¿Qué no es educar en valores? El caso de la responsabilidad

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El autor manifiesta que asumir una postura educativa desde alguna de estas concepciones generaría un tipo de problemática en nuestras prácticas educativas, es decir, desde la concepción objetivista, esperamos mostrar los valores; desde la subjetivista, se genera una relatividad en los valores, y desde la concepción pragmática, aunque el autor no resalta sus desventajas, es importante resaltar que las practicas educativas aunque deben generar esa racionalización de nuestras acciones a través de juicios estructurados, deben reconstruir practicas que no fraccionen nuestras acciones, sino que por el contrario nos permita la complementariedad de diferentes dimensiones del ser humano (pensar, sentir y actuar).

Si retomamos la idea del autor, en la cual plantea que son nuestras creencias erradas las que nos hacen toparnos con el mundo, o con los otros, y que sean ellas mismas origen de los problemas a los que nos enfrentamos, las cuales debemos ir corrigiendo a través de un proceso de aprendizaje, me permite retomar la idea que son necesarias practicas educativas que obliguen a pensar, sentir y actuar los valores para favorecer la corrección sistemática de nuestras creencias erradas.

Se resaltan diferentes problemáticas que podría dar respuesta a las llamadas “crisis de valores”, por un lado se plantea que la transmisión de la visión moral de los sujetos socializadores ha generado fallas en la reacción de los sujetos; y por otro, que la moralidad no existe, sino que es una construcción que se logra a través de argumentaciones ligadas a un sistema de prácticas, desde los sujetos que socializan y los sujetos que son socializados. Mas allá de estas problemáticas, sería importante resaltar que una de la fallas generadora de la crisis o quiebra de valores, hace parte de ese olvido en el pensar de las practicas educativas, estas no referidas solo a las instituciones, sino a todas las fuentes socializadoras que permiten un espacio para la corrección de creencias erradas como las llama el autor, o como las denominaría yo, enjuiciamientos irracionales y desorganizados de nuestras acciones.

Coincido con el autor que educar en valores no es transmitir conocimientos, ni suscitar determinadas respuestas, es una compleja tarea de transmitir y suscitar estructuras racionales de juicio, realizar y posibilitar enjuiciamientos; sin embargo, la educación en valores debe posibilitar la reconstrucción de estructuras racionales y emocionales que generen acciones desde la reflexión crítica de los contextos.