consecuencia del arrastre de un gran carisma personal, sino una reacción consciente y libre que esas personas producen en los demás gracias a su honestidad, su valía y su actitud hacia los demás.
Todos hemos conocido personas que han despertado en nosotros esos sentimientos de adhesión. Quizá esa persona nos sorprendió depositando una mayor confianza en nosotros, nos trató de forma distinta, nos alentó en momentos difíciles, o nos ofreció su ayuda cuando no lo esperábamos. El caso es que generó en nosotros una consideración especial hacia él: una actitud de respeto, de lealtad, de compromiso, de receptividad.
Se trata de algo que también puede producirse ante un personaje que nos presenten los medios de comunicación, o ante figuras que descubrimos en la historia, o ante escritores o artistas de otra época, por ejemplo. Pueden despertar en nosotros una corriente de extraordinaria simpatía o, por el contrario, de profundo rechazo.
Estudiar esas figuras, y analizar los rasgos que producen esos efectos, será siempre una fuente de ideas interesantes para todo aquel que desee ganar en autoridad moral.
Sentido de autoridad
Hay muy diversos modos de ejercer la autoridad, y aunque las personas y las situaciones sean muy distintas, hay bastantes rasgos de carácter que casi siempre confieren
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